martes, 26 de octubre de 2010

¿Cristo huesped en mi propia casa?

Podemos asumir que Jesús quiere vivir con nosotros, él quiere vivir con nosotros, él quiere entrar en nuestra casa, permanecer en ella. Por tanto nos preguntamos ¿ Le dejamos ? Si alguno me oye, y abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Jesús desea ante todo la intimidad con nosotros. Precisamente porque hoy tengo que alojarme en tu casa, dice Jesús, es decir ahora.
Jesús no tiene temor de contaminarse por entrar en la casa de un pecador, lo especial sucede que Jesús contagia la salvación, porque donde entra el Salvador entra la salvación.
Sorprende este amor gratuito e incondicional, y hay que recibirlo con alegría, y es tan grande el contagio que cambia la vida, es decir nos vence la fuerza del amor.
El complemento sapiencial al hecho de la conversión, que es el fruto maduro que cae del árbol a la primera sacudida que le hace Jesús.
JESÚS ES UNA PRESENCIA QUE TRANSFORMA.
Jesús se dirige al hombre despreciado su mensaje es de msericordia y de comprensión, en el cual la cercanía de Jesús a los enfermos, a los pecadores y a los despreciados revela el rostro misericordioso de Dios y su amor entrañable a todos los que están alejados de Él.
Mostrar la misericordia de Jesús hacia los pecadores, la conversión nos demuestra que ninguna condición humana es incompatible con la salvación.
EL HOMBRE QUE MUESTRA LA DISPONIBILIDAD PARA ACOGER A JESÚS, DEJA QUE EL MAESTRO MUESTRE EL DON DE LA SALVACIÓN.
El problema actual para muchos de nosotros es sí realmente quiero " ver a Cristo " o quiza más bien, ¿ evito el encuentro con Él ? ¿ prefiero no verlo o prefiero que Él no me vea ó prefiero verlo de lejos, no acercandome demasiado, no poniendome ante sus ojos, para no tener que aceptar toda la verdad que hay en Él, que proviene de Él, de Cristo.
No nos dejemos confundir fácilmente por supuestas inspiraciones de este mundo e indiferencias respecto a los mayores valores divinos y humanos. y más bien acoger una de las más bellas expresiones del evangelio " El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba pérdido ", y estas palabras nos descubren la misión salvifica de Cristo. De la misión que permanece en la Iglesia y así comprender la Constitución dogmática sobre la Iglesia " Lumen gentium ".

Encuentros que cambian la vida


Jericó, una de las mas antiguas ciudades de la humanidad, es el lugar que S. Lucas señala como el punto de encuentro entre dos personajes, Cristo y un habitante del lugar que cambió su vida para siempre. Lucas lo señala como Zaqueo, un hombre chaparro, rico, mal visto por su pueblo, despreciado y visto como un renegado porque cobraba impuestos para Roma y que como era costumbre en esa época, él ponía sus propios impuestos, que a veces eran más onerosos que lo que se tenía que enviar a los romanos. Nadie se imaginaba lo que ocurriría, pues Cristo rodeado de muchas gentes que salían a recibirle, hizo aquello de dejar a las noventa y nueve ovejas, para salir al encuentro de una, gorda, bien dada, pero necesitada de algo más que alimento y bebida. Ocurrió pues que Zaqueo, que tenía interés, curiosidad por ver pasar a Jesús, sintiendo que nadie hubiera tolerado su presencia, ideó subirse a un árbol para ver a Cristo que era aclamado por la multitud. Cuando jesús se acercó, paseó su mirada sobre los circundantes, pero la fijó en Zaqueo y lo invitó a que bajara porque se le había ocurrido la idea de hospedarse en su casa. La admiración fue grande en la gente, al ver que conforme podía bajar, aquel hombre iba cambiando su semblante, y de ser un hombre duro, rudo, despiadado, se iba convirtiendo en alguien que expresaba felicidad, paz y acogida. Se sintió sumamente complacido de hospedar a Cristo frente a las gentes de su pueblo, racistas, sumamente racistas, que no podían ver con buenos ojos que el Maestro a quien admiraban sinceramente, hubiera pensado siquiera en ir a hospedarse en casa de un pecador público y reconocido. Pero Cristo estaba decidido y no le importó nada con tal de salvar lo que estaba perdido, de desenmarañar lo que estaba torcido y de traer a la luz lo que estaba en las tinieblas del pecado y del error. Y no le resultó mal la tirada a Cristo, pues Zaqueo que irradiaba felicidad, en ese mismo momento comenzó a obrar con justicia con amor y con verdadera magnanimidad, correspondiendo al peligro que Cristo corría de verse hospedado en su casa: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si he defraudado a alguien le restituiré cuatro veces más”. Se necesita una verdadera valentía para obrar así, pues quizá sus mismos familiares serían los primeros en oponerse, viendo mermadas así su economía, su posición y sus privilegios. Pero si grande fue la actitud de Zaqueo, más grande fue el reconocimiento de Cristo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa… pues yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Ahí termina el encuentro con Zaqueo y aquí entra la consideración que el Papa Benedicto XVI pronunció como inicio de su Pontificado: “No bastan las manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos concretos que penetren en los espíritus y sacudan las conciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior”. Si de veras hemos hecho el encuentro personal, profundo y verdadero con Cristo, tenemos que comenzar a devolver lo defraudado, comenzando por la esposa o el esposo al que le hemos escamoteado el cariño, la comprensión, el perdón y la fidelidad; a los hijos, el tiempo, el ejemplo, la escuela de verdad, la dedicación y el cariño; a los empleados o trabajadores el respeto, el no haberlos tratado como personas, el hacerles perdedizo su tiempo trabajado o el empleo mismo; a los patrones o a los jefes, la confianza y la responsabilidad a la que tienen derecho; a los padres el respeto, el cariño y la ayuda ahora que ya están viejos y no pueden bastarse a sí mismos, pero sobre todo a Dios, a nuestro Señor, a Cristo Jesús porque no hemos estado a la altura de las circunstancias, y sin tentarse el corazón hasta dar como Zaqueo si fuera necesario, la mitad de nuestros bienes a los pobres.

7 “mandamientos” para destruir un matrimonio y 7 mandamientos para salvarlo


| opusdeialdia.org


1- No le digas que le quieres, ya lo sabe
2- Guarda rencor hacia sus errores y no se te ocurra perdonarle
3- No le quieras como es, sino como te gustaría que fuera: fíjate sólo en sus defectos y no en sus virtudes
4- Acostúmbrate a su compañía, que te parezca algo normal, algo que te mereces
5- Juega con su amor; hay cosas más importantes: haz frecuentes salidas sin él/ella e intima con otras personas
6- Automatiza la relación de amor, no pongas esmero en los detalles
7- ¿Más hijos? ¿Estás loco? Sólo dan problemas

Prefiero leerlos en positivo: "7 mandamientos para un matrimonio feliz"

1- Dile que le quieres todos los días: le gusta oírlo, aunque ya lo sepa
2- Acostúmbrate a perdonar y olvidar sus errores
3- Quiérele como es: fíjate en las virtudes y no en los defectos. Piensa que tú también tienes defectos
4- Asómbrate cada día de la posibilidad de tenerle cerca: no te acostumbres a su compañía
5- Protege lo más importante que tienes: su amor. No lo arriesgues y cuídalo con todas tus fuerzas
6- Disfruta con cada detalle que tenga contigo y esfuérzate por tener nuevos detalles de amor cada día
7- Cuida de los hijos y permanece abierto a la vida: el trabajo y la diversión no son lo 1º

lunes, 25 de octubre de 2010

CUANDO LOS HIJOS DEJAN LA IGLESIA

En muchas familias profundamente cristianas, donde los padres viven intensamente su fe y se esfuerzan por transmitirla a sus hijos, la adolescencia y juventud resultan ser época de abandono de las prácticas religiosas.

