A ejemplo del Padre Pío, oración y caridad llevan a la santidad, dice el Papa
VATICANO, 21 Jun. 09 (ACI).-Esta mañana el Papa Benedicto XVI celebró la Santa Eucaristía en la Iglesia de San Pío de Pietrelcina en el marco de su visita pastoral a San Giovanni Rotondo. En su homilía, el Santo Padre recordó la figura de Padre Pío como un claro ejemplo de la vivencia del binario que conduce a la santidad: la oración y la caridad.
El Santo Padre celebró la Eucaristía luego de rezar en la celda 1 del Convento de los capuchinos en donde falleció el Padre Pío; y tras visitar la cripta del Santuario en donde están sus restos mortales. En ella encendió dos velas, como símbolo de las visitas apostólicas de los dos últimos Pontífices.
El Papa afirmó que la Eucaristía fue para el Santo de Pietrelecina "el misterio que constituyó el centro de toda su existencia: el origen de su vocación, la fuerza de su testimonio, la consagración de su sacrificio".
Meditando sobre las lecturas del día de hoy, el Pontífice hizo referencia a una "fuerza positiva que mueve el mundo, capaz de transformar y renovar a las criaturas: la fuerza del amor de Cristo (…) no es esencialmente una fuerza cósmica, sino divina, trascendente. El Señor la manifiesta en su Pascua, en la santidad del camino que Él escoge para librarnos del dominio del mal".
"En el misterio pascual –prosiguió– Jesús ha pasado a través del abismo de la muerte, porque Dios ha querido renovar así el universo: mediante la muerte y resurrección de su Hijo 'muerto por todos', para que todos puedan vivir 'por aquel que ha muerto y resucitado por ellos'".
Más adelante precisó la diferencia entre la fe de los discípulos y la fe de Jesús cuando Él calma la tormenta: "Su fe (de los discípulos) no es aún una fe firme, se está formando; es una combinación de miedo y de confianza; el abandono confiado de Jesús al Padre es cambio total y puro. Por ello es que Él duerme durante la tormenta, completamente seguro en los brazos de Dios".
Haciendo referencia al momento de la Pasión del Señor, el Pontífice recordó que no obstante todo "Jesús no dudó del poder de Dios Padre y de su cercanía, incluso teniendo que experimentar plenamente la distancia entre el odio y el amor, la mentira y la verdad, el pecado y la gracia. Experimentó este drama en sí mismo en modo lacerante, especialmente en el Getsemani, antes del arresto, y durante toda la pasión hasta la muerte en la cruz".
"En ese momento –continuó– Jesús fue, por un lado, un todo con el Padre, plenamente abandonado a Él, por otro lado, en cuanto solidario con los pecadores, fue como separado y se sintió abandonado por Él".
Seguidamente el Papa refirió cómo San Pío fue "hombre simple, de origen humilde, aferrado por Cristo para hacer de él un instrumento electo del poder perenne de su Cruz: poder de amor por las almas, de perdón y de reconciliación, de paternidad espiritual, de solidaridad con los que sufren".
Benedicto XVI mencionó también su configuración con Cristo: "los estigmas, que lo marcaron en el cuerpo, lo unieron íntimamente al Crucificado-Resucitado. Hizo propia la experiencia del apóstol Pablo: 'He sido crucificado con Cristo, y no vivo yo, sino que Cristo vive en mí'. Esto no significa alienación ni pérdida de personalidad. Dios no anula nunca lo humano, lo transforma con su Espíritu y lo orienta hacia el servicio de su designio de salvación".
"Permaneciendo unido a Jesús, tuvo siempre atención por la profundidad del drama humano, y por esto se ofreció y ofreció sus tantos sufrimientos, y supo donarse por el cuidado y conforto de los enfermos, signo privilegiado de la misericordia de Dios, de su Reino que viene, de la victoria del amor y de la vida sobre el pecado y sobre la muerte", agregó.
Hacia el final de su homilía se dirigió a los capuchinos presentes, exhortándolos a vivir como vivió el santo fraile que "atraía al camino de la santidad con su mismo testimonio, indicando con el ejemplo el binario que a ésta conduce: la oración y la caridad".
"La oración antes que todo como todos los grandes hombres de Dios, él mismo era oración, alma y cuerpo. Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María. De la oración, como fuente siempre viva, brotaba la caridad. El amor que él llevaba en el corazón y transmitía a los otros estaba lleno de ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y familias", dijo el Papa.
