lunes, 30 de enero de 2012

¡Qué chulada de maíz prieto!



























Con la alegría propia de quien ha conseguido una buena cosecha, aquel agricultor se preciaba del maíz que había logrado en sus terrenos, y así nosotros en este día podemos exclamar: ¡Qué chulada de Cristo nos presenta este día nuestro compadre Marcos! Y me refiero al Evangelista. Veamos porqué. Ya establecido en Cafarnaúm como su lugar de residencia, después de su visita a la Sinagoga del pueblo y de la curación del poseso, ya nada puede contener su iniciativa de salvación. Desde entonces la salvación ya no será posesión de los judíos y Cristo sacará de cuajo la posesión de la verdad de los muros de las sinagogas y del templo de Jerusalén, para acercar la salvación a los hombres, a donde ellos se encuentran, a sus casas, a sus hogares a sus lugares de trabajo, y romperá con todos los moldes que atan y esclavizan a los hombres. Inmediatamente después de la sinagoga, Cristo se dirigió a la casa de Pedro y viendo que la suegra estaba en cama, con fiebre, se acercó a ella, la tomó de la mano y la levantó. Un rabino nunca hubiera hecho cosa semejante con una mujer. Bendito Cristo Jesús.
Con la sencillez propia de Marcos, nos relata la revolución de Cafarnaúm: “Al anochecer, cuando el sol se ponía le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios”. Podemos imaginarnos al poblado de Cafarnaúm, un pobladito al fin y al cabo, frente al Cristo que quita el aislamiento en el que se veían sumidos los enfermos, incluso por motivos religiosos, recordemos por ejemplo el caso de los leprosos, que eran materialmente echados fuera, sin ninguna consideración. Cristo los tomará de la mano, los levantará, y sus apóstoles les dará consignas: “Ellos fueron a predicar, ungían a los enfermos y los curaban”, “Curen a los enfermos y díganles: El Reino de Dios está cerca de ustedes”, Estaba enfermo y me visitaron”. Cristo será el médico pero sobre todo el Salvador.
Por la madrugada, cuando todo mundo dormía, Cristo ya se encontraba en oración y los apóstoles, queriendo azuzar su fama y su popularidad, le fueron a decir que todo mundo lo andaba buscando. “¿A sí?”, respondería Cristo, pues entonces vamos a los pueblos vecinos a predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios”. Bendito Dios que así nos regaló con un Cristo incontenible desde entonces. Atrás quedaba Nazaret y ahora también Cafarnaúm, y Cristo se entregaba desde entonces a todo el mundo. Y de una forma gratuita, como son las grandes cosas, el amor, la amistad, el gesto solidario en los momentos de soledad o de abandono, la felicidad que se comparte, la sonrisa de un niño, el desvelo de una madre, la inquietud maravillosa de los jóvenes y de los novios, sobre todo en este mundo en que se ha fabricado una industria que pretende vender amor, y dicha y felicidad, pero sin poder conseguirlo porque está fuera del alcance de un puñado de dinero.
Bien haremos nosotros en correr al encuentro con Cristo llevando nuestras enfermedades y uno que otro demonio que se nos ha metido, para que él nos libre y nos haga vivir como verdaderos hijos en el Reino. Llevarle el demonio de la desesperanza, de la depre, del aborto, de hijos habidos al garete, de matrimonios deshechos porque matamos al amor y sobre todo una vida sin ley, sin mandamientos y sin Dios.

viernes, 27 de enero de 2012

QUE TUS MIEDOS NO TE DETENGAN






Más de una vez has escuchado que para conseguir algo en la vida, es necesario hacer un esfuerzo. Cuando ya has determinado tus metas por alcanzar; es importante que hagas un análisis de todo aquello que en principio representa una barrera que necesitas superar, solo así podrás llenarte del potencial especifico que el caso amerite... LAS BARRERAS QUE ENCUENTRAS EN EL CAMINO SON RETOS QUE DEBERAS SUPERAR.

