jueves, 31 de diciembre de 2009

Por otro camino volvieron a su país




En esta fiesta de la Epifanía la palabra de Dios nos ha puesto delante tres modelos que representan cada uno una elección global de vida; Herodes, los sacerdotes y los Magos. ¿A cuál de ellos queremos asemejarnos?.

Herodes representa a la persona, que ya ha hecho su elección. No ve más que su provecho. Está animado por "el amor de sí mismo, que según la ocasión puede llevar hasta el desprecio de Dios". El mundo esta lleno hoy de "Herodes". Para ellos no hay "epifanía", manifestación de Dios, que baste. Están "cegados"; no ven porque no quieren ver. Sólo un milagro (y por suerte existen) pueden deshacer esta coraza de egoísmo.

Los sacerdotes. Ellos saben dónde ha nacido el Mesías; pero… permanecen cómodamente en sus casas.

Aquí vemos simbolizada una actitud divulgada entre nosotros. Sabemos bien qué comporta seguir a Jesús, "ir detrás de él", lo sabemos explicar también a los demás; pero, nos falta la valentía y la radicalidad. Sabían que Jesús se hallaba en Belén, nosotros sabemos que Jesús se encuentra hoy entre los pobres, los humildes, los que sufren. Finalmente los protagonistas de esa fiesta, los magos. Ellos instruyen no con lo que dicen, sino con lo que hacen. Dios se ha revelado a ellos, utilizando la costumbre de escrutar el cielo. Ellos no han puesto demora, se han puesto en camino.

Hemos visto y venimos. No han interpuesto demora alguna. Si se hubieran bien qué significa "adorar": tributar el honor posible, al máximo, reconocer a uno la soberanía absoluta.

Los Magos no se mueven sólo por curiosidad. No buscan aumentar su conocimiento, sino expresar su devoción y su misión a Dios.

La adoración, es la mejor expresión del "sentimiento de criaturas". Muchos usan esta palabra con demasiada ligereza: "Yo adoro ir a pescar, adoro a mi perro". No digo que se cometa pecado, pero ciertamente no indica una gran sensibilidad religiosa.

Una última indicación preciosa nos viene de los Magos: "Se marcharon a su tierra por otro camino".

Una vez encontrado a Cristo, no se puede ya volver atrás por el mismo camino. Cambia la vía. No podemos nosotros hoy, volver a casa por el camino por el que hemos venido. La palabra de Dios debe haber cambiado algo dentro de nosotros.

También nosotros hemos sido conducidos a adorar a Cristo; también nosotros, reconociendo y alabando a Cristo nuestro Rey, lo hemos honrado con oro, incienso y mirra. Nos falta ahora solamente testimoniarlo, tomando un nuevo camino.

Madre de Dios y Madre nuestra


Cuando Jesús nació y María lo vio durmiendo en el pesebre, ¿Cuáles serían las impresiones de su Corazón de Madre? Aún antes de darle el primer beso, en el cual pondría toda su alma de Virgen y de Madre, pensó, que ese Niño era de Dios, y que si se lo habían dado, era para nosotros… Y comprendió que su Hijo no era de Ella exclusivamente. ¡Con qué generosidad entonces, para unirse a la voluntad de Dios, lo tomó, y elevándolo hacia el cielo, lo ofreció a Dios, lo tomó, para su gloria y para la salvación de sus hijos!

Y recostándolo en el pesebre, lo contempló largo tiempo, como para impregnarse más y más de El. Y cuando el Niño abrió los ojos y mirándola le sonrió… ¡Que impresión en su Corazón de Madre!.
¡Con qué mezcla de amor y de humildad se ofrecía TODA a su servicio, se esforzaba en ser TODA para EL!. En su nombre primero y después en nombre de todos.

Viéndose, tan pequeña para una misión tan grande, rogaba a Dios que le enseñara a ser digna Madre de aquel que, junto con el Padre Celestial, se atrevía a llamar ¡su Hijo!...

María es Madre de Jesús y es nuestra Madre. Lo creemos porque nos lo enseñan la Iglesia, los santos y los teólogos... Así como es una misma cosa ser Madre de Jesús y ser nuestra Madre, así es lo mismo para su corazón maternal amar a Jesús y amarnos a nosotros. El corazón de la Madre de Jesús es el corazón de nuestra Madre.