Sufren al grado que se preguntan si la culpa es suya, por no saber transmitir la fe a sus hijos. Sienten que sus esfuerzos por educarlos cristianamente han sido un fracaso.

¿Qué hacer? ¿Cómo actuar en estos casos?

Los mayores, los que pasan de los 40 años que procuraron ser buenos cristianos, sienten que los menores, los que están entre los 15 y los 30 han perdido la fe.

En general el problema de cada generación es este.

Afortunadamente en las iglesias hay bastantes jóvenes. Y el que alguien deje primero de ir a misa y, luego, parezca perder la fe, ocurre no solo en familias no practicantes, sino incluso en lo que llamamos “Las Mejores Familias”.

¿Qué ocurrió? ¿Fue un fallo de los jóvenes o un fracaso de la comunidad cristiana?

Los muchachos dicen que la misa ya no significa nada para ellos, que se aburren en los templos y sermones, que para qué van a oír lo que nada les dice.

Cuando escucho esto pienso en los Reyes Magos, que llegaron a Jerusalén dispuestos a encontrar a Jesús recién nacido… seguramente iban deseosos de encontrar una ciudad iluminada y en fiesta, a sus habitantes saltando de gozo ante el nuevo Salvador que les había nacido.

¡Oh sorpresa! Jerusalén estaba dormida, nada hacia pensar que ahí hubiera nacido el Salvador. La decepción aumentó al preguntar a los sacerdotes y estos sabían el lugar… pero no les interesaba.

¡Que terrible para los magos! ellos habían hecho un gran esfuerzo y a los que les tocaba más directamente, no tenían interés.

Eso mismo le pasa hoy a muchos jóvenes al asistir a nuestros templos. Muchachos y muchachas que apenas están pasando sus primeras crisis de fe, queriendo dejar la infancia para ser adultos, al llegar a nuestra Iglesia examinan nuestras caras, ven nuestro aburrimiento, como si acudiéramos solo por cumplir un mandato, pero sin sentir demasiado o sin expresar lo que sentimos.

Y se preguntan… ¿Esta es la fe que viven nuestros mayores? ¿Esto es lo que tienen que ofrecernos?

Oyen los sermones de los curas y piensan: ¿Estos sienten lo que dicen? Hablan de Cristo, como si nunca se hubieran encontrado con El. (Los que debiéramos ser testigos de Cristo, podemos convertirnos en obstáculos, en tentaciones para los que no creen o creen poco).

Pero a mi me gustaría decir algo a los jóvenes: No se refugien en nuestra mediocridad para ser también ustedes mediocres. Sigan adelante, si encuentran comunidades mediocres y dormidas… D E S P I É R T E N L A S. Porque si los cristianos son mediocres y los curas aburridos… C R I S T O N O L O E S. Y es a El a quien buscamos. (Los magos supieron vencer la tentación, no se preguntaron ¿Por qué no iban los sacerdotes? Supieron que era a Jesús y no a los sacerdotes a quien ellos buscaban y lo encontraron).

Tal vez no encuentren diversión en los templos, si es diversión lo que buscan. Pero a Cristo sí lo encontrarás, si es a El a quien buscas.

SEP: más sexo, menos educación


Recientemente, el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio proclamó a los cuatro vientos, y como un gran logro que la SEP va a enviar miles de condones para que se repartan en las preparatorias de todo el país (a adolescentes de 15 a 18 años), con estas palabras: “Vamos a promover entre los jóvenes la actividad sexual ‘responsable’ a través de la utilización de métodos anticonceptivos y del condón”.

¿Será este el papel de un secretario del sector educativo? ¿No debería preocuparle más la calidad en la educación que están teniendo nuestros niños y jóvenes?



Porque en eso sí estamos muy mal, ya que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa los últimos lugares en calidad educativa y en el rendimiento escolar de los alumnos, pero, al parecer, esto no le preocupa a Lujambio. Prefiere que los chavos y chavas se idioticen con el sexo, en lugar de ponerse a estudiar seriamente y prepararse para ser mexicanos útiles al país.

Cuando escuché lo declarado por Lujambio, pensé: “¡Qué pobre concepto tiene de los jóvenes! como si fueran animalitos, carentes de inteligencia y decisión. ¿Sólo para tener relaciones descontroladas le gustaron? ¿No le basta el bombardeo de sexo que tienen por todos los medios, para que todavía en la escuela les digan: ‘¡Ánimo chicos, tengan todo el sexo que quieran pero usen condón!’”.

Aunque es cierto que a esta edad hay quienes tienen relaciones, con o sin condón, también lo es que esto, lejos de ayudarlos a concentrarse en sus estudios, a respetarse y respetar a sus amigos y amigas, los empuja a una promiscuidad que los destruye.

Al respecto y según un estudio que el mismo secretario mencionó, el 75 por ciento de los jóvenes son aún vírgenes el 25 por ciento restante ya tiene actividad sexual.

Y el secretario en lugar de motivar a ese 75 por ciento para que siga dedicándose a estudiar y prepararse para enfrentar la vida, con esta medida los motiva para que sean promiscuos y se metan en problemas de embarazos, enfermedades de transmisión sexual (ETS) y sida, riesgos que corre el otro 25 por ciento de ellos.

Porque los preservativos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), fallan el 20 por ciento de las veces en cuestión de embarazos; en España se han registrado errores hasta del 46 por ciento, y si hablamos de ETS que antes eran cinco, hoy a causa de la promiscuidad son más de 23… ¿y quieren seguirlas promoviendo?

Muchachos, si el Secretario Lujambio no sabe o no tiene capacidad para enterarse de lo valioso que ustedes son, si él no se ha dado cuenta que tienen inteligencia, capacidad de decidir cuándo, cómo y con quién ejercen su sexualidad, háganselo saber, no se queden callados, no dejen que siga insultando su inteligencia.

Y de paso pregúntenle cuál es su verdadero interés, porque en definitiva no es en modo alguno ayudarlos como personas que piensan y deciden por sí mismas y quieren ser alguien en la vida.

Hace poco una persona me hizo el siguiente comentario: Señora esta mañana he visto algo tan denigrante, en la puerta de una farmacia, de esas que hay en todo el país que venden productos genéricos; había adolescente con una minifaldita, bailando de forma muy provocativa y que tenía colgados en el cuello muchos condones como collares… ¿hasta dónde vamos a llegar?

Hasta dónde los perversos quieran, mientras los padres de familia permanezcan callados dejando que las autoridades “educativas” les quiten su derecho de educar a sus hijos, seguirán siendo cómplices de la perversión de la mente e intimidad de sus niños y adolescentes.