Existen barreras aparentes: proceden de la imaginación, son creadas por inseguridad y son destruidas con autoconfianza. Existen barreras reales: son las que se han percibido en serena reflexión, son todas aquellas que figuran en perfecta posición en el camino de las metas, cada persona las ubica en el mismo momento en que fija su objetivo…Se logran superar con firme determinación, entusiasmo, constancia y profundo interés por lograr lo que se desea, echando mano de la capacidad, habilidades y todos aquellos apoyos que la persona puede utilizar.

Si analizas cada uno de los ambientes donde tú vives y percibes en serena reflexión las barreras externas, que se interponen para lograr lo que tú quieres; podrás hacer una lista de cada área en particular, para darle atención y utilizar tus dones y habilidades para lograr superarles.

No importa qué clase de barreras pudieras encontrar en el camino de tus proyectos, dentro de ti habitan las facultades necesarias para superarlas. Recuerda que todo lo que ahora tienes, lo has obtenido de un menor o mayor esfuerzo.

SOLO ENCONTRARA BARRERAS AQUEL QUE ACTUA EN LA VIDA, LOS QUE SON ESPECTADORES, NO LAS TENDRAN.

Es probable que hayas enfrentado barrera te afecta grandemente provocando una verdadera desarmonía en tu estabilidad emocional, insomnio, falta de apetito, mal carácter, pereza, pesimismo.

Frente a problemas con estas características, aparentemente sin solución es importante, ser cauto, actuar con calma, analizar con tranquilidad la situación y preguntarnos ¿CUÁL ES LA SITUACION QUE ME PREOCUPA? ¿CUÁL ES LA CAUSA DE ESTA SITUACION? ¿CUÁLES SON LAS SOLUCIONES QUE DEBO CONSIDERAR? y ¿CUÁL ES LA MEJOR OPCION? .

RECUERDA: -ACLARAR LA SITUACION -CONOCER LA CAUSA QUE LA PRODUCE -CONSIDERAR LAS PROBLABLES SOLUCIONES -DECIDIR LA MEJOR OPCION -PONERSE EN ACCION PARA SOLUCIONARLA.


Nada se dá por sí solo, todo se consigue superando obstáculos. Todo requiere de esfuerzo y tenacidad constante, de un verdadero e inquebrantable anhelo para alcanzar aquello que más se desea, convirtiéndose cada quien en su propio motivador.

Tú llegaste al mundo, lleno de grandes dones, USALOS, no compliques tu vida, pon a tu disposición: la tranquilidad, la tolerancia, la paciencia, la inteligencia, la organización, la aceptación, el respeto a los demás, el afecto, tu generosidad y tu flexibilidad.

SI USAS TU POTENCIAL ADECUADMENTE, NO EXISTIRA BARRERA QUE TE PUEDA DETENER. DENTRO DE TI EXITEN ANGUSTIAS, DUDAS Y RENCORES QUE OBSTACULIZAN TU DESARROLLO. RECUERDA QUE TAMBIEN DENTRO DE TI, RESIDE UN GRAN POTENCIAL PARA SUPERARLOS. QUE TUS MIEDOS NO TE DETENGAN.