La Madre de Dios que tambien es nuestra Madre ¡Nos ama con el mismo amor con que ama a Jesús! ¡Su amor para cada uno de nosotros es el amor del Divino primogénito que se desborda sobre los hermanos del Único amado!

Esa seguridad de tener a Jesús por hermano y por Madre a la misma Madre de Jesús, es lo que da su verdadero carácter y su nota fundamental a nuestro amor filial hacia María.

Ahora vislumbramos, pero en el cielo comprenderemos plenamente, cómo nos ama ese Corazón de Madre, por disposición del Padre Celestial, con el mismo amor con que amó a Jesús.

Alegrémonos todos, sabiendo que la Madre de Jesús adopta benignamente por hijos a cuantos queremos serlo.

sábado, 26 de diciembre de 2009

¡CRISTO JESÚS ESCAPÓ DE SUS PROPIOS SECUESTRADORES!




La fiesta de la los santos reyes o de la Epifanía, no es sólo la fiesta de los niños, sino la fiesta de los aventureros, de los que dejan la comodidad y la seguridad, para explorar caminos nuevos. No es la fiesta de los que se quedan en casa, pretendiendo conquistar el mundo con un simple control de TV en la mano, sino de los que salen a conquistar las montañas o bajar hasta las profundidades de la tierra, o los que invierten su vida conquistando la victoria sobre las enfermedades desde un microscopio, para alivio de la humanidad.

Navidad y Epifanía son dos fiestas gemelas, pero ésta última marca el momento en que Jesús dejó de ser patrimonio del pueblo hebreo, para ser el Salvador de todas las gentes, desde el momento en que permite la adoración de gentes extrañas a su propio pueblo.

Pero vayamos por partes, aunque santa claus, con esa figura grotesca, burda y extraña llegara a sustituir del todo a los santos reyes o reyes magos, la figura de éstos siempre será más simpática y significativa que la del viejo barbón y vestido como payaso de circo. Hay que decir en honor a la verdad, que de los reyes magos no tenemos datos ciertos en la Sagrada Escritura. Solo sabemos de su existencia, pero no cuantos eran, ni su profesión ni su nacionalidad, y tampoco sabemos su paradero, aunque su santidad Benedicto XVI, que no deja de ser alemán aunque sea el Santo Padre, haya ido en peregrinación a Colonia, en su patria, al lugar donde están los “restos mortales” de los reyes magos. Si son tres y si tenemos sus nombres y su color, eso lo han inventado los hombres a través del tiempo.

Y ya nos volvimos a desviar. Esos hombres aparecen, pues, al poco tiempo del nacimiento de Cristo. Ellos se habían puesto en camino, y una estrella misteriosa los fue guiando por todo el camino, pero al llegar a Jerusalén, hizo mutis y aquellos hombres quedaron sin saber a dónde voltear. Esa ciudad era comandada por un rey cruel, celoso hasta el extremo de su poder y de su reino, y ellos llegaron preguntando precisamente por el “rey” de los judíos que acaba de nacer. Era para que todos los moradores se murieran de angustia antes de que Herodes decretara la muerte de todos los que dieran pábulo a tal noticia. De cualquier manera se le informó de aquellas gentes extrañas con aquella extraña petición, y cuando investigó con los eclesiásticos sobre el lugar y el nacimiento de aquél “Salvador”, fueron enviados a Belén, distante apenas unos cuántos kilómetros con encargo de regresar a notificarle de tal suceso “para poder ir también él adorarle”. Pero aún a distancia de muchos siglos, nos sigue siento asombroso que ni el Rey Herodes movió un dedo, ni les dichos eclesiásticos se apresuraron a echar siquiera una mirada al personaje que estuvieron esperando ellos mismos por muchos siglos. ¿No ocurrirá cosa semejante el día de hoy? ¿No será que los pobres se dan más prisa para postrarse ante el Divino Salvador? ¿No será que los que aún no pertenecen de lleno a Cristo tienen más interés por él que los que ya estamos en plena comunión con el Jesús el Salvador? ¿Y no será extraño que hoy muchas gentes están interesadas en hacer el bien a los pobres, aquellos con los que Cristo quiso identificarse, en conseguirles cobijas, cobertores, un techo para ellos, una condición más digna de hijos de Dios que nosotros mismos, los eclesiásticos de todas las iglesias establecidas? De cualquier manera, hoy la nueva estrella de los cristianos, será la fe, la fe en el Salvador, que no siempre será fácil seguir, pero que brilla esplendorosa el día de hoy, aunque muchas gentes se esfuercen por opacar su luz y la alegría que irradia, para convertir a nuestro mundo en un mundo de tinieblas. Que todos los cristianos nos pongamos en movimiento, dejando nuestras comodidades, y podamos darnos la mano con todos los hombres de buena voluntad para que abrazados a Cristo el hermano mayor hagamos nuestro mundo más fraternal, más humano, más justo, más pacífico y más alegre.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Navidad y el paso por la vida