Jóvenes, ustedes tienen la palabra…

jueves, 21 de octubre de 2010

Domingo Mundial de las Misiones

Hoy celebramos en la Iglesia universal el Domingo Mundial de las Misiones y el Evangelio nos presenta al Señor Jesús enviando a sus apóstoles a realizar dos acciones: enseñar su doctrina a todas las naciones para que sea observada y bautizar en el nombre de la Trinidad. Y junto con el mandato ofrece su promesa: Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
Todas las criaturas tenemos una misión por cumplir. Tenemos un proceso hacia un fin. “Cada cosa nació con una misión. Y tú. ¿Para qué naciste? Hablaremos sobre nuestra misión y sobre el cumplimento de la promesa de Cristo.
La flor alegra con su fragancia y sus colores el camino de nuestra vida, el sol ilumina con su luz y conforta con su temperatura, la nueve ofrece su sombra o su lluvia, el árbol proporciona el futuro, las flores, la madera o su sombra generosa; el ave cumple con las leyes de su naturaleza.
El hombre, a diferencia de toda la creación, obra conforme a las facultades espirituales que el Creador le ha concedido. La misión del hombre consiste en ir más allá de nosotros mismos, más allá de los sentidos y más allá de la materia. En este proceso del hombre hacia ese fin para el cual fue proyectado, cada ser humano podrá deliberadamente retrasarlo o ir de acuerdo. Retrasamos la misión de cada uno cuando nos contentamos con los pasatiempos de nuestra vida. Somos tantos los que optamos por la rutina, el caminar con cansancio, tristeza o decepción y, al fin de cuentas, abdicamos a nuestra misión.
Por gracia de Dios hemos recibido una Serie de dones inimaginables. Debemos ser capaces de entender que los dones de Dios al mismo tiempo que son gratuitos e inalterables, son también funcionales. Ante la amplia gama de beneficios recibidos preguntémonos: ¿Para qué los ha recibido? ¿Cuál es mi misión? ¿Cómo desempeño la misión de la Iglesia en el mundo?
¿Eres Casado? Te deseo de todo corazón que tu relación sea en la unidad y en la comprensión. Que ambos se manifiesten sencillos en la solicitud del perdón o, que sean tan capaces de amarse y de concederlo al sentirse ofendidos. Les deseo que cumplan con su misión en la fidelidad.
¿Eres padre de familia? Te deseo que sepas guiar, aconsejar, corregir y apoyar a tus hijos. “No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos”.
¿Eres hijo de Familia? Te quiero recordar que: dar de comer al que nos dio de comer, cuidar al que nos cuidó, desvelarnos por el que se desveló por nosotros y preocuparnos por quien se preocupó de nosotros no es ninguna obra de caridad sino de justicia.
¿Tienes hermanos? Te deseo que tu relación fraterna se manifieste en lo cotidiano y en la aceptación estable e incondicional.
¿Eres, como yo, un cristiano llamado a la vida consagrada? Deseo de todo corazón que tú y yo vivamos nuestra consagración en la integridad que exige y en la pureza que se espera de nosotros. Recuerda que nuestra consagración exige de nuestra parte tres cualidades: totalidad, perpetuidad y alegría. Que nunca se te olvide que cuando en la consagración no hay totalidad hay adulterio, cuando no hay perpetuidad hay divorcio y cuando no hay alegría hay servidumbre.
Hoy faltan misioneros que con su forma de vida, den testimonio de que el Matrimonio es sagrado y todavía posible, que el sacerdocio es un estado de vida atractivo y que la verdadera vida cristiana si existe.
En el Domingo Mundial de las Misiones: ¡Cooperemos con la Misión de la Iglesia por medio de nuestras oraciones, con nuestra ayuda generosa y con la posibilidad de una consagración a la evangelización! ¡Cooperemos también con la predicación y con el testimonio!

UNA VIDA PRÓPOSITIVA

Dios nos entrega generosamente a cada uno de nosotros el premio mayor que es el amor y que nosotros debemos discernir para darnos cuenta de que NO nos los entrega para tenerlo ahí guardado porque entonces no fructifica, sino para entregarlo, para que este se pueda ir renovando.
Dar un trato digno, cálido y humano para que a Dios gracias vayamos cambiando situaciones muy duras. Considerando la felicidad un concepto que se viva en plural e irradiarlo por doquier pero jamás ubicarlo como fin último de la existencia.
La cuestión no es dilucidar si somos o no felices; el asunto va más allá y escarba en lo profundo. Enfocándose en un terreno que incomoda: SERVICIO A LOS DEMÁS.
Aceptarás que muchas veces hablar de felicidad encierra sólo una aspiración personal y egoísta, que consciente o inconscientemente olvida a los demás .Si revisamos los mensajes que nos irradian los medios de comunicación hallarás que los diferentes acepciones de "ser feliz " , convergen a un idéntico punto: la satisfacción de las necesidades personales y, por consiguiente, la consecución del placer a toda costa.
En esta sociedad cada vez más ensimismada e indiferente, la consigna es muy clara: vivir para sí mismo, imaginando que los demás son público.
La idea del abandono de la gloria y de la desaparición de las personas detrás de las obras tiene sentido a la hora de mantener el ego bajo control. El día que compartimos con otros una posición privilegiada, la felicidad empieza a ser razonada y multiplicada. La felicidad existe en la medida en que se reparte , en el grado en el que hacemos participes a otros de ese gozo.
La puerta de la felicidad se abre hacia afuera. En nosotros está el decidir si crecemos felices o desdichados, fuertes ó débiles la inversión en esfuerzo es la misma .
Tal vez la fórmula para alcanzar tan ansiada dicha sea tener alguien a quien amar y cultivar esperanzas.
Esto es muy fácil decirlo pero representa la gran escalera que hace que unos individuos se eleven sobre el resto de los mortales.
Afortunadamente la humanidad tiene sus héroes anónimos y exitosos, haciendo su labor.
La actuación en el mundo de esos seres humanos, es la mejor evidencia de que el egoísmo puede ser vencido, aún a costa de la propia vida, o mejor dicho, trascendiendo a la propia vida.
Creo que el próposito de la vida es ser útil, ser responsable, ser compasivo, y por encima de todo, que nuestra existencia importe: que cuente para algo, que signifique algo, que el mundo se haya transformado con nuestro paso por él.
Y que vayamos enseñando por doquier La Palabra del Señor, colaborando en el servicio como base de la creación de un mundo más integrado, fortalecido y fundamentado por la fe Cristiana.

¡Una Iglesia sin misión, pronta corrupción!



Domingo mundial de las Misiones

“En una sociedad multiétnica que experimenta cada vez más formas de soledad y de indiferencia preocupantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de esperanza y a ser hermanos universales, cultivando los grandes ideales que transforman la historia y, sin falsas ilusiones o miedos inútiles, comprometerse a hacer del planeta la casa de todos los pueblos”.

Hacer del planeta tierra la casa de todos los pueblos, es el deseo y la inspiración del Papa Benedicto XVI en el día mundial de las misiones. Y es el deseo de muchas gentes que se debaten en su soledad y ante la indiferencia y la mirada inquisidora de los poderosos y de los pudientes de este siglo que desde su situación de opulencia y de comodidad miran también con indiferencia y con frialdad a quienes consideran como enemigos de su riqueza, los pobres, que pululan por todos los rincones de la tierra.

Hacer del planeta la casa de todos los pueblos, no será posible si los mismos cristianos no salen de su indiferencia, para ofrecer signos de esperanza y a ser hermanos universales. El haber encontrado a Cristo hasta considerar su encuentro como lo mejor que le podría ocurrir a un hombre sobre la tierra, no lo puede dejar indiferente, sino que tiene que salir a la calle y publicar a los cuatro vientos que Jesús sigue siendo la esperanza de todos los pueblos y el sostén de los pobres y de los desposeídos. Haberse encontrado con Cristo significa comenzar a ser hermano de todos los hombres y comprometerse con los que nada tienen, a los que el mundo les ha privado de las condiciones más indispensables para ser verdaderamente una personas y destinatarios de un mundo mejor.

