miércoles, 16 de septiembre de 2009

EL IRRESISTIBLE ENCANTO DE LA MUJER


HOMBRE Y MUJER

Cuenta la leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de qué disponer. Ante este dilema y después de profunda meditación hizo esto: tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de las enredaderas, el trémulo movimiento de los ojos, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del siervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro.

La timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne, la dulzura de la paloma, la crueldad del tigre y la frialdad de la víbora. Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre. Después de una semana, el hombre le dijo: “Señor, la criatura que me diste, me hace desdichado. Quiere toda mi atención, nunca e deja solo, cada noche me cuenta las costillas, charla intensamente, llora sin motivo, se divierte haciéndome sufrir y vengo a devolvértela, porque no puedo vivir con ella.

Bien, contestó Dios. Y tomó a la mujer. Pasó otra semana y volvió el hombre que le dijo: “Señor, me encuentro muy solo, desde que te devolvía a la criatura que hiciste para mí. Ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia. Reía y su risa como el sonido del arpa. Era hermosa a la vista y suave al tacto. Devuélvemela porque no puedo vivir sin ella”.

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