Benedicto XVI concluyó con una reflexión para la vida cotidiana: "los riesgos del activismo y de la secularización están siempre presentes; por ello mi visita tiene también el fin de confirmaros en la fidelidad a la misión heredada por vuestro amado Padre. Muchos de vosotros estáis talmente sumergidos por las miles de actividades que exige el servicio a los peregrinos, y a los enfermos en el hospital, en donde se puede correr el riesgo de descuidar la verdadera necesidad: escuchar a Cristo para realizar la voluntad de Dios".
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A pocos días de la visita del Papa Benedicto XVI a la tumba del Padre Pío, el hermano Francesco Dileo, Rector del Santuario Santa Maria delle Grazie, en donde el Pontífice celebrará laEucaristía este domingo 21 de junio, señaló que la visita del Santo Padre animará en los fieles eldeseo de imitar al Santo de Pietrelcina y así seguir devotamente a Cristo.
En entrevista concedida a L'Osservatore Romano, el rector recordó como "el Padre Pío dijo una vez 'haré más ruido muerte que vivo'. Y, en efecto, el número de peregrinos es mucho mayor comparado al de finales de 1968" que actualmente llega a los siete millones anuales.
Al hablar luego de la cantidad de fieles que llegan hasta San Giovanni Rotondo para pedirle al Santo un milagro, el rector precisa que estos son "muchísimos. Lo deduzco sobre todo por el gran número de cartas en las que nos piden invocar la intercesión del Padre Pío o que se dirigen directamente a él, como si estuviera todavía vivo, para solicitar alguna curación física o espiritual".
"Estoy firmemente convencido de que en este lugar, incluso luego de la muerte del Padre Pío, sigue actuando la gracia de Dios que toca el corazón de los hombres y hace germinar o renacer la fe. Pienso que es difícil confrontarse con la vida de este Santo sin advertir el deseo de renunciar al pecado o cambiar de conducta".
Al referirse luego a la visita del Papa Benedicto XVI este domingo, el hermano Dileo señala que "la imagen de Benedicto XVI en oración ante los restos mortales de nuestro santo hermano será ciertamente más elocuente que muchas palabras y orientará la interminable 'clientela mundial' del fraile estigmatizado, como lo definió Pablo VI, hacia una auténtica actitud de veneración (y también de devoción), fundada en la oración y en el propósito deimitar al Padre Pío en el seguimiento de Cristo".
Padre Pío es el Cura de Ars de hoy", dice Postulador de franciscanos
ROMA, 19 Jun. 09 / 08:37 pm (ACI)
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En la víspera de la visita del Papa Benedicto XVI a San Giovanni Rotondo en donde están los restos mortales de San Pío de Pietrelcina; el postulador de los franciscanos capuchinos, P. Florio Tessari, señaló que este santo sacerdote "es el cura de Ars de hoy" porque ambos vivieron teniendo como centro de todo a la Eucaristía y se entregaron a sus fieles en el confesionario.
En entrevista concedida a L'Osservatore Romano, el P. Tessari resaltó, al iniciarse el Año Sacerdotaldecretado por el Papa Benedicto XVI en ocasión del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, las similitudes de este santo con elPadre Pío de Pietrelcina, santo estigmatizado a quien el Pontífice visitará este domingo 21 de junio.
"El Santo Cura de Ars hacía la misma cosa que el Padre Pío: celebraba la Eucaristía y se ponía adisposición para administrar el sacramento de lareconciliación. Quienes llegaban a San Giovanni Rotondo, buscaban al Padre Pío como quienes buscaban al Cura de Ars. Iban para la celebración de la Eucaristía y para el sacramento de la Reconciliación", comentó.
Seguidamente comentó como el Padre Pío fue "un fraile, un sacerdote religioso que ha vivido con profunda observancia los consejos evangélicos (castidad, obediencia y pobreza), ha sufrido en silencia en las dificultades como un auténtico Cireneo y ha sido al mismo tiempo un crucificado sin cruz".
Para el postulador, los elementos fundamentales que hicieron que este fraile llegara a ser canonizado fueron dos: "la fe a ultranza y la obediencia también a ultranza, pese a las dificultades encontradas en su vida. Importante fue también vivir en modo sencillo y en total unión con Jesús, la Virgen María y la Eucaristía".
