sábado, 31 de diciembre de 2011

¿CALZONES ROJOS PARA RECIBIR EL AÑO NUEVO?



Siempre me ha preguntado quién decreta todas las burradas, las exageraciones y las verdaderas ridiculeces con que se pretende recibir un año nuevo. Sin duda alguna son cosas sin importancia que hacen reír un poco pero que a algunas personas se les harán tan imprescindibles que no podrán pasar en ellas. Echemos un vistazo.
En primer lugar los calzones (eufemísticamente ropa interior) rojos o verdes o amarillos a lila o negros o con pintitos de varios colores. Ya de por sí, habría que tomar en cuenta la clasificación de los colores según la personalidad de cada uno de los individuos. Una clasificación estricta dice mucho de tu personalidad. ¿Confiarás tu futuro al color de una prenda que sólo tú sabes que llevarás? ¿Dependerá tu futuro del verde o del rojo o del ámbar? ¿Serás como los semáforos de las esquinas? ¿Y qué pensar de los que ni calzones tienen porque se los han puesto a los niños más pequeños?
Arrojar un vaso de agua a la calle al sonar las doce para alejar las penas y las lágrimas: la vida está entretejida de acontecimientos alegres, esperanzadores y de unidad y armonía con los que nos rodean, pero también de momentos de zozobra, de desaliento y de desengaño, en los que hay que sobreponerse. Los momentos de grandes catástrofes son momentos de encuentro con los demás, mitigando sus penas y sus sinsabores. ¿Qué sería de nosotros sin el sostén que a veces nos dan las lágrimas para superar los momentos de desaliento, por ejemplo ante la pérdida de un ser querido?
Doce uvas comidas al momento del inicio, pidiendo doce deseos para cada mes del año. Qué bueno que haya aspiraciones, ideales, y una marcha a la conquista de uno mismo para hacerse con la felicidad que para cada uno de nosotros tiene el Señor, teniendo la gran ilusión de hacer que esa felicidad y ese amor sea patrimonio de todos los que nos rodean y de todos los que formamos este mundo.
Las velas encendidas, como decoración, sí, como símbolo sí, Cristo mismo dijo que él es la Luz que ilumina este mundo, y una luz que nosotros mismos tenemos que tener encendida en el propio corazón, para que desde ahí ilumine a todos los que nos rodean, pero volviendo a los colores, tontamente se atribuyen las “buenas vibras” y así se habla del amarillo para la abundancia, el verde para la salud, el rojo para el amor, el blanco para una claridad de pensamiento (esto sí que nos hace mucha falta, porque a veces damos la idea de que ya no pensamos y todo se nos va en sentimentalismos), el naranja para la inteligencia y la sabiduría. En verdad que muchas de esas cosas nos hacen falta.
Las lentejas, señalan que cada uno de la familia debe comer una cucharadita, sería muy bueno, pero mejor sería que ya tuvieras paquetes preparados para regalar a la viuda a la que le mataron al marido en este año, o a la que le secuestraron al hijo y aún no se lo entregan, a la que acaba de dar a luz y no tiene a nadie cerca porque el marido no pudo venir de Estados Unidos. No sólo podemos repartir lentejas, sino arroz, frijoles y mucho pan y mucha alegría.
La escoba, recomiendan barrer de adentro hacia fuera, hacia la calle, todas las impurezas de la casa, para evitar otra vez las malas vibras que pueden perjudicarnos. Se me hace lo más ridículo tomar la escoba en el primer momento del año, cuando a lo mejor tenemos invitados, pero si eso lo convertimos en un símbolo, de cuántas cosas podremos desprendernos, del odio, el egoísmo, de la vanidad, del rencor acumulado durante tantos año que ya ni te acuerdas porqué odias al vecino y al compadre. También puedes desprenderte de ese deseo insatisfecho de la mujer del vecino o del marido de la vecina, puedes desprenderte de esa injusticia con que trataste a tus empleados hasta despedirlos sin misericordia porque no quisiste pagar sus aguinaldos y otras prestaciones a las que estabas obligado. Barre, pues de adentro hacia afuera, para que no vuelvan a entrar los demonios de la idolatría, de los amuletos y los sortilegios.
Amor: leído por ahí: “Agarra una foto de la persona que quieres que te ame. Amárrala con un listó rojo y duerme con ella toda la noche del 31 debajo de almohada, para que esa persona te ame en el año que se avecina”. ¿Qué pensar de una persona así? ¿Obligar a alguien a que nos ame? ¿Atar a otra persona a mis gustos, mis deseos y mis satisfacciones? ¿O pedir en la libertad, en la plena libertad el cariño, la cercanía y satisfacción de una verdadera amistad?
Las maletas, habrá que dar una vuelta a la cuadra para pedir viajes y dinero para gastar en ellos. No he tenido la satisfacción de encontrarme a las doce de la noche con gente loca arrastrando una maleta, pero de que se da se da, y no me parecería raro que alguien se atreva a asaltarte y te vas a quedar sin maleta y sin viajes. Puede ser también un buen momento para pensar que pudiera darse un viaje un poco más allá de la propia cuadra y que tus familiares pudieran pasarse ya sin ti en este año. Parece que a muchos extranjeros se les hace de pésimo gusto hablar de la muerte. A nosotros los mexicanos no, y bueno sería con maletas o sin ellas, porque al fin aquí se quedará todo, orar por nuestro destino eterno, y si todavía podemos ver el final del próximo año, pues gracias a Dios.
Y lo más ridículo que he oído, contar dinero al momento de sonar las doce. Contar el dinero que se tenga a mano, o ponerlo en los zapatos o en los calcetines, o en el bolsillo del saco, para que no nos falte una buena dotación de billetes en el año. ¿Esa sería la gran satisfacción? ¿Sería seguridad el que los billetes llegarán a tus manos? ¿Podrías comprar una gran cama, pero podrías comprar también el sueño? ¿Podrías comprar medicinas, pero podrías comprar también la salud? ¿Podrías pagar un buen precio por un rato de satisfacción con una mujer pero podrías comprar el amor? ¡Hay tantas cosas que no podremos comprar con dinero, pero cuántas otras hay que podrían llevar un poco de consuelo a todos aquellos que necesitan de lo tuyo! Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos, nos ha recomendado Cristo el Señor. ¡Felicidades mil y mil al comienzo del año 2012!

