A unos cuántos minutos de la Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos… la Casa Juan Pablo II… amplísimo patio central, cruz de cantera labrada en el centro y al fondo la capilla, limpísima, bella, iluminada, como diciéndonos a dónde hemos llegado y quién nos espera, Cristo Jesús. Cuidados jardines, alegres prados con flores, corredores en silencio, macetas, macetones floridos, muchos pinos que apuntan al cielo, módulos habitacionales dedicados a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, bien iluminados y sencillos. La habitación, una cama, buró, un pequeño ropero y una mesa de trabajo. Una imagen de la Sanjuanita. Cuándo tendremos un lugar así en nuestra querida arquidiócesis de León? La llegada, los abrazos, la sorpresa, cuánto hace que no nos veíamos, la plática introductoria en un salón amplísimo, aquí todo es grande, para muchos sacerdotes, esta vez, como sesenta y siete. Aparecida será nuestra guía, indudablemente la Palabra de Dios. Tenemos necesidad de un cafecito, donde puedan saludarse y charlar un poco, los que aún no se han saludado. Yo soy Polo Sánchez, de Morelia, y he aceptado con mucho gusto compartir con ustedes la palabra. Los padres puntualísimos a la hora de la comida. Ahí está Yesenia y otras muchachitas con las religiosas, que con sonrisas atienden a los padres impacientes por sentarse a tomar los sagrados alimentos. Mesas para seis o siete personas, la comida frugal, dietética, si alguien requiere dieta especial, pues nos lo dice, por favor no fumen en los cuartos ni en los corredores, pueden caminar un kilómetro y allá pueden fumar. Habrá paletas y hielitos por si alguien quiere mitigar el calor de estos días. No hay una sola nube en el cielo, Señor, socórrenos con la lluvia abundante y oportuna, tres momentos vitales de nuestra semana: las pláticas, las charlas, tres al día, los grandes momentos de silencio, y las celebraciones repartidas en el día, oración ante el Santísimo Sacramento, el rezo tranquilo y sosegado de Laudes y Vísperas, la Santa Misa, el Obispo Don Juan, pegadito, hombro con hombro y codo con codo con sus sacerdotes, todos concelebrantes, en las carreras se me olvidó el alba y hasta la Liturgia de las horas, pero ya mandé pedirlas, hoy mismo me las traen. Tenía tantas cosas que hacer, y ya por última, que se muere la viejita que cada semana nos regalaba las flores para la parroquia…por cierto, ¿cómo que se murió el Padre Jesús Ponce? Sí, era re bueno para los chistes, era muy alegre, a veces muy crítico y algunas veces sarcástico, pero era muy popular y muy querido entre los sacerdotes, sí, era mi compañero y cuando fui a verlo me dijo: “ora me tocó a mí”, para que vayamos haciendo cuentas cada uno de nosotros, Réquiem aeternam dona eis réquiem... ¿Qué dice padre? “Ah, era una fórmula para pedir por los difuntos, con eso de que ustedes los padres jóvenes ya no saben latín… La memoria del Padre Ponce estuvo presente en todos los corrillos…qué profundo silencio delante del Santísimo, hasta daban ganas de prolongar esos momentos, a veces tenemos tanto trabajo, nos duele la cabeza, y hasta los entresijos, que no tenemos tiempo ni para la visita al que es el mero mero Amigo, y cuando por fin logramos estarnos un momento delante del Santísimo, no falta una viejita que diga: “Ai, padrecito, orita que no está haciendo nada, porqué no me confiesa…”. Cristo tiene que ser el centro de nuestra vida sacerdotal para que de fruto nuestro trabajo, nuestra vida tiene que estar fincada en la oración, que también es apostolado y ministerio altamente sacerdotal, los fieles tienen derecho a nuestra oración tanto personal como comunitaria. Ellos quieren intervenir en la oración y ahora hay muchos grupos que rezan la Liturgia de las horas e incluso se están organizando en las parroquias para la Lectio divina, o sea una manera privilegiada de orar pero a partir de la Palabra de Dios. Quieren mucho a sus sacerdotes. Once temas de reflexión repartidos en estos días, luego tendrán una hora para que cada quién en su cuarto vaya haciendo suyo el mensaje y todo lo concretarán delante de Cristo Eucarístico. Ser cristianos con nuestros fieles, recuerden que antes que sacerdotes fuimos cristianos, ¿cómo iniciarlos en la vida cristiana? Hoy necesitamos imaginación, valor y nuevos métodos porque el mensaje que les queremos entregar es muy valioso y hay mucha gente alejada. Nuestra vida tiene que hablar, nuestra coherencia, pero sobre todo la Palabra, recuerda que les vas a dar la Palabra, la de Dios, no la tuya, la de Jesús que tiene que iluminar las vidas de todos los hombres. Eres hombre de oración, te debes a tu pueblo, el pueblo está sediento de tu oración, como las tierras secas están esperando ansiosas la gota de agua, tu oración personal, dentro de tu cuarto, en el silencio, pero también la oración con tu comunidad, la Eucaristía vivida, adorada, celebrada, hecha pan y bebida para el hombre que no encuentra su lugar en el mundo, y luego, eres el hombre de la Palabra, inviertes mucho en cursos, en talleres, pero ahora necesitas compartir con tus gentes el mensaje de Salvación, acercar a tus gentes a la Palabra, para que ella misma les jale y les haga buenos, y los haga mejores, y los haga santos. Señor, cada reflexión de este retiro echa nuevas cargas sobre nuestras débiles espaldas, ¿qué no conoces nuestra debilidad? ¿Cuál es nuestra identidad Señor, como sacerdotes diocesanos? Vivir, vivir en medio del pueblo, cerca de los más sencillos, los más pobres, los más alejados, y sobre todo de los más pobres entre los pobres, o sea, los pecadores. Cuando vivan así, entregados, entonces se parecerán un poquito más a Jesús Buen Pastor. Y los derechos humanos, y la defensa de la vida, y los bienes sacerdotales que tienen que estar al servicio de la evangelización. El automóvil? Es necesario, pero no tan lujoso que no lo puedas meter por cualquier camino a donde te llamen… tenemos que ser cuidadosos, afables, correctos, pero compasivos, las madres solteras, los narcos, los divorciados, etc... Ya es jueves, padre, cómo se van pasando los días, mañana es viernes primero, las confesiones como nos han recomendado, pero hoy es día de confesión, y habría que ver a los sacerdotes, confesándose dentro de una celebración muy bien pensada de la Palabra de Dios. Què gusto ver a los ministros de la reconciliación, reconciliados. ¡Si los viera la gente! A todo mundo le darían ganas de reconciliarse también. Ya es viernes, hay que empacar, porque el arranque está cerca, pero padres, hay que darse cuenta, no podemos navegar con una dulce mediocridad, tenemos que proceder desde ahora con un impetuoso espíritu misionero, a imitación de Cristo buen pastor, y nuestras gentes que piensan que hemos venido de vacaciones, aún falta la misa, hay que revisar las llantas porque el camino es largo, y me voy corriendo, tomaré algo por el camino, porque el nuevo vicario ya debe haber llegado a la parroquia…
Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda
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