Luego de señalar que el Santo de Pietrelcina amó mucho a la Iglesia y al Papa, el postulador resaltó que su mensaje sigue teniendo vigencia para los hombres de hoy a quienes le dice "amando profundamente a Dios se ama en modo intenso al hombre. El Padre Pío da a la humanidad una respuesta concreta al sufrimiento a través de los grupos de oración y la Casa de alivio del sufrimiento. El Padre Pío es el hombre para Dios y el hombre al servicio del hombre".
El Papa asegura a los jóvenes desempleados que la Iglesia no les abandona
Últimas palabras en su visita a la ciudad del padre Pío
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- "La Iglesia no os abandona. ¡Vosotros, no abandonéis a la Iglesia!", aseguró Benedicto XVI este domingo a los jóvenes al despedirse de la ciudad de San Pío de Pietrelcina, al constatar el fenómeno del desempleo.
El pontífice concluyó en la tarde su visita pastoral con un encuentro con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y los jóvenes en la iglesia dedicada al santo de los estigmas en San Giovanni Rotondo.
En las palabras conclusivas de su discurso denunció "el fenómeno del desempleo, que afecta de manera dramática a muchos chicos y chicas del sur de Italia".
"¡No os desaniméis! --les dijo el Papa--. Sed jóvenes de corazón grande" y recalcó: "La Iglesia no os abandona. ¡Vosotros, no abandonéis a la Iglesia!".
"Se necesita vuestra contribución para construir comunidades cristianas vivas y sociedades más justas y abiertas a la esperanza. Y si queréis tener el 'corazón grande', aprended de Jesús", les dijo. "Él no os abandonará nunca ni traicionará vuestra confianza, nunca os llevará por sendas equivocadas".
"Al igual que el padre Pío, vosotros sed también fieles amigos del Señor Jesús, manteniendo con Él una relación diaria mediante la oración y la escucha de su Palabra, la práctica asidua de los Sacramentos y la pertenencia cordial a su familia, que es la Iglesia", concluyó.
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El Papa medita en el enigma del sufrimiento junto a los enfermos
Al visitar el hospital fundado por san Pío de Pietrelcina
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI meditó este domingo en el enigma del sufrimiento al visitar la Casa Alivio del Sufrimiento, el hospital que fundó hace 53 años san Pío de Pietrelcina (1887-1968), en la localidad en la que desempeñó su ministerio.
El Papa saludó a los enfermos y al personal sanitario de este centro, considerado hoy como uno de los más grandes hospitales de Italia y un punto de referencia científica para el centro-sur del país, en la tarde de esta jornada dedicada a visitar San Giovanni Rotondo, siguiendo las huellas del fraile capuchino de los estigmas.
En las palabras que les dirigió el obispo de Roma, explicó que "la enfermedad, que se manifiesta en muchas formas y golpea de maneras diferentes, suscita inquietantes preguntas: ¿por qué sufrimos? ¿Puede considerarse positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede liberar del sufrimiento y la muerte?".
"Interrogantes existenciales, que en la mayoría de las veces quedan humanamente sin respuesta, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón".
"El sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana", constató el pontífice, observando que "ciertamente hay que hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento... pero eliminarlo totalmente del mundo no está en nuestras posibilidades simplemente porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, fuente continua de sufrimiento".
"El único que puede eliminar el poder del mal es Dios --aseguró--. Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento".
"Se da, por tanto, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del supremo dolor y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se sublima cuando es vivido con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios", aseguró.
El pontífice recordó que el padre Pío, canonizado por Juan Pablo II en 2002, mostró "esta profunda verdad" en el primer aniversario de la inauguración de este hospital, cuando dijo que, en él, "quien sufre debe vivir el amor de Dios por medio de la sabia aceptación de sus dolores, de la serena meditación de su destino".
El hospital fue inaugurado por el mismo padre Pío, el 5 de mayo de 1956, con 250 camas, que hoy son casi 1200.
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Benedicto XVI presenta el antídoto del padre Pío ante la secularización
En su visita a San Giovanni Rotondo
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó la herencia espiritual del san Pío de Pietrelcina como antídoto ante los riesgos de la secularización al visitar este domingo el santuario en el que vivía el fraile capuchino.
"Los riesgos del activismo y la secularización están siempre presentes", advirtió en la homilía de la misa celebrada ante cincuenta mil peregrinos, en el atrio de la iglesia de san Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo.