viernes, 30 de diciembre de 2011

María, la mejor nota musical salida de las manos de Dios.

Llega al año nuevo con amplias expectaciones de paz, de justicia, de libertad, de alegría y en progreso para todos los hombres en el que esté incluido cada uno de ellos. Tenemos derecho a mirar con confianza el futuro porque estamos en las manos de Dios. Y los que conocen, dicen que en una orquesta sinfónica, no hay nadie tan importante como el primer violín, al que se refieren todos los instrumentos de la orquesta, siendo el primer aliado del director. Así me imagino la llegada del nuevo año, con el mejor director de orquesta que pudiéramos tener a mano, el artista, el artífice de nuestra vida, de nuestra paz y de nuestro amor. Es nuestro Dios, y a María la imagino precisamente como el primer violín, porque ella con su vida entera ha tocado la mejor nota musical que podría salir de las manos de Dios, y nos invita a unirnos a esta gran orquesta de nuestro mundo, tocando la mejor melodía, la que ella nos ha enseñado cerca de su Hijo Jesús. Para los que se empeñan en imaginarse a la Iglesia como una sociedad aún machista en nuestro mundo, el hecho de que coloque a una mujer en el lugar de honor al principio del año, ya nos da idea de lo contrario, del deseo de la Iglesia de que la mujer ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de la Creación precisamente al lado del hombre, caminando juntos en la vida, como pareja, hasta hacer precisamente de la pareja humana un símbolo del amor de Dios a los hombres y su compromiso con ellos, de contribuir a su paz, a su alegría y a su salvación.
María ha tocado, pues, la mejor nota salida de la lira de Dios, cuando acepta convertirse en la Madre Dios, cuando recibe a su Hijo en su corazón y con toda su persona, hasta albergar en su misma entraña al que sería el Salvador de todos los hombres, y sigue acompañando a todos los hermanos de Cristo hasta llegar a ser la gran familia de los hijos de Dios en camino al Reino de los cielos. Bienvenido el nuevo año, pero de la Mano de María, Madre del Señor.
Y no queda espacio sino para señalar apenas que el Papa Benedicto XVI ha querido señalar para este día de la Jornada Mundial por la paz, a los jóvenes, como destinatarios de su mensaje, cuando invita a la familia y a todas las instituciones públicas y privadas a educar a los jóvenes en la justicia, en la paz y en la libertad. El documento que nos regala el Papa para este día, es precioso, pero sólo me limito a transcribir dos párrafos dedicados a los jóvenes, invitando a que posteriormente puedan conocer el documento completo:
“Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo. Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz”
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martes, 20 de diciembre de 2011