jueves, 26 de enero de 2012

Cristo no fue ningún leguleyo ni picapleitos
















En su vida pública, Jesús no perdió el tiempo, no esperaba que las gentes le buscaran, no estableció un lugar al que ellas debían ir a buscarlo, él tomó la iniciativa e iba a buscarlas donde se encontraran. Y así, inmediatamente, un sábado se dirigió a la sinagoga de Cafarnaúm, un lugar clave, bien situado, en la confluencia de varios caminos que le permitían el contacto con los hombres venidos de distintos lugares. Tomó parte en la asamblea de oración y en la lectura de los textos de la Sagrada Escritura. Él era observante de las costumbres de su pueblo. Escuchó con verdadera atención el mensaje divino. Pero ahí, porque esa era la costumbre, después de la escucha del mensaje, como todo fiel en la sinagoga, se puso a enseñar. No se nos dice en esta ocasión que les enseñó, pero sí refleja Marcos la admiración que causó en los oyentes, pues por una parte “enseñaba como quien tiene autoridad” y por otra, “no como los escribas”. Enseñaba con autoridad, no porque hablara más fuerte, sino con toda prestancia, con una profunda sencillez, liberando a todos los hombres del pecado, del error y de la prepotencia que esclaviza y ata. Pero además, no hablaba a la manera de los escribas, que no solo se las gastaban como teólogos sino incluso como legisladores, simplemente citando textos antiguos, interpretando a su propia manera, que dejaba a los demás sumidos en muchos preceptos, tantos como 6 mil, que dejaban locas a las personas, pues con aquellas normas, se imponían pesadas cargas morales, económicas y sociales, que regulaban toda la vida personal y comunitaria.
Cristo hizo distinguir lo que era Palabra de Dios de los preceptos meramente humanos. Pero ahí ocurrió algo que vino a llenar de admiración a las gentes y a hacer que Jesús y su mensaje empezaran a correr por toda Galilea. Estaba en la sinagoga un hombre tullido poseído por un espíritu impuro, que se puso a gritar y a oponerse a la autoridad de Cristo, casi casi asociado a las autoridades de la sinagoga que se preguntaban que doctrina era la que Jesús estaba llevando. Muchas de las enfermedades de ese tiempo, sobre todo enfermedades psíquicas eran atribuidas a espíritus malignos, a los espíritus del mal, conforme a la mentalidad de ese tiempo, pero Cristo actuó con toda libertad, y ordenando severamente al maligno, le ordenó que Saliera del hombre, que fue sacudido violentamente en ese momento, y dando un fuerte alarido, quedó libre del poder del maligno.
¿Qué serían esos espíritus malignos? Su posesión causaba graves perturbaciones regularmente corporales y psíquicas como mudez, sordera, ceguera, graves parálisis, epilepsia y locura. Cuando Cristo mandó salir al espíritu del poseso, no lo hizo con largas oraciones y con conjuros, ni con ritos mágicos, ni con amuletos. Cristo con el solo imperio de su voz, hizo que aquel espíritu dejara al pobre hombre que no tenía culpa sobre sí, y se vio en un momento libre para siempre del poder del mal. Para nosotros, la consecuencia será el poder confiar en el poder de Cristo sobre el espíritu del mal, que ahora está tanto inmerso en el corazón de los hombres, pero sobre todo agazapado en los centros de poder económico, social, político de sus instituciones, acechando contra la vida y la justa distribución de la riqueza entre todos los hombres, distinguiéndolos entre los que tienen las técnicas de avanzada. A Cristo confiamos el cuidado de nuestro mundo, de nuestras vidas y de nuestras personas.

¡La incontenible alegría del Galileo!