El convertir a nuestro planeta en la casa de todos los hombres y de todos los pueblos, es la invitación a cultivar los grandes ideales que transforman la historia, y a convertir la fe en Jesús como el gran acontecimiento salvador y que marcará para siempre las conciencias de todos los hombres. La esperanza en un mundo que confía cada vez menos en sus propias fuerzas, nos dará impulso para que todas nuestras acciones tengan un carácter misionero, sabiendo que sin nuestra colaboración personal, la de las parroquias y de las diócesis mismas, el ideal de Cristo de ir a todas las gentes para hacerles conocer y vivir su Evangelio no será posible jamás. Y el amor, la caridad de Cristo que se nos da en alimento cada día sobre los altares, tendrá que ser el símbolo de una humanidad alimentada no a medias ni solo en determinados sectores, sino una humanidad en la que todos los hombres tengan el pan asegurado para todos los habitantes de la tierra. Un mundo sin pan, es un mundo sin alegría y sin futuro. Y un mundo sin Cristo y sin su amor, es un mundo que no conseguirá tampoco los grandes ideales de la paz, de la fraternidad y la unión de todos los hombres.

Finalmente el Papa, en ese texto inspirador para el día mundial de las misiones, nos invita a caminar sin falsas ilusiones y sin miedos inútiles, haciendo primero de la propia casa, el lugar natural donde los niños y los jóvenes aprendan a conocer a Cristo, sus ideales, sus pensamientos sobre la familia, sobre el dinero, sobre su propia sexualidad sobre el matrimonio y sobre su cruz. Si ahí se le ama y se le sigue, ya tenemos las bases para esa casa del mundo como la casa de todos los hombres. La familia tiene que ser realista en infundir en las nuevas generaciones el amor a Cristo que no encontrarán ni en los medios de comunicación social, ni en la escuela ni en el ambiente social en los que Cristo sigue siendo un gran desconocido.

¡Señor, que tu Iglesia recuerde siempre que su labor es eminentemente misionera y que la labor de los cristianos es mostrar con la propia vida y en sus costumbres, que Cristo sigue siendo Salvador y que será el sostén para toda la vida de nuestro planeta tierra como la casa de todos los hombres!

MUCHOS TITUBEABAN


Llama la atención que algunos discípulos dudaron, es decir, que en un primer instante no estuvieron seguros que era El Señor, quien se les aparecía . ¿ Esto sucede hoy a nosotros mismos ? ¿ Porque dudamos que sea Cristo quien se dirige a nosotros ?. Ojala que nos demos cuenta siempre de la presencia del Señor en nuestras vidas y para ello, hay que orar siempre para que tengamos mucha fe.
Algo importante es el encargo que nos hace el Señor y enseñando a cumplir todo lo que El nos ha mandado. ¿ Y que nos ha mandado El señor ?, que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. En esto conoceran todos que son discípulos míos.
Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, es una exigencía la que nos hace también hoy Cristo Jesús, ir a predicar el Evangelio y a instruir a todo el mundo sobre sus enseñanzas, para que se hagan sus discípulos.
También El Señor nos va a asistir y en forma constante, " Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fín del mundo ", es decir siempre contamos con su ayuda y su protección para que llevemos adelante la misión que el nos encomienda.
Con la orden de Cristo de ir a todos los pueblos, a predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el bautismo, se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio El Señor, que debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y, en todas las circunstancias .
Cuando Jesús dice a todos los pueblos esta diciendo a los creyentes e incrédulos. Porque el que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará.
El Evangelio es la Buena Nueva que nos trajo Jesús ¿ En que medida en nuestra existencia cristiana esta Buena Nueva ha cobrado vida o se ha quedado en algo meramente teórico o cultural ?.
¿ En nuestras comunidades qué tanto se " aterriza el Evangelio a nuestra situación, sin traicionarlo ?

sábado, 16 de octubre de 2010

Ver pornografía distorsiona la visión de la sexualidad

¿Te has preguntado alguna vez qué hacen tus hijos en Internet? ¿Sabes si están conectados con amigos o con desconocidos? ¿Conoces cuáles son las web que frecuentan o si los juegos que más utilizan son adecuados a su edad?
Ana Aznar

Con la llegada de la adolescencia la curiosidad de nuestros hijos sobre temas sexuales es muy grande. Si previamente no hemos sembrado una confianza en casa para hablar sobre estos temas o si no nos hemos adelantado, lo más probable es que resuelvan sus dudas directamente con sus amigos o a través de la red. Esta situación la aprovechan con frecuencia otras personas para hacer negocio con la pornografía, a costa de una etapa tan inestable como la adolescencia.


Usuarios expertos, pero inmaduros


Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a la hora de abusar de las nuevas tecnologías; corren el riesgo añadido de acceder a contenidos inapropiados o contactar con desconocidos a través de Internet y las redes sociales. Los padres debemos seguir unas pautas que regulen su uso. Pero no se trata de prohibiciones que con toda seguridad se saltarán cuando no estemos presentes, más bien debemos ayudarles a saber utilizar de forma responsable "los medios". Poco a poco ellos son los que deben ejercer ese autocontrol, tanto con el uso y el tiempo en internet, como en muchas otras facetas de su vida.


La psicóloga Alicia López de Fez considera que los adolescentes constituyen un grupo de riesgo, porque tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que durante más tiempo se conectan a Internet, además de estar muy familiarizados con las nuevas tecnologías. Son usuarios expertos, pero inmaduros.


Esta es una de las razones por las que se desaconseja que nuestros hijos tengan un ordenador o una videoconsola en el dormitorio, pues nos resultará más difícil controlar su uso. Por tanto, debemos colocarlos en un espacio común de la casa, donde "no tengan intimidad" para conectarse con quienes quieran y a cualquier hora del día. La experta recomienda que se pacte el tiempo, los días de juego y de navegación por Internet, siempre desde el diálogo y con sentido común. Así, es mejor una hora durante siete días a la semana, que siete horas seguidas un solo día.


Además, no es aconsejable que puedan navegar a su aire ni jugar a cualquier juego. Los padres debemos supervisar los contenidos a los que éstos tienen acceso. No está de más emplear programas que bloqueen el acceso a ciertos contenidos o que dejen el historial de las páginas visitadas.


Adictos a las nuevas tecnologías


En este sentido, la Organización Mundial de la Salud estima que al menos el 25% de la población sufre un problema relacionado con el abuso de las nuevas tecnologías. Las adicciones a éstas son un problema grave que puede repercutir de manera negativa al descuidar sus obligaciones o relaciones sociales, según explica Fernando Díez, psicólogo experto en adicciones de Amalajer (Asociación Malagueña de Jugadores en Rehabilitación).


Un adicto a las nuevas tecnologías puede entrar en una espiral de aislamiento, gasto incontrolado, depresión y ansiedad. Estas adicciones reciben el nombre de "no tóxicas", "sin sustancia" o "no químicas" y algunos expertos prefieren denominarlas como "problemas de abuso, mal uso o dependencia"; de éstas, las más adictivas son el móvil, las videoconsolas e Internet; y como parte de este último, la dependencia a las redes sociales, al correo electrónico, a chatear, a la compra online, etc. Pero además, algunas están asociadas con otro tipo de patología: el uso abusivo de webs de pornografía.


Ver pornografía distorsiona su visión de la realidad


Patrick F. Fagan, director del Family Research Council, ha analizado los efectos sociales y psicológicos de la pornografía en su estudio "The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community". En éste explica cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad, justo cuando son más vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores morales.


Contrario al argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hace referencia a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo las actitudes y percepciones sobre la naturaleza de la sexualidad. Si son consumidores habituales de pornografía, los hombres tenderán a tener una tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, además de ser un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que estimulan los centros de placer del cerebro. Poner límites a la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de forma correcta su sexualidad. "Desgraciadamente el desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida familiar", comenta Fagan.