El padre Pío recordaba y sigue recordando "lo que es verdaderamente necesario: escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios", indicó el pontífice, que dedicó la jornada a una peregrinación tras las huellas del fraile de los estigmas (1887-1968), canonizado por Juan Pablo II, el 16 de junio de 2002, quien también visitó este santuario en 1987.
Por eso el pontífice dejó este consejo a los fieles que le escuchaban: "Cuando os deis cuenta de que corréis este riesgo, contemplad al padre Pío, su ejemplo, sus sufrimientos; e invocad su intercesión, para que os alcance del Señor la luz y la fuerza que necesitáis para continuar con vuestra misión empapada de amor por Dios y de caridad fraterna".
Los peregrinos, que tuvieron que afrontar la lluvia desde las primeras horas de la mañana, llegaron procedentes de toda Italia, pero también de países como Estados Unidos o Irlanda, prueba del amor que despierta en los cinco continentes.
De hecho, el santuario de San Giovanni Rotondo es el tercero más visitado del mundo católico, tras el Vaticano y la Basílica mexicana de la Virgen de Guadalupe, con más de siete millones de fieles al año.
Un fenómeno que se explica por la atracción que sigue provocando el padre Pío, "un hombre sencillo, de orígenes humildes", recordó el Papa, pero que se dejó conquistar por Cristo, "para hacerse instrumento elegido por el poder perenne de su Cruz: poder de amor por las almas, de perdón y reconciliación, de paternidad espiritual, de solidaridad concreta con los que sufren".
El obispo de Roma explicó que seguir a Cristo, como hizo el padre Pío, "no significa alienación, pérdida de la personalidad: Dios no anula nunca lo humano, sino que lo transforma con su Espíritu y lo orienta al servicio de su designio de salvación".
El "apóstol del confesionario", como era conocido el padre Pío, su nombre de pila era Francesco Forgione, tras ingresar en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, fue ordenado sacerdote en 1910.
En el convento de San Giovanni Rotondo, fundó la Casa del Alivio del Sufrimiento, para acoger a los más necesitados. A los 31 años comenzó a experimentar el fenómeno místico de los estigmas (llagas similares a las de Cristo clavado en la cruz).
Los estigmas se mantuvieron a lo largo de toda su vida. La herida del costado, al igual que los otros estigmas, manaba sangre con frecuencia y aún más durante la Semana Santa. Los de las manos los escondía bajo unos guantes de lana.
Los estigmas desaparecieron sin dejar huellas el 22 de septiembre de 1968, un día antes de su muerte. Junto a su fama de santidad se extendieron también las fuertes críticas contra su persona y humillaciones. Fue investigado por el Santo Oficio, motivo por el cual durante tres años no pudo celebrar misas en público. Tras años de investigaciones se demostró que todo era falso.
Tras la misa, al rezar el Ángelus, Benedicto XVI encomendó a la intercesión de la Virgen María y de san Pío de Pietrelcina "de manera especial el Año Sacerdotal", que inauguró el viernes pasado, solemnidad del sagrado Corazón de Jesús.
"¡Que sea una ocasión privilegiada para destacar el valor de la misión y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad del tercer milenio!", reconoció.
El Papa almorzó en la Casa Alivio del Sufrimiento y en la tarde mantuvo un encuentro con los enfermos y el personal del hospital.
Tras un encuentro en la iglesia de san Pío de Pietrelcina con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y los jóvenes, regresó a Roma.
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Acoger a los refugiados es un deber, asegura el Papa
Tras la Jornada Mundial del Refugiado
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aseguró este domingo que la acogida de los refugiados constituye un deber y exigió el compromiso de personas e instituciones para acabar con las causas de este fenómeno.
Las palabras del Papa resonaron en San Giovanni Rotondo, la localidad italiana en la que se encuentra el convento en el que vivió el padre Pío de Pietrelcina, un día después de que se celebrará la Jornada Mundial del Refugiado.
En estos momentos hay 42 millones de personas desarraigadas a la fuerza de sus hogares por los conflictos y la persecución en todo el mundo, según ha informado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con motivo de esta Jornada.
Este número incluye a 16 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo y a 26 millones de desplazadas internas, desarraigadas dentro de sus propios países.
Tras celebrar la misa junto a unas 50 mil personas, el Papa pidió rezar "por la difícil y en ocasiones dramática situación de los refugiados".
"Muchas son las personas que buscan refugio en otros países, huyendo de situaciones de guerra persecución y calamidad, y su acogida plantea muchas dificultades, pero sin embargo es un deber", reconoció.