Como la mariposa que recién salida del capullo extiende alegremente por primera vez sus alas, como el pan sabroso y calientito salido del horno, como la rosa abre por la mañana sus pétalos y su fragancia en medio del jardín, así apareció Cristo Jesús en Galilea, “Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea”. Radiante de luz y de vida iba Cristo por los poblados costeños de Galilea. Ya no eran las montañas desérticas de la inmediaciones de Jerusalén y del Jordán, ya no se oían las austeras e hirientes reconvenciones del Bautista, ahora eran las tierras soleadas de la bienaventurada Galilea, las que podían oír la voz acogedora de Cristo. Así se presentó Jesús quizá estrenando túnica que habría preparado su madre para el momento en que él tuviera que irse. Cristo llegó para hacer presente el cielo en la tierra, a acercarnos al Buen Padre Dios, a hacernos presente la salvación que Dios destina a todos los hombres, haciéndose presente en cada uno de los que sufren la injusticia y la maldad de otros hombres, insistiendo en que el Reino de Dios está entre nosotros y que no encontraremos nada en la otra vida si en ésta no hemos sabido ver en cada hombre un hermano: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios está cerca”.
Interesantísimo el mensaje de Cristo, los que a veces rezamos por que venga su Reino y no queremos darnos cuenta que el Reino lo constituyen aquellos que han sido despojados de sus bienes o de su fama o de su dignidad, aquellos a los que nosotros tenemos a la sombra, lejos de nuestros intereses y de los bienes que podrían proporcionarles una situación digna de los hijos de Dios.
“Conviértanse y crean en el Evangelio”, iba gritando Cristo Jesús por entre las gentes, era el predicador itinerante que se metía en las casas, en las sinagogas, en los plantíos, en las barcas de los pescadores, en sus sinagogas y lugares de oración, y aún en sus fiestas y en sus fandangos, porque eran ocasiones propicias para lanzar su mensaje salvador y liberador.
Convertirnos sigue siendo el mensaje de Cristo Jesús, una conversión que signifique una respuesta entusiasta, cálida acogedora, limpia, al Cristo amigo de todos los hombres, a quien se mire con admiración por su entrega, a quien se confíe y crea en él por la acción del Espíritu que lo impulsa a ser como él, amigo de todos los hombres aún de los que no piensan como tú, ni oran como tú. Convertirse hoy a Cristo es decidirse a ser amigo suyo e ir tras de él, con una nueva manera de pensar y de vivir, hasta dar la vida con él en la cruz, sabiendo que al fin y al cabo “todo lo de este mundo es pasajero”, al decir de San Pablo.
“Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea”, me gusta volver a repetirlo, porque siento que es Jesús que camina por la orilla de nuestra vida, de nuestro corazón, de nuestra entraña y va buscando seguidores, gente en quién confiar, gente que le ayude, a los que hace pescadores de hombres, como entonces lo hacía con Andres y Pedro, con Santiago y Juan, a los que llamaba a dejarlo todo para convertirse en nuevos pescadores, rescatando a los hombres de las profundidades y la oscuridad del mal y del pecado.
Allá en Galilea Cristo sembraba, dejaba caer la semilla del Reino, la semilla de gracia y de la Salvación, pero el mismo tiempo iba, como padre responsable, buscando manos y corazones para levantar la cosecha, para almacenar el trigo, para hornear el pan, para distribuir a todos los hombres el pan del perdón y de la gracia, el pan de su Cuerpo dividido entre todos los mortales, el pan de la fraternidad y del amor entre hombres de todas los colores y las razas y las costumbres, pues Cristo es señor de todos ellos.
Convirtámonos hoy en alegres mensajeros, en pescadores de todos los hombres, arribando a sus costas para hacerlos miembros del único pueblo de Dios por el que Jesús dio su propia vida.

jueves, 19 de enero de 2012

La exumación del P. Pio

¡La incontenible alegría del Galileo!