La Navidad siempre es una buena oportunidad para enmarcar esa etapa maravillosa de la vida de grandes transiciones de la niñez a la adultez, pues es en ella una gran oportunidad de conocer nuestras fuerzas interiores, que debemos aprovechar al máximo para engrandecernos como seres humanos.
En los cambios fisiológicos y de pensamiento lógico y formal del joven, es el momento de incidir profundamente para que las normas, los valores y el cristianismo sean aprendidos de manera contundente y se mantengan para siempre, o de otra manera se corre el riesgo de hacerse vulnerables al daño, a las adicciones, a la falta de una buena comunicación con su familia y con la sociedad, así como con las diversas autoridades en todos los ámbitos.
Incorporarse al mundo de los adultos, aprender a ver de una manera diferente la vida, encontrar más libertad, más amigos, en donde surgan nuevos horizontes, nuevas ideas, etapa delicada del ser humano porque es la que enmarca prácticamente el futuro de la vida, que la decisiones que se tomen sean las más acertivas, ya que son las que van a acompañar por el resto de la vida.
Que en esta busqueda de una identidad propía se reencuentren con Cristo Jesús a través del diálogo interno para conocerse mejor y exteriorizarlo a sus semejantes.
Que se viva intensamente esta etapa de renacimiento, de amor, de amistad, y sentirse plenos por la llegada de Dios.

lunes, 21 de diciembre de 2009

¿UN JESÚS ADOLESCENTE Y CASCARRABIAS?



A un estudiante de secundaria le preguntaron en una tarea escolar qué es la adolescencia y respondió muy orondo que la adolescencia es esa enfermedad que les entra a los papás cuando los hijos tienen entre 12 y 18 años. Así de fácil. Pues resulta que a María y a José también les resultó la adolescencia y de la forma que menos se lo imaginaban con su Hijo Jesús. Todo iba caminando como sobre rieles, pero un día durante el tiempo de Pascua, y eso es muy importante de señalar, María y José, conforme a sus acendradas tradiciones, subieron a Jerusalén para las actividades propias de esa fiesta. Y llevaron consigo a Jesús que desde entonces, desde los 12 años, dejaba de ser niño para convertirse en un adulto ante la religión de sus padres y de su nación. Ya desde entonces estaría obligado a la peregrinación anual y a todo lo que señalaba la Ley de Moisés para un hebreo. La ciudad hervía de peregrinos, y hubo que aprovechar la venida a la gran ciudad para comprar varios menesteres, un nuevo cedazo y algunas ollas para la cocina de María y un serrucho de medio uso para la carpintería de José. En medio de aquél barullo de gente, María supuso que el joven Jesús estaría con José, y éste se imaginó que su hijo estaría con su madre María. Y así emprendieron el viaje de regreso, pero cuando finalmente pudieron unirse, se dieron cuenta que Jesús no estaba con ellos, y llenos de natural angustia, regresaron en su búsqueda. Hay que decir que Jesús no se escapó ni se les perdió a sus papás, sino que desde ese momento comenzó un crecimiento que lo capacitaba desde su propia familia, para ser servidor de todos los hombres y mirar ya no tanto por su propia familia sino por todas las familias del mundo, por la familia humana. Después de mirar por todas partes, sus padres idearon volver a templo, y ahí lo encontraron en medio de los maestros y doctores de la Ley, escuchándoles y haciéndoles preguntas, de lo cuál todos estaban admirados dada la corta edad de Jesús. Jesús no fue encontrado en las ceremonias propias del templo, sino inquiriendo a ya aquellos hombres a los que tendría que enfrentarse directamente en su edad adulta y que de hecho le causarían su propia muerte. Lucas, el Evangelista no nos proporciona datos anecdóticos de Jesús, sino que va su objetivo, mostrarnos a Cristo comprometido con todos los hombres con su muerte y su resurrección. Es por eso que afirma que sus padres lo encontraron precisamente a los tres días. Y como toda madre lo hubiera hecho, ella inquiere a Jesús sobre su comportamiento: “Hijo mío, ¿porqué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Es María y no José la que toma la iniciativa de interrogar a su hijo. ¿Llevaba ella los pantalones? No nos detengamos en eso sino en la respuesta de Jesús, que los metió en un profundo desconcierto, porque hasta entonces se había manifestado como el mejor de los hijos: “¿Porqué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”. Fuera de la profundidad de su respuesta, la actitud de Jesús es la de un verdadero y auténtico adolescente. Está manifestando que por sobre los lazos familiares, muy dignos de estima, de respeto y de cariño, está la voluntad de su Padre que lo envía por el mundo la lograr la liberación de los hombres de todo lo que los ata, sobre todo al pecado. No hay mucho espacio para detenernos, sólo señalar que aunque los padres no entendieron la actitud de Jesús, de todas maneras lo llevaron consigo a Nazaret, para que él siguiera chupando en las raíces de su pueblo y de su familia, la sabia de la fe y del amor, pero ejercitando sus alas para volar hasta las alturas y guiar al pueblo y a la humanidad que se le confiaba en camino a la casa del Buen Padre Dios. Y como se trata de la fiesta de la sagrada Familia, y no de la nuestra, sólo añadiré que si nuestra familia quiere ser hoy una familia cristiana, tendrá que proporcionar a los hijos esa doble necesidad, hondas raíces en la fe para que sus vidas jóvenes tengan un sentido, pero también, ejercitar con profundo respeto sus alas para que puedan volar por los caminos por los que el Señor los quiera llevar cumpliendo así su misión en este mundo.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Y SI MARÍA NO HUBIERA ESPERADO LAS 12 O 13 SEMANAS?