"Quiera Dios que, con el compromiso de todos, se logre eliminar lo más posible las causas de un fenómeno tan triste", concluyó.
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Benedicto XVI presenta el antídoto del padre Pío ante la secularización
En su visita a San Giovanni Rotondo
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó la herencia espiritual del san Pío de Pietrelcina como antídoto ante los riesgos de la secularización al visitar este domingo el santuario en el que vivía el fraile capuchino.
"Los riesgos del activismo y la secularización están siempre presentes", advirtió en la homilía de la misa celebrada ante cincuenta mil peregrinos, en el atrio de la iglesia de san Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo.
El padre Pío recordaba y sigue recordando "lo que es verdaderamente necesario: escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios", indicó el pontífice, que dedicó la jornada a una peregrinación tras las huellas del fraile de los estigmas (1887-1968), canonizado por Juan Pablo II, el 16 de junio de 2002, quien también visitó este santuario en 1987.
Por eso el pontífice dejó este consejo a los fieles que le escuchaban: "Cuando os deis cuenta de que corréis este riesgo, contemplad al padre Pío, su ejemplo, sus sufrimientos; e invocad su intercesión, para que os alcance del Señor la luz y la fuerza que necesitáis para continuar con vuestra misión empapada de amor por Dios y de caridad fraterna".
Los peregrinos, que tuvieron que afrontar la lluvia desde las primeras horas de la mañana, llegaron procedentes de toda Italia, pero también de países como Estados Unidos o Irlanda, prueba del amor que despierta en los cinco continentes.
De hecho, el santuario de San Giovanni Rotondo es el tercero más visitado del mundo católico, tras el Vaticano y la Basílica mexicana de la Virgen de Guadalupe, con más de siete millones de fieles al año.
Un fenómeno que se explica por la atracción que sigue provocando el padre Pío, "un hombre sencillo, de orígenes humildes", recordó el Papa, pero que se dejó conquistar por Cristo, "para hacerse instrumento elegido por el poder perenne de su Cruz: poder de amor por las almas, de perdón y reconciliación, de paternidad espiritual, de solidaridad concreta con los que sufren".
El obispo de Roma explicó que seguir a Cristo, como hizo el padre Pío, "no significa alienación, pérdida de la personalidad: Dios no anula nunca lo humano, sino que lo transforma con su Espíritu y lo orienta al servicio de su designio de salvación".
El "apóstol del confesionario", como era conocido el padre Pío, su nombre de pila era Francesco Forgione, tras ingresar en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, fue ordenado sacerdote en 1910.
En el convento de San Giovanni Rotondo, fundó la Casa del Alivio del Sufrimiento, para acoger a los más necesitados. A los 31 años comenzó a experimentar el fenómeno místico de los estigmas (llagas similares a las de Cristo clavado en la cruz).
Los estigmas se mantuvieron a lo largo de toda su vida. La herida del costado, al igual que los otros estigmas, manaba sangre con frecuencia y aún más durante la Semana Santa. Los de las manos los escondía bajo unos guantes de lana.
Los estigmas desaparecieron sin dejar huellas el 22 de septiembre de 1968, un día antes de su muerte. Junto a su fama de santidad se extendieron también las fuertes críticas contra su persona y humillaciones. Fue investigado por el Santo Oficio, motivo por el cual durante tres años no pudo celebrar misas en público. Tras años de investigaciones se demostró que todo era falso.
Tras la misa, al rezar el Ángelus, Benedicto XVI encomendó a la intercesión de la Virgen María y de san Pío de Pietrelcina "de manera especial el Año Sacerdotal", que inauguró el viernes pasado, solemnidad del sagrado Corazón de Jesús.
"¡Que sea una ocasión privilegiada para destacar el valor de la misión y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad del tercer milenio!", reconoció.
El Papa almorzó en la Casa Alivio del Sufrimiento y en la tarde mantuvo un encuentro con los enfermos y el personal del hospital.
Tras un encuentro en la iglesia de san Pío de Pietrelcina con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y los jóvenes, regresó a Roma.
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El Papa medita en el enigma del sufrimiento junto a los enfermos
Al visitar el hospital fundado por san Pío de Pietrelcina
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI meditó este domingo en el enigma del sufrimiento al visitar la Casa Alivio del Sufrimiento, el hospital que fundó hace 53 años san Pío de Pietrelcina (1887-1968), en la localidad en la que desempeñó su ministerio.