UN DIOS QUE JUEGA A LAS ESCONDIDAS CON LOS HOMBRES

“Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo”. Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres. Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad. Benedicto XVI lo expresa magníficamente: “En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña”.
No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo. Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos. Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.
Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres. Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.





jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Cómo es el Cristo que tú esperas en Navidad?

Era tiempo de adviento y soplaban vientos nuevos. Jerusalén se había corrompido, su olor era nauseabundo, los olores que despedía el templo eran la grasa gorda, el dinero, las finanzas, el influyentísimo y el ascenso hasta los primeros puestos para asegurar una buena posición económica. La esposa del Señor se había prostituido y ya no había que buscar nada en aquella ciudad que había perdido su frescura y su antiguo esplendor. Hoy Dios ya no quería nada en aquella ciudad. Vientos nuevos, que impulsaron a una ruptura total y nuevos derroteros para que Dios pudiera habitar entre los suyos, entre los hombres. Dios buscaba una nueva esposa. Y fue elegido para encontrarla el secretario de Relaciones Exteriores del Señor, el Arcángel San Gabriel, y se escogió una aldea perdida en las montañas de Galilea, donde habitaban los marginados, los despreciados, los palurdos, casi casi paganos, aunque pertenecieran al mismo pueblo hebreo.
Y fue escogida la más sencilla de las mansiones y la más fresca de las chamaquitas de Galilea. Trece o catorce años. Muchachita de campo, curtida por el sol y las limitaciones de la pobreza y casada con obrero pobre de su misma comunidad, aunque él fuera descendiente del Rey David. . La diferencia que se obró en un momento no podía ser más significativa: un ángel de luz, ataviado para las grandes ocasiones y una muchachita que oraba y se alegraba por la llegada ya inminente del Dios de los cielos para honrar a los suyos. El saludo fue particularmente significativo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Bendita palabra, la alegría no se separaría nunca más de los hombres, porque Dios se complace en vivir entre los pobres y los más desarrapados de los hombres. Nunca más la alegría podría deshacerse entre las manos de los hombres. Y a continuación vino la embajada. El ángel le anuncia que si ella quisiera, podría convertirse en la madre del Señor, la madre de Jesús, quien sería grande y sería llamado Hijo del Altísimo, que tendría el trono de David su padre y reinaría por todos los siglos. Es el gran anuncio, y es el Evangelio de la ternura y de la delicadeza del Creador que propone y no se impone a su criatura. Ante tantas mujeres que son maltratadas, vejadas, prostituidas, Dios estuvo pendientísimo de la respuesta de aquella mujer que no cabe en sí de asombro ante tal cometido: proporcionarle un cuerpo humano al Hijo de Dios, y proporcionarle al Dios altísimo la oportunidad de acercarse para siempre a los hombres y salvarlos pero desde dentro de su condición de humanos. María pregunta, inquiere, se informa de las condiciones pero no para poner ninguna condición más sino para poder dar una respuesta plenamente satisfactoria al Dios que la llamaba. El ángel responde adecuadamente: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”, y el hijo de sus entrañas sería santo, consagrado y sería para siempre hijo del Altísimo.
María no necesita más explicaciones, si Dios se las ha dado, ha sido por su generosidad, su ternura, y el deseo ardentísimo de que María aceptara el altísimo cometido. Y la respuesta fue clara, tajante, luminosa, al grado que ha servido desde entonces y por siglos y siglos, de inspiración para pintores, escultores y artistas que quisieran dejar plasmado ese momento clave en la vida de los hombres, en que María, en nombre de la humanidad quiso convertirse en la nueva esposa del Señor, aceptando el don de la Maternidad que terminó para siempre el largo Adviento, para hacer presente entre los hombres al primero de todos ellos, el más bello, el más comprometido, el más solidario con todos los hombres, aquél que tuvo como gran honor permanecer cercano a los que nada esperan para ser él el que pueda colmar los deseos de paz, de progreso, de solidaridad y de salvación para todos los hombres. ¿Es ese el Cristo que tú estás esperando en esta Navidad?