Quiero mucho a María y en mi tierra, la Imagen de nuestra Señora de Guanajuato, antiquísima, está adornada con joyas, con mantos preciosos, con muchos recuerdos que constituyen un gran tesoro porque son fruto del amor que los moradores le hemos tenido a María. Y lo mismo podemos decir del amor a María en todos los continentes. Es la Madre y con eso basta. Sin embargo, el hecho de que los hombres hayan revestido sus imágenes con coronas y joyas, con mantos de reina y con vestidos lujosos, y la hayan subido en tronos elevados, contrasta muchísimo con la primera vez que María, ya con su Hijo en su entraña salió de casa. Sus vestiduras, su ajuar, su medio de transporte y su compañía, eran pobres, para recorrer la distancia de 100 kilómetros para ir visitar a su prima Isabel. Era muy poco lo que María cargaba, y sin embargo también cargaba consigo, aunque no en sus brazos sino en su vientre, el más rico tesoro que se le podría haber confiado a una mujer sobre la tierra, al mismísimo Hijo del Altísimo, que a decir verdad no era cargado precisamente en las ricas custodias con las que los hombres acostumbran pasearlo por las iglesias, las calles y las plazas, sino el vientre, el seno acogedor, cálido, sencillo y alegre de su madre.

El porte de María era sencillo, humilde pero rebosaba de alegría, tenía muchos motivos para alegrarse, en primer lugar, tenía unos padres ejemplares, y luego estaba desposaba con un hombre varonil, atractivo que prometía que le cuidaría como un hombre enamorado puede custodiar a la mujer amada. Nunca he entendido porqué a San José nos lo presentan como un anciano. Se me haría un despropósito por no decir otra cosa, casar a la más joven y a la más bella de las mujeres con un anciano. Repugna. Quizá es lo que el Papa Benedicto XVI ha querido decirle a los niños de Roma que se han reunido el domingo pasado para bendecir las imágenes del Niño Dios que llevaban en sus manos: “La Virgen y San José no parecen una familia muy afortunada. Tendrían a su primer hijo en medio de grandes dificultades, sin embargo están llenos de una alegría profunda, porque se aman y sobre todo están seguros de que en su historia está la obra de Dios, quien se ha hecho presente en el pequeño Jesús”. Qué bueno que el Papa Benedicto XVI nos haya recordado el cariño que unía entrañablemente a los esposos José y María. Enhorabuena.