El Papa saludó a los enfermos y al personal sanitario de este centro, considerado hoy como uno de los más grandes hospitales de Italia y un punto de referencia científica para el centro-sur del país, en la tarde de esta jornada dedicada a visitar San Giovanni Rotondo, siguiendo las huellas del fraile capuchino de los estigmas.
En las palabras que les dirigió el obispo de Roma, explicó que "la enfermedad, que se manifiesta en muchas formas y golpea de maneras diferentes, suscita inquietantes preguntas: ¿por qué sufrimos? ¿Puede considerarse positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede liberar del sufrimiento y la muerte?".
"Interrogantes existenciales, que en la mayoría de las veces quedan humanamente sin respuesta, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón".
"El sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana", constató el pontífice, observando que "ciertamente hay que hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento... pero eliminarlo totalmente del mundo no está en nuestras posibilidades simplemente porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, fuente continua de sufrimiento".
"El único que puede eliminar el poder del mal es Dios --aseguró--. Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento".
"Se da, por tanto, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del supremo dolor y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se sublima cuando es vivido con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios", aseguró.
El pontífice recordó que el padre Pío, canonizado por Juan Pablo II en 2002, mostró "esta profunda verdad" en el primer aniversario de la inauguración de este hospital, cuando dijo que, en él, "quien sufre debe vivir el amor de Dios por medio de la sabia aceptación de sus dolores, de la serena meditación de su destino".
El hospital fue inaugurado por el mismo padre Pío, el 5 de mayo de 1956, con 250 camas, que hoy son casi 1200.
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Acoger a los refugiados es un deber, asegura el Papa
Tras la Jornada Mundial del Refugiado
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aseguró este domingo que la acogida de los refugiados constituye un deber y exigió el compromiso de personas e instituciones para acabar con las causas de este fenómeno.
Las palabras del Papa resonaron en San Giovanni Rotondo, la localidad italiana en la que se encuentra el convento en el que vivió el padre Pío de Pietrelcina, un día después de que se celebrará la Jornada Mundial del Refugiado.
En estos momentos hay 42 millones de personas desarraigadas a la fuerza de sus hogares por los conflictos y la persecución en todo el mundo, según ha informado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con motivo de esta Jornada.
Este número incluye a 16 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo y a 26 millones de desplazadas internas, desarraigadas dentro de sus propios países.
Tras celebrar la misa junto a unas 50 mil personas, el Papa pidió rezar "por la difícil y en ocasiones dramática situación de los refugiados".
"Muchas son las personas que buscan refugio en otros países, huyendo de situaciones de guerra persecución y calamidad, y su acogida plantea muchas dificultades, pero sin embargo es un deber", reconoció.
"Quiera Dios que, con el compromiso de todos, se logre eliminar lo más posible las causas de un fenómeno tan triste", concluyó.
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El Papa asegura a los jóvenes desempleados que la Iglesia no les abandona
Últimas palabras en su visita a la ciudad del padre Pío
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- "La Iglesia no os abandona. ¡Vosotros, no abandonéis a la Iglesia!", aseguró Benedicto XVI este domingo a los jóvenes al despedirse de la ciudad de San Pío de Pietrelcina, al constatar el fenómeno del desempleo.
El pontífice concluyó en la tarde su visita pastoral con un encuentro con los sacerdotes, religiosos y religiosas, y los jóvenes en la iglesia dedicada al santo de los estigmas en San Giovanni Rotondo.
En las palabras conclusivas de su discurso denunció "el fenómeno del desempleo, que afecta de manera dramática a muchos chicos y chicas del sur de Italia".
"¡No os desaniméis! --les dijo el Papa--. Sed jóvenes de corazón grande" y recalcó: "La Iglesia no os abandona. ¡Vosotros, no abandonéis a la Iglesia!".
"Se necesita vuestra contribución para construir comunidades cristianas vivas y sociedades más justas y abiertas a la esperanza. Y si queréis tener el 'corazón grande', aprended de Jesús", les dijo. "Él no os abandonará nunca ni traicionará vuestra confianza, nunca os llevará por sendas equivocadas".
"Al igual que el padre Pío, vosotros sed también fieles amigos del Señor Jesús, manteniendo con Él una relación diaria mediante la oración y la escucha de su Palabra, la práctica asidua de los Sacramentos y la pertenencia cordial a su familia, que es la Iglesia", concluyó.
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arriba Homilía de Benedicto XVI en la tierra del padre Pío
Lo más necesario: "escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios"
SAN GIOVANNI ROTONDO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana de este domingo al presidir en el atrio de la iglesia de san Pío de Pietrelcina, en San Giovanni Rotondo, la concelebración eucarística.
* * *
Queridos hermanos y hermanas:En el corazón de mi peregrinación a este lugar, en el que todo habla de la vida y de la santidad del padre Pío de Pietrelcina, tengo la alegría de celebrar para vosotros y con vosotros la Eucaristía, misterio que constituyó el centro de toda su existencia: el origen de su vocación, la fuerza de su testimonio, la consagración de su sacrificio. Con gran afecto os saludo a todos vosotros, congregados aquí en gran número, y a cuantos nos acompañan a través de la radio y la televisión. Saludo en primer lugar al arzobispo Domenico Umberto D'Ambrosio, que, después de años de fiel servicio a esta comunidad diocesana, se prepara para asumir el cuidado de la arquidiócesis de Lecce. Le doy también de corazón las gracias porque se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos. Saludo a los otros obispos concelebrantes. Dirijo un saludo especial a los frailes capuchinos, en particular al ministro general, fray Mauro Jöhri, al definidor general, al ministro provincial, al padre guardián del convento, al rector del santuario y a la Fraternidad Capuchina de San Giovanni Rotondo. Saludo además, con reconocimiento, a cuantos ofrecen su contribución al servicio del santuario y de las obras anejas; saludo a las autoridades civiles y militares; saludo a los sacerdotes, a los diáconos, a los demás religiosos y religiosas, y a todos los fieles. Dirijo un pensamiento afectuoso a quienes están en la Casa Alivio del Sufrimiento, a las personas solas y a todos los habitantes de esta ciudad.Acabamos de escuchar el evangelio de la tempestad calmada, al que se le ha acompañado un breve pero incisivo texto del Libro de Job, en el que Dios se revela como el Señor del mar. Jesús amenaza al viento y ordena al mar que se calme, lo interpela como si se identificase con el poder diabólico. En efecto, según lo que nos dicen la primera lectura y el Salmo 106/107, el mar en la Biblia es considerado un elemento amenazador, caótico, potencialmente destructivo, que solo Dios, el Creador, puede dominar, gobernar y acallar.Pero hay otra fuerza --una fuerza positiva-- que mueve al mundo, capaz de transformar y renovar a las criaturas: la fuerza del "amor de Cristo", ἀγάπη τοῦ Χριστοῦ (2 Corintios 5,15), como la llama san Pablo en la segunda carta a los Corintios: no es, por tanto, una fuerza cósmica, sino divina, trascendente. Actúa también sobre el cosmos, pero por naturaleza el amor de Cristo es "otro" tipo de poder, y el Señor manifestó esta alteridad trascendente en su Pascua, en la "santidad" del "camino" que Él eligió para liberarnos del dominio del mal, como había sucedido en el éxodo de Egipto, cuando hizo atravesar a los judíos las aguas del Mar Rojo. "Oh Dios --exclama el salmista--, qué santo es tu proceder... Tu camino discurría por el mar, por aguas caudalosas tu sendero" (Salmo 77/76, 14.20). En el misterio pascual, Jesús atravesó el abismo de la muerte, porque Dios quiso así renovar el universo: mediante la muerte y resurrección de su Hijo, "muerto por todos" para que todos puedan vivir "para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Corintios 5,16) y no vivan sólo para sí mismos. El gesto solemne de apaciguar el mar en tempestad es claramente un signo del señorío de Cristo sobre las potencias negativas, e induce a pensar en su divinidad: "¿quién es éste --se preguntaban estupefactos y atemorizados los discípulos--, que hasta el viento y el mar le obedecen? (Marcos 4,41). No tenían todavía una fe sólida, se está formando; es una mezcla de miedo y de confianza; el abandono confiado de Jesús ante el Padre es, por el contrario, total y puro. Por este poder del Amor, puede dormir durante la tempestad, completamente confiado en los brazos de Dios. Pero llegará el momento en el que también Jesús experimentará el miedo y la angustia: cuando llegue su hora, sentirá sobre sí todo el peso de los pecados de la humanidad, como una gran ola que está a punto de caer sobre Él. Esa sí que será una tempestad terrible, no cósmica, sino espiritual. Será el último, el extremo asalto del mal contra el Hijo de Dios.Pero