Domingo 3º ordinario 012

Como la mariposa que recién salida del capullo extiende alegremente por primera vez sus alas, como el pan sabroso y calientito salido del horno, como la rosa abre por la mañana sus pétalos y su fragancia en medio del jardín, así apareció Cristo Jesús en Galilea, “Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea”. Radiante de luz y de vida iba Cristo por los poblados costeños de Galilea. Ya no eran las montañas desérticas de la inmediaciones de Jerusalén y del Jordán, ya no se oían las austeras e hirientes reconvenciones del Bautista, ahora eran las tierras soleadas de la bienaventurada Galilea, las que podían oír la voz acogedora de Cristo. Así se presentó Jesús quizá estrenando túnica que habría preparado su madre para el momento en que él tuviera que irse. Cristo llegó para hacer presente el cielo en la tierra, a acercarnos al Buen Padre Dios, a hacernos presente la salvación que Dios destina a todos los hombres, haciéndose presente en cada uno de los que sufren la injusticia y la maldad de otros hombres, insistiendo en que el Reino de Dios está entre nosotros y que no encontraremos nada en la otra vida si en ésta no hemos sabido ver en cada hombre un hermano: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios está cerca”.
Interesantísimo el mensaje de Cristo, los que a veces rezamos por que venga su Reino y no queremos darnos cuenta que el Reino lo constituyen aquellos que han sido despojados de sus bienes o de su fama o de su dignidad, aquellos a los que nosotros tenemos a la sombra, lejos de nuestros intereses y de los bienes que podrían proporcionarles una situación digna de los hijos de Dios.
“Conviértanse y crean en el Evangelio”, iba gritando Cristo Jesús por entre las gentes, era el predicador itinerante que se metía en las casas, en las sinagogas, en los plantíos, en las barcas de los pescadores, en sus sinagogas y lugares de oración, y aún en sus fiestas y en sus fandangos, porque eran ocasiones propicias para lanzar su mensaje salvador y liberador.
Convertirnos sigue siendo el mensaje de Cristo Jesús, una conversión que signifique una respuesta entusiasta, cálida acogedora, limpia, al Cristo amigo de todos los hombres, a quien se mire con admiración por su entrega, a quien se confíe y crea en él por la acción del Espíritu que lo impulsa a ser como él, amigo de todos los hombres aún de los que no piensan como tú, ni oran como tú. Convertirse hoy a Cristo es decidirse a ser amigo suyo e ir tras de él, con una nueva manera de pensar y de vivir, hasta dar la vida con él en la cruz, sabiendo que al fin y al cabo “todo lo de este mundo es pasajero”, al decir de San Pablo.
“Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea”, me gusta volver a repetirlo, porque siento que es Jesús que camina por la orilla de nuestra vida, de nuestro corazón, de nuestra entraña y va buscando seguidores, gente en quién confiar, gente que le ayude, a los que hace pescadores de hombres, como entonces lo hacía con Andres y Pedro, con Santiago y Juan, a los que llamaba a dejarlo todo para convertirse en nuevos pescadores, rescatando a los hombres de las profundidades y la oscuridad del mal y del pecado.
Allá en Galilea Cristo sembraba, dejaba caer la semilla del Reino, la semilla de gracia y de la Salvación, pero el mismo tiempo iba, como padre responsable, buscando manos y corazones para levantar la cosecha, para almacenar el trigo, para hornear el pan, para distribuir a todos los hombres el pan del perdón y de la gracia, el pan de su Cuerpo dividido entre todos los mortales, el pan de la fraternidad y del amor entre hombres de todas los colores y las razas y las costumbres, pues Cristo es señor de todos ellos.
Convirtámonos hoy en alegres mensajeros, en pescadores de todos los hombres, arribando a sus costas para hacerlos miembros del único pueblo de Dios por el que Jesús dio su propia vida.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

¿El compromiso de los cristianos llegará a transformar a nuestro mundo?