Me he detenido tanto en la persona de María, que me he olvidado precisamente de su viajey de su misión. Ella vivía en las montañas de Galilea, donde a los hombres y más a las mujeres se les consideraba al borde del paganismo. Ella subía a otras montañas más elevadas, a Judea, cerca de la capital de todas las tribus a visitar a otra mujer que también estaba esperando un hijo. E iba con tres intenciones: ayudar, porque aquella mujer requería de ayuda, a felicitar, porque Isabel también había aceptado la maternidad siendo ya grande y también para compartir, porque todo fue que estuvieran una frente a la otra para que todo estallara en alegría, en regocijo, y en alabanza al Dios de los cielos. La criatura misma de Isabel en la entraña de su madre, percibió la grandeza del Hijo de María, dando saltos de gozo en su refugio. La que prorrumpe en alabanza al Creador es Isabel y se alegra con María por la criatura que ya lleva en su seno, pero sobre todo, porque ella le creyó al Señor que le aseguraba que tendría un Hijo que sería fruto del Espíritu Santo. Ella reconoce que María ha logrado conjuntar la virginidad, la fecundidad y la humildad, todo como fruto del amor de Dios a los hombres.

Cuando todo tiende a encerrarnos en nuestras propias casas, esta próxima Navidad, copados por nuestras propias luces, regalos, cenas y bebidas, cuando tendemos a cerrar las puertas a los que no son de la familia, del clan o de los nuestros, el ejemplo de María tendría que animarnos a salir al encuentro del necesitado, del que sufre y del que no ha alcanzado la misma condición que nosotros, a aquellos por los que el Divino niño ha venido, por los pobres, los marginados e incultos entre los que estaba precisamente su Madre, la Virgen María.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

Educación principesca Carácter y acierto en el vivir

Cualquier padre sensato quiere siempre la mejor educación para sus hijos. Lo malo es que algunos convierten ese legítimo deseo en una especie de obsesión perniciosa. Sobre todo porque confunden la verdadera educación con una instrucción principesca por la que están dispuestos a sacrificarlo casi todo.

Quisieran que sus hijos fueran los mejores en el deporte, en los estudios, en los idiomas, en la música, en el vestido, en todo. "Una buena preparación –suelen decir– para que pueda luego ganarse bien la vida y disfrutar de ella y hacer lo que le dé la gana. Que nunca puedan reprocharnos que no les dimos todas las oportunidades para abrirse un camino en la vida."

El problema es que ese interés por las notas, el inglés, el piano y el karate, a veces no se ve acompañado de una preocupación seria por educar a los hijos en los valores más básicos, y se transforma en un afán egoísta, en el que hay mucho de vanidad, de ganas de aparentar, de deseo de ostentación de hijos modélicos en todo.

— Y además, luego es muy corriente que se vean defraudados...

Los que ignoran todos esos valores y actúan como si educar fuera cuestión casi sólo de masters, academias y gimnasios, al pasar los años se encuentran con que los chicos apenas tienen resortes que les permitan soportar todo el ambicioso proyecto que sus padres les habían preparado.

Amigo mío, –habría que decirles– te has ocupado siempre de su cuerpo y de sus conocimientos, pero ¿has educado de verdad su inteligencia, su voluntad y sus sentimientos?

Su valor como persona Quizá habéis dedicado lo mejor de vuestra vida a darles lo que era menos importante.

Quizá habéis pensado mucho en la carrera que "haría", pero no en el tipo de persona que "sería".

Quizá no le habéis transmitido ideales nobles por los que luchar, y ahora surgen los problemas.

— Pero no hay por qué contraponer toda esa educación en los valores con una buena preparación profesional.

Por supuesto que no. Pero tampoco se puede sacrificar todo por esa preparación.

Y es algo que sucede, por ejemplo, cuando no se da la debida importancia a que el colegio eduque según nuestros valores y creencias, o al ambiente moral del lugar adonde va a hacer un campamento o un curso de verano en el extranjero.

— A veces es cuestión de dinero, porque quizá ese colegio que le conviene resulta más caro.

De acuerdo, pero quizá lo puedes ahorrar de otras cosas menos necesarias. Porque formar a un chico o una chica es un trabajo de artesanía, arduo y difícil, y que muchas veces es precisamente el dinero mal empleado lo que lo estropea.