Puede desembocar en enfermedad mental


De hecho, la pornografía lleva a percepciones distorsionadas de la realidad social: una percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general y una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad sadomasoquista. "De este modo las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están bastante lejos de la realidad. Un ejemplo es que la visión repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia sexual", afirma Fagan.


Entre las distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: las relaciones sexuales en la naturaleza son algo recreacional, los hombres son en general sexualmente dominantes y las mujeres son objetos o mercancías sexuales. En consecuencia, Fagan describe cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los chicos utilizan la pornografía con mucha más frecuencia que las chicas, su predominio conduce a la idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías sexuales.


¿Por qué empiezan?


Aunque nos sorprenda, la edad media de exposición a la primera imagen pornográfica son los 11 años. Si preguntamos a un adolescente cuándo o por qué empezó a ver pornografía, con seguridad que muchos de ellos nos dirán que fue de manera accidental cuando buscaban información por internet, se bajaron una película que resultó ser una versión porno de la original, con un videojuego que le dejaron o animado por sus amigos. Dependiendo de cada uno la reacción a la pornografía será muy diferente, pero todos se ven en mayor o menor medida afectados por ella. Por esta razón es importante hablar a menudo con nuestros hijos y resolver falsas imágenes que puedan haberse creado.


Podemos estar atentos a algunas señales de alarma como descuido en los deberes, falta de motivación para estudiar, inicio de la masturbación compulsiva, dificultades para relacionarse con el sexo opuesto o tendencia a formar dependencias difíciles de cambiar; todo ello como consecuencia de estar expuestos a material pornográfico, creándoles sentimientos de culpa, baja autoestima y retraimiento social.


Además, entre las razones más frecuentes del inicio de los adolescentes en el consumo de pornografía se encuentra el deseo de experimentación, la búsqueda de identidad, la presión de los amigos, los mitos y una educación sexual deficitaria desde casa. Así la pornografía les "educa" con una visión distorsionada y carente de valores, origen en ocasiones de los conflictos de sexo, de pareja y de familia.


Cuatro etapas del consumidor de pornografía


El doctor Víctor Cline, de la Universidad de Utah, identifica cuatro etapas de quien consume pornografía:


• Adicción: el deseo y la necesidad de mirar imágenes pornográficas.

• Escalada: la necesidad de imágenes más explícitas y fuertes para conseguir el mismo efecto.

• Desensibilización: el material que al comienzo era sorprendente y tabú se considera como normal.

• Actuar: tendencia a imitar los comportamientos vistos. Aunque no todos son igual de vulnerables, el doctor Cline concluye que para algunas personas, la pornografía "es la droga que inicia el camino hacia la adicción sexual".


Consecuencias de cara al comportamiento futuro


Jill. C. Manning, en su libro "¿Cuál es el gran negocio de la pornografía? Una guía para le generación de Internet", habla sobre los daños que la pornografía produce.


1. Se trata de algo potencialmente adictivo. Como tal puede obstaculizar la capacidad de una persona para tomar decisiones claras.

2. Puede distorsionar poderosamente la visión de una persona sobre cuerpos, relaciones y sexualidad.

3. Lleva a la gente a cosificar a los demás, viéndolos como juguetes sexuales que existen sólo para su propia satisfacción.

4. Debido a su influencia distorsionadora mina las oportunidades de los jóvenes de tener seguridad en sí mismos, ser felices y crear relaciones duraderas en el futuro.

5. Afecta, por tanto, su capacidad de ver la vida de forma verdadera, provechosa y sana.

6. Disminuye la sensibilidad hacia las mujeres, mostrando más agresiones, rudeza y falta de respeto.

7. Disminuye el deseo de tener hijos y formar una familia.

8. Aumenta el riesgo de tener dificultades en las relaciones íntimas.

9. Aumenta el riesgo de abusar sexualmente de los demás.

10. Aumenta el riesgo de recibir información incorrecta sobre la sexualidad humana.

11. Aumenta el riesgo de insatisfacción sexual con el/la futuro/a esposo/a.

12.Aumenta el riesgo de divorcio una vez casado.

viernes, 15 de octubre de 2010

PERSEVERAR EN LA ORACIÓN

Una de las actividades más constantes de nuestra fe cristiana es la oración. Manifestamos nuestra fe en Dios por medio de ella. La forma más elemental de la oración es la "vocal". Ordinariamente nos servimos de fórmulas anteriormente preparadas, de palabras recitadas con la boca, ya sea que las leamos o las recitemos de memoria, de este modo sencillo tenemos fe en llegar a Dios.
Este modo elemental de orar puede ser propuesto a cualquiera, incluso a los más rudos. Son capaces de practicarla los niños, los pecadores, o aquellos que no poseen formación espiritual.
Un punto, sin embargo, debe advertirse con cuidado. Este tipo de oración no tiene su valor en las palabras, en las fórmulas, aunque sean bellísimas, ni son éstas las que suben materialmente al cielo. Lo que cuenta son los actos de "voluntad" que internamente acompañan y vivifican las expresiones. Separadas de ellas y tomadas por sí solas, las palabras no tienen valor, y menos aún satisfacen. Dios quiere los corazones, la voluntad libre, el ofrecimiento espontáneo que ésta le hace de sí misma.
Con esto comprendemos cuán equivocados están algunos cristianos que toman algunas oraciones como si fueran fórmulas mágicas. No es raro encontrar cristianos que se sienten atrapados por fórmulas que se deben de recitar un determinado número de veces, y de las cuales se deben hacer un número determinado de copias y que se deben de repartir a otras tantas personas, y que si se hace como se prescribe se obtendrán riquezas, mientras que si no se hacen como se manda, vendrán sobre la persona males incontable. Todo esto es superstición.
La oración es la "elevación del alma a Dios para adorarlo, para darle gracias por el beneficio recibidos, para alabarlo, para pedirle perdón por nuestros pecados y para implorarle gracias para nosotros o para el prójimo".
La oración brota, pues, del corazón; las palabras pronunciadas representan el modesto papel de ocasión, de estimulante, de expresión sensible, nada más. Condición indispensable para el que ora es el recogimiento. Sólo así, en la calma del espíritu, la voluntad podrá multiplicar las actitudes santas, conforme a las fórmulas materialmente usadas.
¿Por qué la perseverancia en la oración? Si Dios ya conoce lo que necesitamos, no habría necesidad ni siquiera de hacer oración. Pero la oración de petición no tiene la función de informar a Dios sobre algo que Él no sepa, sino de ponernos en contacto con Él. La insistencia en nuestra oración nos hace mucho bien, porque es la manifestación de nuestra amistad, de nuestra intimidad con Él.
Jesús nos recomienda la perseverancia en la oración, porque sabe que la insistencia nos hace mucho bien. No por repetir ante Dios nuestra necesidad, sino simplemente porque nos da oportunidad de ponernos en contacto con Él.
Imaginemos a un padre de familia que tiene a su hijo estudiando en alguna universidad en otra ciudad. El sabe que su hijo necesita dinero para su sostenimiento y demás gastos, pero no se lo envía hasta que el hijo hable por teléfono o escriba. Lo hace así, no porque se le olvide, sino porque quiere que el hijo no pierda el contacto con la familia. Así sucede con el Señor; no es que se haga del rogar, sino que quiere que no perdamos las relaciones con Él.
Todo ello es necesario para comprender el mensaje de la palabra de Dios en este domingo, que nos hablará de la oración y de su perseverancia.