Domingo 02 ordinario 012
Estamos en los comienzos de un nuevo año civil y la mirada de la Iglesia está puesta en Cristo en los primeros días de su vida pública, que desde sus inicios, ya enciende en los hombres la llama de la vocación, el llamado a la salvación, a la vida, a la gracia, a la alegría. Es bueno decir que Cristo llama a la alegría, en un mundo que parece que sólo conoce de desgracias, de infortunio, de maldad y de muerte. La alegría de Cristo no es pachanguera, ruidosa, desenfrenada, como nos quieren hacer pasar en nuestras fiestas y reuniones. Un fortísimo equipo de sonido que no deja estar, que se mete por todos los poros, que te penetra y traspasa los oídos y que no te permite la comunicación ni siquiera con las personas que se encuentran inmediatamente a tu lado.
San Juan Bautista, el gran Bautista, abre el diálogo, para exclamar lleno de admiración ante Cristo que iba pasando ese día frente a sus discípulos: “Este es el Cordero de Dios”, una frase de fuertes recuerdos en su pueblo, pues cada año sacrificaban las familias el cordero que les recordaba su liberación de mano de los egipcios, para hacerlos un pueblo nuevo y libre. No tuvo que decir más el Bautista. Los discípulos como movidos por una fuerza invisible, fueron siguiendo a Jesús por un tiempo, y Cristo, sintiéndose seguido por ellos, se volvió, y presa de un gran afecto les preguntó: “¿Qué buscan?”. Qué bella pregunta para el día de hoy a tantos hombres que oímos tantas cosas, que atendemos a tantos llamados, que no podemos pasarnos sin estar oyendo algo, mientras te bañas, mientras vas en el camión rumbo al trabajo, mientras intentas descansar en el campo, siempre llamados por alguien, el radio, la TV, el CD portátil, sin escuchar realmente a alguien. ¿Qué buscan? Los discípulos del Bautista, realimente sin saber qué buscaban, así como queriendo entrar en comunicación con Jesús, le preguntan: “¿Dónde vives?”. Ya sabían que Jesús no tenía casa propia, ni vivía entre los ricos ni entre los potentados del templo, los escribas, los fariseos, los ancianos y los sacerdotes. Su habitación estaba entre los pobres. Itinerante siempre, sin una almohada propia donde descansar cada noche. Cristo entrando ya en franca conversación con ellos, no les lanza una lección de catequesis o de teología, no comienza a recordarles una serie de deberes morales o litúrgicos, no los reconviene en las cuestiones de la religión judía. Simplemente les lanza una invitación: Vengan a ver”. Esa sola invitación de Cristo les llevo todo el día, y la verdad es que ya no volvieron a apartarse de él dejando al Bautista, y se convirtieron de inmediato en mensajeros, en heraldos, en enviados de quien los había tratado con tanto cariño. ¿Qué vieron ese día cerca de Jesús? Lo vieron actuando movido por un grande amor a los hombres, cerca de los enfermos, los tullido, los endemoniados, los locos, los pecadores, las prostitutas, los ladrones, los descreído, los que venían a ponerle trampas. Todos tenían acogida en el corazón de Cristo y todos encontraban acomodo en su entraña de hermano, de padre y de Salvador. Ellos mismos llamaron al que sería el Pedro, cabeza de la familia de Jesús, y que se convirtió también en uno de sus primeros apóstoles. Aquellos hombres, vueltos a Cristo, ya no podían quedarse ociosos, lo mismo que el que se encuentra a Cristo el día de hoy, quiere que todos los hombres se conviertan en sus seguidores.
A distancia de siglos de Cristo, nos mueve la figura de Samuel, un jovencito quizá de catorce o quince años, hospedado en el templo, que no conocía al Señor Dios, pero que se le manifestó de noche, en el silencio de su descanso, hasta que inspirado por el sacerdote Elí, se atrevió a contestar presa de emoción: “Habla, Señor, que tu siervo de escucha”, llegando a convertirse en su fe, en un gran profeta para su pueblo. Samuel puede ser inspiración para muchos jóvenes que cansados de tanto ruido y de tanta basura como se pega a sus pies y a su corazón, puedan convertirse en los alegres misioneros del Reino y del Amor de Jesús Salvador de todos los hombres.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

FUERON... VIERON... SE QUEDARON CON ÉL "


" LE SEGUIAN " "

En el andar de nuestra vida, cargada siempre de diferentes matices e intensidades, encontramos de una manera muy viva un intercambio de miradas; a veces algunas miradas superficiales, distraidas, fugaces y en otras ocasiones de un contacto profundo intenso, que parten del corazón, del alma. Y es así de esta manera como Él Señor Jesús mira a sus discípulos y nos mira a nosotros; es así también que nosotros deberíamos aprender a mirarlo a Él.
Es una manera muy bella, muy especial " fijar la mirada ", que significa literalmente " mirar dentro ". Él Señor Jesús está caminando y nos participa intensamente ese intercambio de miradas como lo hizo Juan Bautista hacia Jesús; de Jesús a los dos discípulos; de los discípulos a Jesús y finalmente es Jesús el que dirige nuevamente su mirada a nosotros, en la persona de Pedro.
Jesús nos participa hoy que está pasando a nuestro lado como en aquel día. Él viene a visitar y atravesarse en nuestras vidas, se presenta en un constante movimiento, primero Él camina, luego se vuelve y se detiene, con la mirada, con el corazón, en la vida. Jesús " se vuelve " es decir, cambia, se adapta, deja su condición de antes y asume otra.
Jesús se nos revela como Dios encarnado, Dios que ha descendido en medio de nosotros, hecho hombre. Se ha vuelto del seno del Padre y se ha dirigido a nosotros.
Es bello ver cómo Él Señor nos hace participar en sus movimientos en su propia vida; no se peude estar detenido cuando se ha encontrado al Señor, su presencia nos pone en movimiento nos hace levantar de nuestras viejas posiciones y nos hace correr.
Tratemos de recoger los verbos que hacen referencia a los discípulos " le seguian " " fueron... vieron... se quedaron con Él ".
Hay que trasmitir esta experiencia bellísima de los discípulos que se quedaron con Él Señor Jesús; lo han seguido, han entrado en su casa y se han quedado allí con Él. Es el viaje de la salvación, de la verdadera felicidad, que se ofrece también a nosotros. Basta solamente con aceptar quedarse, con ser firmes, decididos, estar enamorados, sin ir de acá para allá, hacia uno u otro maestro del momento, uno u otro nuevo amor de la vida. Porque cuando está Jesús Él Señor, cuando hemos sido invitados por Él, realmente no hace falta nada.