Talentos y virtudes Toth decía que son muchos los talentos que perecen en la miseria; pero aún es mayor el número de los que se pierden en la blanda comodidad de la abundancia. Y algunos incluso, de tanto hacer cuentas y trabajar hasta la extenuación y reducir el número de hijos para poder así gastar más y más en ellos, acaban por estropearlos.

Repasa tus criterios. ¿Qué buscas en la educación? A veces falla por no tener claro este punto. Te cuento lo que sobre esto pensaba un amigo mío. Me decía que cuando unos padres le hablaban de su hijo y se deshacían en elogios sobre el gran talento que tenía su criatura, sobre su inteligencia, su memoria u otras cualidades, pero nunca decían nada de su calidad como persona, entonces, pensaba que ese matrimonio no tenía en su cabeza una escala de valores válida.

No es buena señal –continuaba– que se alaben más los talentos que las virtudes: "Es listísimo, tiene una memoria fenomenal y un oído prodigioso..."; bien, pero es mejor cuando se oye: "Es una chica o un chico muy trabajador, noble, gran amigo de sus amigos, que siempre dice la verdad, que te ayuda siempre que puede..."; porque revela que está educado en una serie de valores que le serán más útiles en la vida que todas esas otras cualidades que a algunos tanto deslumbran.


Enviar amigo

lunes, 7 de diciembre de 2009

Una labor de artesanía - La educación de los hijos

No caer en extremos
La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas.

Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta..., a nosotros. No. Son ellos mismos.

Tener un proyecto educativo no significa meter a los hijos en un molde a presión. La verdadera labor del educador es mucho más creativa. Es como descubrir una fina escultura dentro de un bloque de mármol, quitando lo que sobra, limando asperezas y mejorando detalles.

Se trata de ir ayudándole a quitar sus defectos para desvelar la riqueza de su forma de ser y de entender las cosas.

Hay que buscar para los hijos ideales de equilibrio, de nobleza, de responsabilidad. No de destacar en todo, porque eso acaba por crear absurdos estados de decepción y angustia. Lo que importa es proponerse unos puntos de mejora que le ayuden a ser él mismo, pero cada día un poco mejor, y que además le hagan conocer la satisfacción de fijarse unas metas y cumplirlas.

La tarea de educar en la libertad es tan delicada y difícil como importante, porque hay padres que, por afanes de libertad mal entendida, no educan; y otros que, por afanes pedagógicos desmedidos, no respetan la libertad.

Y no sabría decir qué extremo es más negativo

¿Crisis en el bolsillo... o en el corazón?

“Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor” respondemos hoy en el Salmo. Sería suficiente con agradecerle el regalo de la vida, pero aun así, nos quedaríamos cortos. Podemos agradecerle la oportunidad que nos da de amar y ser amados, el regalo de sentir, incluso el dolor, ya que nos habla de que estamos vivos. Agradecer que hayamos tenido no dificultades, sino retos, y que éstos nos han fortalecido.

Lo que podemos agradecer en especial de este tiempo, es otro regalo que nuestro Padre nos ha hecho, el más grande regalo de todos los tiempos: DIOS NOS REGALA A SU HIJO. El Hijo de Dios se hizo hombre hace más de dos mil años, y nació en un establo porque no hubo lugar para ellos en la posada.

Esta Navidad el Hijo de Dios vuelve a pedir posada, pero esta vez no la busca en los mesones, sino en los corazones, en el tuyo y el mío. Busca un corazón roto, para volverlo a unir, un corazón lastimado, para sanarlo; un corazón solo, para acompañarlo; un corazón duro, para suavizarlo; un corazón triste, para alegrarlo; un corazón pobre, para enriquecerlo. Si la actual crisis ha empobrecido no sólo nuestros bolsillos sino nuestro corazón, entonces ésta es una verdadera crisis.

Hay personas que piensan que la Navidad no sería tal si no compran regalos para todos, o preparan una cena suculenta, o hacen una pachanga a la que atrevidamente le llaman "posada". Hemos de despertar del sueño de las apariencias y poner los pies en la tierra, pero la mirada en Jesús, regalo de Dios.
Esta Navidad regala algo que no cueste dinero, pero que vale mucho más que cualquier cosa que pudieras comprar: obsequia a tus clientes canastas llenas de buen servicio y disponibilidad; al jefe un estuche de loción con aroma de trabajo bien hecho, en una caja de alegría; para los parientes y amigos, coloca bajo el pino regalos de cariño envueltos con papel de sonrisas y moños de perdón.