LA PERSEVERANCIA EN LA FE


Cuan importante es considerar rezar y creer que se recibirá lo que se está pidiendo. Es lo mismo que cuando un niñito le pide a su padre algo que necesita y sabe que su deseo se realizará. El niño le da a sus padres la dignidad que se merecen, les ama y cree firmemente que ellos le aman también y le responderan a su petición amorosa. Asegurense que estos niños serán tocados por su confianza y les harán felices, en otras palabras estos niños tienen gran fe.
La fe es un regalo que tiene que ser cultivado através de la oración y las devociones, creer es muy importante, volverse como un niño y poner toda la confianza en Dios Padre.
Por supuesto que es necesario hacer sus oraciones de petición de acuerdo con la Divina Voluntad, y aquí es donde la humildad recibe la llave para abrir la puerta de los tesoros de Dios.
Yo soy el Señor tu Dios, la generosidad misma, dándole a todos sin esperar nada de regreso. Así es que cuando alguien hace un esfuerzo para pagar la misericordia, es recompensado con el conocimiento de su voluntad y la herencia de sus riquezas.
La Divina Providencia ha dado a todos los gozos que ustedes han recibido en sus vidas, todo lo que es bueno viene de las manos de Dios.
La alabanza y el agradecimiento deben estar siempre en sus labios, la adoración tiene que mantener sus espíritus en fuego y su intención tiene que ser un ardiente deseo de complacer a Dios. Cuando ustedes se acercan a mi con estos sentimientos, realmente complacen mi corazón y Yo me siento generoso hacia ustedes.
¿ Cuanta fe deseas tener en mi ? depende de cuanto quieres estar conmigo. Te invito a que recuerdes mi amor y a que vivas agradeciéndome constantemente.

jueves, 14 de octubre de 2010

¡juez injusto vencido por la perseverancia de una viuda de pueblo!


Nos hemos encontrado con un escrito muy antiguo, testigo de la constancia y perseverancia de una mujer que venció la indiferencia y la injusticia de un juez. “Mi marido y ya habíamos vivido una existencia llena de paz, de comprensión y de ayuda mutua que era el contento de los que nos rodeaban. Lo único que hubiera podido completar nuestra felicidad hubiera sido la llegada de un hijo. Pero Dios no nos lo concedió. Habíamos platicado mucho mi marido y yo de lo que sobrevendría después de la muerte de uno de los dos. Pero no me imaginaba el calvario que sería para mí el día que mi marido murió. Intempestivamente llegaron sus hermanos y alegando no se qué costumbres, me quedé de la noche a la mañana en plena calle y sin nadie a quién recurrir. Todo se lo habían llevado. Y me vi en la necesidad de acudir al juez para que los cuñados me dieran lo necesario para vivir, pues los bienes los habíamos adquirido con el trabajo de los dos. El juez de mi pueblo administraba justicia a la puerta de la ciudad, por las tardes, después de su trabajo en el campo. Se sentaba en una alfombra y por ahí desfilaban las personas que tenían un litigio pendiente. Así me acerqué pidiendo justicia contra mis adversarios. Al principio me atendió con cortesía, pero cuando se dio cuenta de qué se trataba y de que los adversarios eran los más pendencieros y los más injustos de la población, me dijo que más tarde me escucharía. Pero pasaron los días y su llamado no llegaba, por lo que me di a la tarea de presentarme cada tarde frente a su alfombra para ser atendida. Y al ver que todos pasaban y pasaban, redoble mi esfuerzo y mi constancia, como los novios que quieren verse, como los amigos que quieren platicarse o como los padres y los hijos que quieren conversar, o como el enfermo acude con el médico, así me presentaba cada tarde con el juez. Por supuesto que yo conocía el salmo que recitaba en otros tiempos con mi marido: “Dirijo mi mirada hacia la altura de donde ha de venirme todo auxilio. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”, y entonces el salmo adquirió pleno sentido, pues los hombres y los jueces se dejan corromper y la justicia se hace privilegio de los ricos, de los potentados y de los poderosos. Yo tenía que clamar una y otra vez con el salmista: “El Señor te protege y te da sombra, está siempre a tu lado…te guardará el Señor en los peligros y cuidará tu vida, protegerá tus ires y venires, ahora y para siempre”. Yo siempre confié en el Señor, no así el juez que cada vez se mostraba más incómodo con mi presencia cerca de la puerta de entrada. Y alguien llegó a decirme que la paciencia del juez se estaba acabando, pues aunque él no temía a Dios ni le importaba el juicio de los hombres, por mi molesta insistencia estaba a punto de decidirse. Y así fue. Un día me llamó para decirme que el asunto estaba decidido y que podría volver a tomar posesión de los bienes que asegurarían mi existencia. Así pude cantar con el salmo: “El Señor te protege y te da sombra, el Señor estará siempre a tu lado”.

Aquí termina el escrito y sólo tenemos espacio para pensar en que Dios no es juez que deba sujetarse a leyes dictadas por otros, ni tiene necesidad de entrevistar a las dos partes en el litigio para luego dictar sentencia irrebatible sobre el asunto. Dios es ante todo Padre, pero un padre lleno de amor, que vela por los pequeños y los indefensos, que hace justicia a los oprimidos y que espera que todos sus hijos se conviertan en testigos de la justicia, siendo ellos mismos justos con sus hermanos, mientras claman a él por la verdadera justicia fincada en la fe y el amor. Cuando la situación de injusticia en que vivimos nos hace pensar que Dios ha desistido de su empeño de ser Padre y revestido de justicia, quizá nos convendría volver a escuchar al Profeta Habacuc: “¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina sin que vengas a salvarme?...El Señor me respondió y me dijo: “escribe la visión que te manifestado… es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará: si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe”.

Que la oración plena de fe, de confianza, llena de amor y de perseverancia en el Señor nuestro Dios, nos haga sentir que la justicia del Señor ya está cerca.

sábado, 9 de octubre de 2010

La sorpresa de Le Monde ¿Cine para católicos?


A los Oscar por Francia
El diario francés Le Monde muestra una gran sorpresa al constatar el triunfo de taquilla de una película que trata de siete monjes franceses. No le falta razón al diario parisino, pues en “Des hommes et des dieux”, de Xavier Beauvois, no revientan helicópteros ni se incendian gasolineras… Es una película lenta, con pausas, narrada en forma sencilla, sobre los siete monjes asesinados en Algeria en 1996. No se trata de la historia de la tragedia, sino de una reflexión sobre las razones que les llevaron a permanecer en el monasterio a pesar de las amenazas.

El diario informa que la película fue distribuida en 256 cines de Francia. En la primera semana ocupó el primer puesto en el box office (468 mil espectadores), por encima de “Salt” o “Inception”. Visto el éxito, en la segunda semana los cines fueron 424 (y los espectadores 481 mil). Hoy los cines que ofrecen el film son 464. Aumentar tres veces el número de cines no es normal para una película de este tipo. Las perspectivas son muy alentadoras: después de haber triunfado en Cannes, el film será un buen candidato a los premios “Cesar” franceses y representará a Francia en los Oscar.

Pero ya se sabe que el éxito de crítica (Cannes) no garantiza el éxito de público. En este caso, parece que la clave está siendo –según Le Monde– el “público católico”, que va poco al cine pero que se está movilizando en este caso. En opinión de un eclesiástico citado por el periódico, “la película plantea preguntas críticas sobre el sentido de la vida, la fraternidad, las relaciones con el Islam. Creyentes y no creyentes se sienten interpelados por un film que tiene diversos niveles de lectura”.

viernes, 8 de octubre de 2010

Videoniños

Un tesoro
Hace siglos, muchos lectores de la nobleza –el doncel de Sigüenza, entre otros– se hacían representar en sus tumbas de mármol o de bronce con un libro en las manos, sin duda con la ilusión de hacer la muerte más llevadera. Eran tiempos donde los libros eran escasos. Tan escasos que en las bibliotecas estaban atados con una gruesa cadena, reforzada con amenaza de excomunión para el que robara uno. Los libros eran tan valiosos que Bocaccio no dudó en entregar su caballo a cambio de uno de ellos, y un caballo era algo más que un coche en aquel tiempo. Hoy las cosas han cambiado. Uno de los mejores humoristas europeos dibujaba, en una viñeta, a dos jóvenes hermanos –chico y chica– leyendo tranquilamente en un sofá de su casa. Así son sorpendidos por su padre, que les recrimina su actitud con estas palabras: "Parece mentira... Se os deja media hora solos y apagáis la tele y el ordenador, y os ponéis a leer... ¡Y queréis que confiemos en vosotros!"