VENTUROSA Y FELIZ NAVIDAD 2011



Te diré mi amor, Rey mío,
¡Oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad
Que has venido a nuestro valle! Amén

Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda

¡ EL GRAN ANUNCIO !




Señor, tu has querido hacerte presente, como en Nazaret, también en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio. Y, como María, nosotros hemos sentido tu presencia, tu amor en nuestros corazones. Queremos agradecerte las experiencias de tu cercanía vividas a lo largo de nuestros años, generalmente muy simples, generalmente cuando éramos niños, o como ellos, humildes y sencillos de corazón. Queremos pedirte recordar esas consolaciones espirituales y tenerlas siempre en nuestro andar y que ni nos apropiemos, ni nos las guardemos, como si fueran sólo para nosotros. Que seamos responsables y no olvidemos que también hoy, tú mandas tus angeles a nosotros.

Cuando Jesús, nos dice que amemos como amó Él, también nosotros nos conturbamos y llenamos de preguntas. Cuando nos dice que vayamos más allá de nuestros límites conocidos y anunciemos a la gente la vida del Evangelio enseñandoles a vivirla con nuestro ejemplo y nuestras explicaciones también tenemos miedo. ¡ Vénce, en nosotros, Dios del amor, los respetos humanos, las verguenzas, los miedos al qué dirán, los convencimientos de que con lo que hicimos alcanza, que ya no debemos o podemos más !. Oramos, cantando: Danos un corazón grande para amar. Danos un corazón fuerte, para luchar.

Como María y José antes del anuncio de Gabriel nosotros tenemos, Señor, nuestros caminos trazados, aunque llenos de preguntas sin respuestas, de temas que no tratamos, de miedos en suspenso, de planes para alegrías chiquitas. Nos sentimos importantes por nuestra historia de próceres, porque tuvimos un pasado mejor y algunas vez fuimos campeones... pero estamos resignados a una vida de: " ahí tirando " , " como se pueda " , " que le vamos hacer " ... ¡ Rompe, Señor, nuestras rutinas, sacude nuestros cansancios, arráncanos de los acostumbramientos, de la espera pasiva, de nuestras vidas flacas, tibias y sorpréndenos con tu presencia !. Entonces, si vamos para la salvación de la humanidad de que somos parte.

María, Señora nuestra: Con el ángel que te bendicen " entre las mujeres " y con Isabel tu prima, que bendice " el fruto de tu vientre ", con la Iglesia, que te pide que ruegues por nosotros pecadores permítenos volver a decirte : ¡ Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres ! ¡ Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús ! ¡ Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte ! Amén.

viernes, 9 de diciembre de 2011

LA BEATIFICACIÓN DE SAN PIO

La maravillosa polinización

Interesantísimo, comenza la vida y comienza la poesís.