Estos regalos, valen mucho más de lo que te imaginas, y de alguna manera estarías correspondiendo a ese Dios que es tu padre, que ha hecho grandes cosas por ti, y que te ha regalado lo que más amaba. A su Hijo Jesús.

En efecto: "Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor", y la más grande, enseñarnos a ser generosos. Que Dios nuestro Padre nos conceda celebrar una Navidad como la primera: DANDO.

viernes, 4 de diciembre de 2009

¿PORQUÉ BUSCAN FUERA UNA FELICIDAD QUE ESTÁ EN EL CORAZÓN?




Para situar la figura de Jesús en el tiempo y en el espacio, el evangelista San Lucas, comienza por enumerar los poderes civiles y religiosos de su tiempo, comenzando por Tiberio que reinaba en Roma, siguiendo por Poncio Pilato procurador de Judea, y después de otros personajes secundarios, remata con las autoridades religiosas de su pueblo: Anás y Caifás. Eso era el intento del evangelista, pero es increíble, que ya desde el primer momento, con esto, enumera también a los dos poderes que condenaron a Jesús, ni más ni menos, enviándolo a la cruz. Pues a partir de ese hecho, San Lucas se dedica a presentar la figura de Juan el Bautista: “Vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías”, y es interesante que después de los personajes rimbombantes que hemos enumerado, lo presenta alejado de los poderes de Roma y de Jerusalén, precisamente en el desierto, que para los judíos era muy significativo, pues a través de él, fueron conociendo los judíos lo que era la marcha hacia la libertad y lo que valía el ser amigos y aliados del verdadero Dios de los cielos. Y en el desierto, pues, Juan Bautista comenzará a preparar el camino del Señor, a presentarlo ante el pueblo como el nuevo libertador, y quizá venciendo la repugnancia motivada por su sencillez y su humildad, bautizarlo delante de todos para propiciar que el Padre y el Espíritu Santo lo presentaran como el enviado divino a salvar a todos los hombres.

El mensaje del Bautista, con todo y ser el que cierra el ciclo de los profetas del Antiguo Testamento no es menos importante para todos e incluso para nosotros el día de hoy: “El predicaba un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados... preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle serán rellenado, toda montaña y colina, rebajado, lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios”.

La palabra del Bautista que nosotros rescatamos hoy es única: Preparar el camino del Señor, del que viene. Antes de citar al Profeta Baruc que nos da la pauta de esa preparación, quisiera contarles de una señora que una vez perdió una aguja, y como era una de sus poquísimas pertenencias, comenzó a buscarla con la luz del día. Los vecinos, apenados por ella, le ayudaron a buscarla, pero cuando llegó la tarde y no la encontraron, le preguntaron que dónde exactamente había perdido su aguja, y les confesó que la había perdido dentro de su casa, pero como fuera de ella había más luz, le pareció oportuno buscarla ahí. Le dijeron que eso era absurdo y que los había hecho que perdieran su valioso tiempo. Cuando hubieron hablado ella nos recombino por andar buscando la felicidad fuera, cuando la verdadera felicidad está dentro del corazón. ¡Qué verdad es esto para nosotros! Nos hemos preocupado por arreglar nuestras casas, nuestras calles y nuestros comercios, para Navidad, tratamos de llenar de regalos a aquellos con los que queremos quedar bien, sentamos a santa claus en el mejor lugar, y a Cristo lo dejamos sin regalo y sin un asiento en nuestra mesa precisamente en el día de su cumpleaños y él tiene que contentarse con que lo dejen estar en un destartalado nacimiento en nuestras iglesias.

Aquí viene, pues, el profeta Baruch para iluminar la preparación que nosotros debemos hacer para la venida del Salvador: “Despójate de tus vestidos de luto y aflicción, y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da; envuélvete en el manto de la justicia de Dios y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno…ponte de pie, sube a la altura, levanta los ojos…camina seguro bajo la gloria de Dios”. y nos convendría escuchar a San Pablo: “El que comenzó en ustedes ésta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús…Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual…llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús”. Justicia, pues, verdad y amor, mucho amor es lo que necesitamos en esta Navidad, y que S.S. Benedicto XVI ha resumido en su último documento a todo el mundo: Caridad en la Verdad.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx