jueves, 31 de diciembre de 2009

Por otro camino volvieron a su país




En esta fiesta de la Epifanía la palabra de Dios nos ha puesto delante tres modelos que representan cada uno una elección global de vida; Herodes, los sacerdotes y los Magos. ¿A cuál de ellos queremos asemejarnos?.

Herodes representa a la persona, que ya ha hecho su elección. No ve más que su provecho. Está animado por "el amor de sí mismo, que según la ocasión puede llevar hasta el desprecio de Dios". El mundo esta lleno hoy de "Herodes". Para ellos no hay "epifanía", manifestación de Dios, que baste. Están "cegados"; no ven porque no quieren ver. Sólo un milagro (y por suerte existen) pueden deshacer esta coraza de egoísmo.

Los sacerdotes. Ellos saben dónde ha nacido el Mesías; pero… permanecen cómodamente en sus casas.

Aquí vemos simbolizada una actitud divulgada entre nosotros. Sabemos bien qué comporta seguir a Jesús, "ir detrás de él", lo sabemos explicar también a los demás; pero, nos falta la valentía y la radicalidad. Sabían que Jesús se hallaba en Belén, nosotros sabemos que Jesús se encuentra hoy entre los pobres, los humildes, los que sufren. Finalmente los protagonistas de esa fiesta, los magos. Ellos instruyen no con lo que dicen, sino con lo que hacen. Dios se ha revelado a ellos, utilizando la costumbre de escrutar el cielo. Ellos no han puesto demora, se han puesto en camino.

Hemos visto y venimos. No han interpuesto demora alguna. Si se hubieran bien qué significa "adorar": tributar el honor posible, al máximo, reconocer a uno la soberanía absoluta.

Los Magos no se mueven sólo por curiosidad. No buscan aumentar su conocimiento, sino expresar su devoción y su misión a Dios.

La adoración, es la mejor expresión del "sentimiento de criaturas". Muchos usan esta palabra con demasiada ligereza: "Yo adoro ir a pescar, adoro a mi perro". No digo que se cometa pecado, pero ciertamente no indica una gran sensibilidad religiosa.

Una última indicación preciosa nos viene de los Magos: "Se marcharon a su tierra por otro camino".

Una vez encontrado a Cristo, no se puede ya volver atrás por el mismo camino. Cambia la vía. No podemos nosotros hoy, volver a casa por el camino por el que hemos venido. La palabra de Dios debe haber cambiado algo dentro de nosotros.

También nosotros hemos sido conducidos a adorar a Cristo; también nosotros, reconociendo y alabando a Cristo nuestro Rey, lo hemos honrado con oro, incienso y mirra. Nos falta ahora solamente testimoniarlo, tomando un nuevo camino.

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