Con su ironía, ese humorista se suma a una denuncia casi generalizada: la marea audiovisual que nos invade está provocando, más que un cambio cultural, una auténtica mutación. Está transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en homo videns, infraeducado por la imagen. Por eso, padres y profesores se enfrentan hoy a un reto sin precedentes: la educación de videoniños, de criaturas que pasan más tiempo en el mundo virtual de una pantalla que en el mundo real. Esta situación es alarmante y hace que la cultura escrita sea más necesaria que nunca.

Para crecer bien No es inoportuno recordar que este país –como cualquier otro– necesita buenos lectores. Muchísima gente joven reconoce que apenas lee, y cuando lo hace es por obligación y con una inmensa desgana: "Ayer estaba tan aburrido –me decía un alumno– que hasta me puse a leer un libro". Mi alumno no sabía que el libro es el instrumento de humanización que nos saca del estado de homo neandhertalensis en que todos nacemos. Tampoco sabía que un buen libro es la plenitud de esa humanización, y que le necesitamos para pensar y sentir, para esclarecer la realidad y el laberinto del mundo. Porque lo cierto es que vivimos en una época con sobredosis de información y de mensajes contradictorios, donde a menudo "lo bello es feo y lo feo es bello", como cantaban las brujas que engañaron a Macbeth.

Necesitamos el libro –ha dicho un premio Cervantes– para vivir la verdadera vida, que está por encima de la ficción política. Para vivir libres de la preocupación por nosotros mismos. Para arrojar luz y placer en las mañanas del mundo que nos son concedidas. Me estoy refiriendo a buenos libros, a lecturas selectas, pues es evidente –como lamentaba Borges– que cada vez se publican más tonterías. Pienso en esos libros capaces –mientras son leídos– de reducir el resto del mundo a ruido de fondo. Como nos ha pasado con Ulises y Penélope, con Rodian Raskolnikof y Sonia, con Gandalf y Frodo, con Platero y Harry Potter, con Átticus Finch, con el rey Lear, con Calixto y Melibea, con Segismundo y don Quijote. Si no ganamos esta batalla, el videoniño no crecerá mucho más, y a los treinta años será un adulto con todo el vacío del mundo en la cabeza.

jueves, 7 de octubre de 2010

Diez consejos para sacar partido a la televisión

Para recordar de cuando en cuando
Cuando comienzan nuestros hijos el colegio, la vida ordinaria vuelve a imponerse. El inicio del curso escolar y el final de las vacaciones estivales condicionan a muchas familias a retornar a la actividad laboral y escolar. Se instauran los horarios, la organización del tiempo libre y del descanso al finalizar la jornada.


En la organización de este tiempo libre tiene un lugar muy destacado la televisión. A este respecto, Mercedes Álvarez, la autora del libro Cómo sacar partido a la televisión decía que “Lo queramos o no, la televisión ya forma parte, desde hace mucho tiempo, de nuestro mundo y de nuestras vidas, y para que no se adueñe de éstas, lo más sensato es aprender a sacarle partido”.


Ahora que el mal tiempo nos va impedir hacer planes de familia al aire libre y que retomamos los hábitos del curso escolar, es bueno no perder de vista algunos consejos que dan especialistas y orientadores que, aunque todos conocemos, es conveniente refrescar de vez en cuando.


1.- No debemos dejar a los niños solos ante la televisión. No se debe tener a la televisión como una "niñera electrónica". Debemos ver la televisión con nuestros hijos. Si no es posible, debemos informarnos sobre lo que están viendo.


2.- Tenemos que impedir que se encienda el televisor cuando los niños quieran. Debemos acotar a nuestros hijos el tiempo dedicado a este medio. Es conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene “su lugar” en la vida familiar, junto a otras actividades.


3.- Enseñar a los hijos a que no hay que “ver televisión”, sino que hay que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y discriminación, que les habilitará para tener criterio televisivo.


4.- Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el mando a distancia. El “zapping”, o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección y al de estar los padres previamente informados sobre la programación televisiva.


5.- No es conveniente que nuestros hijos tengan un aparato de televisión en su habitación. Este hecho hace muy difícil que conozcamos los programas que ven, la selección que realizan y el tiempo que invierten en la pantalla.


6.- No todos los programas dan lo mismo. Los padres debemos dar a nuestros hijos unas pautas sobre los contenidos televisivos, sobre los valores o contravalores que ofrecen determinados programas. Fruto de este análisis compartido nuestros hijos pasan por un proceso reflexivo y supone una vía para que vayan adquiriendo competencia televisiva.


7.- No conviene dar por sentado que todos los programas llamados “infantiles” tienen un contenido adecuado. Los padres debemos orientar a nuestros hijos en este sentido, lo que nos obliga a informarnos adecuadamente al respecto.


8.-La capacidad de imitación que tiene el niño debe de ser orientada hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares y no hacia “héroes de ficción” o personajes de poca ejemplaridad.


9.- El ejemplo es vital. Si los padres ven mucha televisión, o televisión de mala calidad, ¿con qué criterio vamos a evitar que nuestros hijos vean aquellos programas negativos para ellos?. Los padres suponemos un modelo para nuestros hijos en la relación que éstos establecen con distintos ámbitos de la vida.


10.- Dialogar con nuestros hijos sobre los contenidos emitidos en televisión. Es una buena forma de educar en valores, reflexionar juntos y entablar una conversación interesante sobre sus gustos, preferencias y actitudes respecto a lo visto.


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A río pasado, santo olvidado

Es muy común y natural que ante un peligro que nos acecha, nos de por bajar a todos los santos de la corte celestial, pero no es tan común que una vez pasado el peligro, la operación quirúrgica, o habiendo conseguido el empleo, o habiendo recobrado el amor perdido no volvamos a acercarnos a aquellos a los que considerábamos aliados antes de nuestra aventura. Por eso es importante la narración que San Lucas nos hace para que nosotros sepamos aquilatar en lo que vale, la gratitud, el agradecimiento, por las cosas pequeñas de las que está llena la aventura de nuestra vida y hagamos el mundo más hermoso sabiendo tomar las cosas que se nos ofrecen no con las manos sino con el corazón.

Se trata de 10 enfermos de lepra, una enfermedad que inspiraba terror en las gentes y que además en el pueblo hebreo se consideraba como una maldición divina, de manera que los leprosos eran echados fuera de la comunidad de los hombres y de su sinagoga y su religión. Ellos no podían acercarse de ninguna manera a la gente sana, y eran condenados a su triste suerte. Pero hombres al fin al cabo, a los diez leprosos les llegaron noticias de que Cristo curaba a los enfermos, y llenos de esperanza, se situaron a la vuelta del camino, cerca de un poblado por el que Cristo tenía que pasar, y sorprendiéndolo, aunque sin acercarse, le gritaron con todas sus fuerzas: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Contrariamente a lo que ocurría otras veces con Cristo, no los tocó ni se acerco a ellos, pero viendo que tenían fe suficiente, los envió a los sacerdotes de su pueblo para que testificaran que ya habían sido curados y que podían reintegrarse a sus comunidades y a sus familias. Lo sorprendente es que yendo de camino se descubrieron curados unos a otros, con gran contento de sus corazones. A mí me viene la sospecha de que algunos de ellos sugirieron: “olvídense de los sacerdotes, vamos a festejar, vamos echarnos unas cuántas “cheves” , a lo mejor bailamos un poco, y luego ya veremos”. Algunos otros, fieles a sus leyes y a sus costumbres se presentarían efectivamente a los sacerdotes, y sólo uno, presa de una gran alegría, regresó ante Jesús, para darle cumplidamente las gracias. Hay que decir aquí que los judíos y los samaritanos tenían pleito casado por cuestiones de fe, de culto y de etnia. De manera que una manera de ofender a un judío era decirle que era un samaritano. Así quisieron ofender a Cristo en una ocasión.

Pues la verdad, cuando Cristo ve que sólo el samaritano volvió para agradecerle la curación, deja escapar los sentimientos que eso le causó como hombre. Sintió en carne propia la ingratitud de los hombres, manifestada en tres preguntas: “¿qué no eran diez los que quedaron curados? ¿dónde están los otros nueve? ¿no ha habido nadie, fuera de este extranjero que volviera para dar gloria a Dios?”. La conclusión fue que Cristo levantó al samaritano, le estrechó sobre su pecho, y lo mandó curado interiormente: “Vete, tu fe te ha salvado”. Aquél hombre no fue curado sólo en su epidermis, recibió una curación interior que los otros no tuvieron porque pensaron que su curación se debía simplemente a que eran judíos, la raza elegida y que no tenían nada que agradecer.

Al llegar a este mundo tenemos que situarnos ante Cristo y ante Dios para agradecer las cosas bellas y pequeñas que coloca a nuestro lado cada día, y educar a nuestro corazón y de paso a nuestros niños para agradecer los gestos de las personas que conviven con nosotros y que nos sirven constantemente, para hacer nuestro mundo más bello, nuestra convivencia más armónica y nuestra relación con Dios más fructífera. ¡Gracias, Señor, por el don de la vida!



La gratitud, memoria del corazón.

La palabra de Dios nos hablará de la lepra, una de las enfermedades que se conocen desde hace muchísimo tiempo. Los médicos nos señalan algunas de sus características: no es hereditaria; aunque sí es transmisible. Se conoce por lesiones en la piel, en el sistema nervioso y en las vísceras. Los leprosos pierden la sensibilidad; aparecen manchas, seguidas de ulceración y hasta de gangrena, localizada casi siempre en las extremidades.
En tiempo de Moisés se le consideraba contagiosa y prácticamente incurable. Pensaban que era un castigo de Dios; esta enfermedad hacía el hombre “impuro”; es decir, incapaz de presentarse ante el altar del Señor.
La razón de estas leyes, que ahora nos parecen excesivamente rigurosas, es porque se temía el contagio y había que preservar a la comunidad. El sacerdote era el encargado de decidir si había o no verdadera lepra. Hoy se sabe que no es tan contagiosa y, si se llega a detectar en sus inicios, es curable. Se consideraba necesario aislar a los leprosos en “leprosarios”. Hoy se desaconseja este sistema.
En el lenguaje eclesiástico la lepra es el símbolo del pecado: lo que es la lepra para el cuerpo es el pecado para el alma, sobre todo cuando se trata del pecado que no ha sido perdonado.
Nos resulta extraño que hubiera hasta diez leprosos reunidos. Podemos imaginar que alguno se apartó del pueblo donde vivía y se refugió en algún bosquecillo cerca de la población, a donde sus familiares le llevaban algo de comida. La dejaban en el camino y él la recogía, se fueron juntando hasta llegar a diez. El último que llegó les informó había un hombre, Jesús de Nazareth, que curaba enfermedades. Esta información despertó en ellos la esperanza. ¡Si algún día pudieran encontrarse con él! Pero les parecía imposible.
Aquel día, vieron que pasaba una caravana por el camino. No era una caravana de mercaderes, porque no traían mercancía cargada por animales; tampoco eran peregrinos porque ordinariamente los hombres marchaban separados de las mujeres, y, además, no se oían los cantos acostumbrados. ¿Qué podría ser aquel conjunto de personas? Entre todos destacaba la figura de un hombre que caminaba hablando en voz alta. Quizás por pura intuición se dieron cuenta que era Jesús de Nazaret. La oportunidad que esperaban estaba a su alcance. No se podían acercar al grupo; por eso “Se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”.
Podemos imaginar que el grupo quedó petrificado. Se dieron cuenta que se trataba de leprosos. Si se acercaban estaban expuestos al contagio.
“Jesús les dijo: Vallan a presentarse a los sacerdotes”. Presentarse ante los sacerdotes era ir por el certificado de salud, porque, como dijimos antes, el sacerdote era quien decidía si había o no lepra.
“Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano”. Los judíos y los samaritanos no se dirigían la palabra. En el grupo de los diez leprosos esta antipatía se había quebrantado. La enfermedad los había unido a todos. El mismo sufrimiento había producido entre ellos la solidaridad.
“Jesús dijo: ¿No han quedado limpios diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
Estas preguntas que hace Jesús Aparentemente tienen un tono de reproche. ¿Cómo que Jesús está incomodo? En muchos de sus milagros recomendaba que no lo dijeran a nadie. Por otra parte, son preguntas que quedan sin respuesta. Los que lo acompañaban no podían responderlas; el samaritano que estaba postrando, tampoco. Quizás nosotros podríamos dar una respuesta: aquellos leprosos, una vez que se sintieron limpios de la lepra y obtuvieron el certificado de salud lo que deseaban era regresar a sus casas, con su familias, y se olvidaron de Jesús. Jesús quería hacer resaltar la gratitud de aquel samaritano para dejar en su Evangelio una estupenda enseñanza.
A Dios se le debe dar gracias siempre y en todas partes. ¡Qué lastima que aquéllos que nunca agradecimos las bendiciones recibidas, le reclamemos la ausencia de aquello a lo que nos acostumbramos y que no fuimos capaces de agradecer!
La ingratitud suele ser una expresión de la incredulidad. Cuando nos falta la fe sobreviene la negación de Dios como fuente de todos los bines. El hombre de poca fe da pocas gracias; Normalmente quien no es agradecido con Dios tampoco lo es con sus semejantes.
El samaritano que fue a dar gracias a Jesús se llevó un don más alto, todavía mayor que la sola curación del cuerpo: la salvación de su vida.
Los nueve leprosos desagradecidos se quedaron sin la mayor parte que les había reservado el Señor. “Pues el que se experimenta fiel en lo poco, se le confiará mucho más”.
Los humanos somos orgullosos por naturaleza. No queremos deberle nada a nadie. Y, sin embargo, Dios nos puso en la vida para que nos sirvamos unos a otros. Cuando alguno hace un servicio a otra persona, espontáneamente espera que se lo agradezca; si no lo hace, se siente frustrado y queda inclinado a no volver a hacer ningún favor a nadie. Por el contrario, cuando se lo agradecen siente la inclinación a volver a hacer favores. Precisamente esta es la enseñanza que nos quiere dar Jesús: que seamos agradecidos unos a otros, para que sigan circulando los servicios desinteresados, para que sigua circulando el amor.
Tú y yo deberíamos sentirnos avergonzados de no valorar lo que tenemos, o de no agradecerlo. ¡Ojalá que, antes de pensar en lo que no tienes, pienses un poco en lo que sí tienes!... y que no agradeces.