Carta a PAULINA PEÑA PETRELLINI

In Uncategorized on diciembre 7, 2011 at 3:39 am
No tengo el gusto de conocerte personalmente. No sé cómo eres, desconozco tus cualidades, tus aficiones, tus intereses. Entiendo tu molestia al escuchar las críticas a tu padre, Enrique Peña Nieto. Son gajes del oficio. Deberás irte acostumbrando a los ataques contra él. En una democracia, la crítica es un ejercicio fundamental. Tu padre es una figura pública y, por ende, sus actos serán juzgados con rigor. “¿Por qué son tan duros con él?”, te preguntarás. Bueno, los funcionarios públicos ganan mucho dinero. Hay miles de personas dispuestas a sufrir críticas y cuestionamientos con tal de figurar en la nómina oficial. El sueldo bien vale esos golpes. ¿No?
Pero no es de tu padre de quien quiero hablar, sino de ti. ¿Te confieso algo? Me aterra que hayas utilizado la expresión “hijos de la prole” como un insulto. Insisto, es disculpable que te enfades por la burla hacia tu padre. No me asustaría que los llamaras “babosos”, “tontos”. Es más, no le preocupa el que nos hayas llamado “pendejos”. En cambio, no se puede excusar tu menosprecio a los hijos de los trabajadores, de los obreros.
¿Oíste del escándalo de las Ladies de Polanco? Descalificaron a un policía llamándolo “asalariado”. Algo similar hiciste tú: descalificas a la mitad del país por su condición social. ¿Qué tiene de malo ser hijo de un obrero? Sabes, yo soy nieto de un minero, un proletario. No me da vergüenza decirlo. ¿Te avergonzarías de tu padre si fuese un vendedor de tamales o un plomero?
Tu padre, que ha leído la Biblia, te puede recordar una frase de Jesús en el Evangelio: “De la abundancia del corazón, hablará la boca”. Sin pretenderlo, con tus palabras has revelado tu clasismo. Desprecias el trabajo manual. Minusvaloras a quienes se mantienen con su esfuerzo. ¡Qué tristeza que así piense la hija de un candidato presidencial!
“Hijos de la prole” son, en efecto, quienes estudiaron en escuelas públicas, quienes utilizan el metro, quienes no comen cortes argentinos y quesos españoles, quienes no utilizan zapatos de miles de pesos, quienes no se atienden en el hospital ABC, quienes no viajan en helicóptero. Los hijos de la prole, por el contrario, deben hacer largas horas de filas en las clínicas del seguro social, deben comer carbohidratos (tortillas), deben estudiar en salones sin computadoras, deben apretujarse en los transportes públicos. Los hijos de la prole, querida Paulina, ganan en un año lo que tu padre gana en una semana.
Cuando leas estas líneas has el siguiente ejercicio. Revisa lo que llevas puesto encima: perfume, cremas, desodorante, ropa, zapatos, celulares, aretes. Suma el total. ¿Sabes que traes encima más de lo que una indígena gana durante un año de trabajo duro?
Paulina, me da terror que pienses así. Tu lapsus reveló tu “realidad”: vives en una burbuja color de rosa. “Hijos de la prole” no es un insulto, sino un título honorable. Este país, que tu padre aspira a gobernar, depende de los obreros, de los campesinos, de los empleados, depende de esas personas a quienes menosprecias.
Ojalá este gravísimo desliz, no sea fruto de la educación que recibiste en casa. Ojalá y sea culpa tuya, fruto de tu arrogancia (tan propia, eso sí, de la clase alta mexicana). ¿Qué será de México si lo llega a gobernar una persona que desprecia al proletariado?
Mira Paulina, me parece que por tu bien, debes inscribirte en una escuela pública, reducir tu escolta al mínimo, tomar el metro en horas pico, y ponerte a trabajar. Por si no lo sabes, muchos de los “hijos de la prole” se pagan sus estudios con su trabajo: los hay campesinos, vendedores, obreros. Algunos trabajan desde niños.
Paulina, haz puesto en riesgo el futuro político de tu padre. Pero lo que es más grave: pones en peligro en riesgo el futuro de México.