sábado, 7 de enero de 2012

Los Reyes Fiesta de la Esperanza


Se suele pensar que la fiesta de los Reyes Magos es solamente una fiesta de niños. Pero no es verdad, porque, en rigor, los mayores la necesitamos más que los pequeños. Tal vez deberíamos ser los mayores y no los niños, quienes deberíamos dejar nuestros corazones en el balcón para que, al pasar, nos dejaran los Reyes esa esperanza que tanto necesitamos.

Y es que, en Navidad, todos los hombres somos objeto de un gran regalo. Los primeros cristianos lo celebran con verdadero júbilo y cantaban en sus asambleas: "Nos ha nacido un niño, un niño se nos ha dado". Pero lo tomaban literalmente en serio. Seguro de que éstos son los días en que Dios se acuerda más clara y abiertamente de los hombres. Y éste debería ser el gran robustecimiento de nuestra esperanza.

Pero esperar no es cosa fácil. Y menos. Esperar bien. ¿Han visto ustedes cómo esperan estos días los niños? Ellos esperan la llegada de los Reyes y lo esperan sin vacilación, sin angustias. Saben que lo que les traigan será hermoso. Los niños se sienten queridos. Lo único que dudan es cómo se expresará este año ese amor. La noche de Reyes se acuestan nerviosos, pero alegres, seguros. Los Reyes pueden traer esto o aquello, pero seguro que lo que traigan será hermoso.
Los mayores no esperamos así. Nuestra espera es angustiosa, porque no tenemos esa fe, esa seguridad de los niños… Miramos al año que comienza con inquietud, incluso con angustia, como mira el jugador la bola que corre sobre la mesa de billar. Puede ser la fortuna o la catástrofe. Puede ser un año de alegrías o fracasos, de triunfos o de ruina. La esperanza incierta da miedo, intensifica la angustia más que curarla.
Por eso vivimos tristes los más de los mayores. No nos atrevemos a pensar que todo irá bien, hemos terminado por creer que la vida da más tristezas que alegrías…
Por eso es tan difícil alegrar el alma de un adulto. A un niño le alegra una pelota. Los mayores necesitamos todo el sol del universo para que el corazón se nos descongele...

Y sin embargo, al menos, los creyentes deberíamos ser la gente de la alegría y la esperanza.

La Navidad nos da tres grandes motivos para esperar. El primero es la certeza de que no estamos solos en el mundo. Dios está sobre nosotros, se preocupa por nosotros. Nos ama. Nos ama tanto que hasta envió a su mismo Hijo para que nos sacara de este atolladero.
El segundo gran motivo es que, al hacerse hombre Dios, los problemas humanos se han vuelto también intereses suyos. Dios ha invertido en este negocio de la humanidad. Se ha empeñado a sí mismo. Él tiene ya tanto interés como nosotros en que esto de la humanidad acabe bien.
El tercer gran motivo es que ese Hijo viene para redimirnos, para salvarnos. Viene para explicarnos que la historia del mundo es una historia que acabará bien. Porque es una historia que viene del amor y va hacia el amor.
Ojalá lo entendiéramos. Ojalá que cuando los Reyes vengan y dejen sus juguetes en los zapatos de los pequeños, encuentren también en los balcones los zapatos de los mayores, para dejar en ellos una buena ración de esa esperanza que tanto necesitamos