lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Crisis en el bolsillo... o en el corazón?

“Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor” respondemos hoy en el Salmo. Sería suficiente con agradecerle el regalo de la vida, pero aun así, nos quedaríamos cortos. Podemos agradecerle la oportunidad que nos da de amar y ser amados, el regalo de sentir, incluso el dolor, ya que nos habla de que estamos vivos. Agradecer que hayamos tenido no dificultades, sino retos, y que éstos nos han fortalecido.

Lo que podemos agradecer en especial de este tiempo, es otro regalo que nuestro Padre nos ha hecho, el más grande regalo de todos los tiempos: DIOS NOS REGALA A SU HIJO. El Hijo de Dios se hizo hombre hace más de dos mil años, y nació en un establo porque no hubo lugar para ellos en la posada.

Esta Navidad el Hijo de Dios vuelve a pedir posada, pero esta vez no la busca en los mesones, sino en los corazones, en el tuyo y el mío. Busca un corazón roto, para volverlo a unir, un corazón lastimado, para sanarlo; un corazón solo, para acompañarlo; un corazón duro, para suavizarlo; un corazón triste, para alegrarlo; un corazón pobre, para enriquecerlo. Si la actual crisis ha empobrecido no sólo nuestros bolsillos sino nuestro corazón, entonces ésta es una verdadera crisis.

Hay personas que piensan que la Navidad no sería tal si no compran regalos para todos, o preparan una cena suculenta, o hacen una pachanga a la que atrevidamente le llaman "posada". Hemos de despertar del sueño de las apariencias y poner los pies en la tierra, pero la mirada en Jesús, regalo de Dios.
Esta Navidad regala algo que no cueste dinero, pero que vale mucho más que cualquier cosa que pudieras comprar: obsequia a tus clientes canastas llenas de buen servicio y disponibilidad; al jefe un estuche de loción con aroma de trabajo bien hecho, en una caja de alegría; para los parientes y amigos, coloca bajo el pino regalos de cariño envueltos con papel de sonrisas y moños de perdón.

Estos regalos, valen mucho más de lo que te imaginas, y de alguna manera estarías correspondiendo a ese Dios que es tu padre, que ha hecho grandes cosas por ti, y que te ha regalado lo que más amaba. A su Hijo Jesús.

En efecto: "Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor", y la más grande, enseñarnos a ser generosos. Que Dios nuestro Padre nos conceda celebrar una Navidad como la primera: DANDO.

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