martes, 6 de diciembre de 2011

La plataforma de vida de Cristo


Domingo 3º Adviento 011

Este domingo tiene una riqueza encantadora. Está Juan Bautista, invitando a dejar a un lado las tinieblas para ser testigos de la luz. Luego San Pablo nos invita a la alegría profunda de la acogida al Salvador, y luego el mensaje de Cristo en Nazaret, que calcó de Isaías, el Gran Isaías. Me decido por este mensaje de Cristo que es emocionando desde cualquier punto de vista “El espíritu del Señor está sobre mí…”, comienza diciendo Jesús sencillamente. No viene solo, es el Padre el que lo ha enviado, pero viene acompañado de su Espíritu, el Espíritu que los hombres necesitan, ahora que encienden tantas luces en sus ventanas, pero que permanecen a oscuras en sus corazones, que saben encender tantos calores en sus cuerpos, pero que viven fríos en el corazón, y viene a dar su Espíritu para que quienes han hecho de sus vidas un mundo de mentira, de engaños, de falsedad y de miseria, una vida nueva de acogida, de paz y de sosiego.
“El Señor me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres”. Cristo está ungido, está investido, está hecho de pies a cabeza para dar la buena nueva a los pobres. Ellos fueron los meros meros en su corazón. y si nosotros queremos acogernos a Cristo, el Mesías, el Resucitado, nunca podremos pasar indiferentes, fríos y mucho menos despóticos, agresivos o injustos con los más pobres que seguirán siendo los predilectos en el Reino de Cristo y ojalá lo sean también en el cuidado y en la atención de nuestra Santa Madre Iglesia que todos nosotros formamos.
“He venido a curar a los de corazón quebrantado”. El quebranto lo hacemos los hombres, con nuestra maldad, nuestra indiferencia y nuestra injusticia, pero la curación, el bálsamo, el levantamiento es del Señor. ¿Por qué seguir haciendo más quebrantos, si podemos vivir en la justicia, proporcionando condiciones de vida digna para todos los hombres? ¿Por qué seguir engañándonos con tantos regalos cubiertos de papel pero no ponemos el corazón en cada una de las relaciones con los demás para hacer un mundo más digno donde los quebrantos sean cosa del pasado?
“He venido proclamar el perdón a los cautivos y la libertad a los prisioneros”. ¿Seguidores de Jesús o negreros que oprimen y aprisionan con su dinero, sus hostigamientos o sus injusticias? ¿Discípulos del amor redentor que viene a salvar o nuevos sátrapas que oprimen y sojuzgan a los demás? Es el momento de tu liberación, de tu pecado y de levantar las cadenas a tu mujer, y quitar los grilletes de tu marido, de acoger con una nueva visión a los hijos, a sostener la lucha que están librando tus propios padres y es el momento de levantar la injusticia y la opresión de tus empleados.
Finalmente Cristo anuncia: “He venido a pregonar el año de gracia del Señor”. Esto es lo que quizá no llegó a contemplar ni a decir el Bautista, porque su perspectiva era otra. Él amenazaba, gritaba, daba coces a diestra y siniestra. Era su papel, tenía que abrir boca y dejar a la vista de todos la figura luminosa de Cristo Jesús. Ahora ya tenemos a Cristo con nosotros, estamos entre su establo y su cruz, y en este instante de su presencia sólo nos ofrece gracia, perdón, acogida, acomodo, bendición, reconciliación. ¡Qué más nos hace falta para comenzar a vivir el nuevo año de gracia y de perdón! ¿Qué otra Navidad esperamos que la de Cristo Jesús presente hoy en su Iglesia y en su Eucaristía como pan caliente para nuestras bocas y para nuestros corazones?

La misa de una y media



Llegué un par de minutos antes de que empezara la misa de una y media en una parroquia de aquella ciudad, hace algunos años. Entré.

Me encontré con un nutrido grupo de hombres y mujeres en callada piedad; desde mi punto de vista, muy mayores. Sólo desentonábamos una mamá, su inquieto bebé que desde un carrito azul se esforzaba por dejar claro que estaba presente, y yo.

Es posible que llegados a este punto a alguien se le ocurra comentar que a la iglesia sólo van los viejos porque no tienen nada que hacer, porque no saben cómo administrar su aburrimiento, porque comienzan a temer irracionalmente el después de la muerte...

Pero dudo mucho que esos pensamientos reflejen la realidad...

Son ellos quizá los que asisten a la iglesia más libremente... Algunos están ahí después de haberlo probado todo en la vida (excepto a Dios) y finalmente han descubierto en Él una felicidad que sabe a eternidad. Otros vuelven con lágrimas en los ojos después de haber malgastado la fortuna lejos de la casa del Padre. Otros nunca se marcharon; han estado ahí todo el tiempo porque desde siempre Dios ha fundamentado su plenitud humana y su realización como personas...

Qué historias detrás de cada uno de ellos, qué itinerarios, qué depósitos de experiencias, qué caminos, qué sedimentos de vivencias multicolores, qué pluralidad de modos de vida...

Sí, ellos vislumbran una eternidad ya cercana... Pero ésa es una eternidad que a todos nos aguarda. No sólo a ellos. Ninguno de nosotros sabemos ni el día ni la hora. Es un misterio que ningún científico, ninguna técnica, ninguna ideología han podido explicar ni descifrar: simplemente porque no les compete...

Unos con bastón, otros con temblores, otros no pueden ya arrodillarse, otros hacen su mayor esfuerzo por realizar un gesto de adoración en la consagración, ese momento en el que un trozo de pan y unas gotas de vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Cómo debería interpelarnos su religiosidad, cómo deberíamos acordarnos de que la vida es breve, de que tarde o temprano esa vida llegará a su fin, de que nuestra juventud y nuestros proyectos pasarán más rápido de lo que nos imaginamos, de que al final de la vida lo único que va a quedar será lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres, de que entonces muchas cosas se habrán ya evaporado porque realmente no eran importantes a pesar de los muchos años y años que hayamos dedicado a acariciarlas: dígase salud, dinero...

Entre estas personas puede percibirse una fina sensibilidad hacia el mundo sobrenatural. Para algunos de ellos el hecho de conocer demasiado el mundo les ha dejado vacíos y les ha acercado al mundo espiritual, al de Dios, donde ni la polilla carcome ni la herrumbre corroe. No es que hayan dejado de amar su planeta, su terruño, sus seres queridos. Siguen siendo de este mundo. Tan de este mundo que una de las presentes venía de sus compras y había dejado recargadas sobre el muro un par de bolsas repletas, de las que sobresalía un frasco de detergente para pisos... Pero se han hecho más sensibles a una realidad que antes sólo conocían de lejos y que ahora, en cierto sentido, son capaces de tocar.

También el sacerdote celebrante era anciano. Sobre la nariz llevaba una gasa blanca. Su dicción a veces se entrecortaba. Pero ese rostro parchado y esa voz quebrada traslucían una bondad acendrada y añeja fruto de muchos inviernos al servicio de Dios y de los hombres.

Cuenta Tatiana Góricheva -una rusa ortodoxa conversa desde el ateísmo más militante- que durante los años más represivos contra la religión por parte del gobierno soviético, agentes estatales "profetizaban" a un sacerdote ortodoxo más o menos en estos términos: "dese cuenta de que su Iglesia morirá pronto, basta que usted constate que actualmente a su iglesia sólo asisten unas cuantas viejas ignorantes; una vez que mueran esas ancianas usted se quedará sin trabajo y podremos dar el último adiós a su religión que quedará como reliquia de un pasado oscurantista y supersticioso". Y lo curioso es que la URSS como sistema es ya una triste reliquia del pasado...

El bebé, como buen bebé, en algún momento de la misa lloró sonoramente... Y es muy posible que él, cuando alcance la edad de 80 años, asista a la misa de una y media de esa parroquia; y quizá vendrá acompañado de alguno de sus inquietos nietos recostado en un carrito azul o amarillo o negro...

Junto a ese bebé yo también me sentí un poco intruso en tan madura asamblea. Pero al mismo tiempo me sentí en casa, en familia, como hermano pequeño en la fe. Esa fe que lleva transmitiéndose dos mil años de generación en generación. ¡Gracias, hermanas y hermanos mayores!