en esa hora Jesús no dudó del poder de Dios Padre y de su cercanía, aunque tuvo que experimentar plenamente la distancia entre el odio y el amor, entre la mentira y la verdad, entre el pecado y la gracia. Experimentó este drama en sí mismo de manera lacerante, especialmente en Getsemaní, antes de ser apresado, y después, durante toda la pasión hasta la muerte en la Cruz. En esa hora, Jesús por una parte estaba totalmente unido al Padre, plenamente confiado en Él; por otra parte, solidario con los pecadores, quedó como separado y se sintió como abandonado por Él.Algunos santos han vivido intensa y personalmente esta experiencia de Jesús. El padre Pío de Pietrelcina es uno de ellos. Un hombre sencillo, de orígenes humildes, "conquistado por Cristo" (Filipenses 3,12), como escribe de sí el apóstol Pablo, para hacerse un instrumento elegido por el poder perenne de su Cruz: poder de amor por las almas, de perdón y reconciliación, de paternidad espiritual, de solidaridad concreta con los que sufren. Los estigmas, que le marcaron en el cuerpo, le unieron íntimamente con el Crucificado-Resucitado. Auténtico seguidor de san Francisco de Asís, hizo propia, como el Pobrecillo, la experiencia del apóstol Pablo, tal y como la describe en sus Cartas: "con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gálatas 2, 19-20); o también: "en nosotros actúa la muerte, en vosotros la vida" (2 Corintios 5,12). Esto no significa alienación, pérdida de la personalidad: Dios no anula nunca lo humano, sino que lo transforma con su Espíritu y lo orienta al servicio de su designio de salvación. El padre Pío conservó sus propios dones naturales, y también su propio temperamento, pero ofreció todo a Dios, quien de este modo pudo servirse de ellos libremente para prolongar la obra de Cristo: anunciar el Evangelio, perdonar los pecados y curar a los enfermos en el cuerpo y en el espíritu.
Como les sucedió a Jesús, la verdadera lucha, el padre Pío no tuvo que librar el combate radical contra enemigos terrenales, sino contra el espíritu del mal (Cf. Efesios 6,12). Las "tempestades" más grandes que le amenazaban eran los asaltos del diablo, de los cuales se defendió con la "armadura de Dios", con "el escudo de la fe" y "la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Efesios 6,11.16.17). Permaneciendo unido a Jesús, siempre tuvo en cuenta la profundidad del drama humano, y por eso se ofreció y ofreció sus tantos sufrimientos, y supo gastarse en el cuidado y alivio de los enfermos, signo privilegiado de la misericordia de Dios, de su reino que viene, es más, que ya está en el mundo, de la victoria del amor y de la vida sobre el pecado y la muerte. Guiar a las almas y aliviar el sufrimiento: así se puede resumir la misión de san Pío de Pietralcina, como dijo el siervo de Dios, el Papa Pablo VI: "Era un hombre de oración y de sufrimiento" (A los padres Capitulares Capuchinos, 20 de febrero de 1971).Queridos amigos, frailes menores capuchinos, miembros de los grupos de oración y fieles todos de san Giovanni Rotondo, sois los herederos del padre Pío y la herencia que os ha dejado es la santidad. En una de sus cartas escribe: "Parece que el único tratamiento de Jesús para las manos es el de santificar vuestra alma" (Epístolas II, p. 155). Era siempre su primera preocupación, su ansia sacerdotal y paterna: que las personas regresaran a Dios, que pudieran experimentar su misericordia y, una vez renovados interiormente, redescubrir la belleza y la alegría de ser cristianos, de vivir en comunión con Jesús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio. El padre Pío atraía al camino de la santidad con su mismo testimonio, indicando con el ejemplo el "binomio" que nos conduce a ella: la oración y la caridad.
Ante todo la oración. Como todos los grandes hombres de Dios, el padre Pío se convirtió él mismo en oración, con el alma y con el cuerpo. Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María. Se explica así la singular presencia en él de dones sobrenaturales y de sentido práctico humano. Y todo tenía su culmen en la celebración de la santa misa: en ella, él se unía plenamente al Señor muerto y resucitado. De la oración, como de una fuente siempre viva, brotaba la caridad. El amor que él llevaba en el corazón y transmitía a los demás estaba lleno de ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y de las familias. Especialmente hacia los enfermos y dolientes, sustentaba la predilección del Corazón de Cristo, y precisamente de ella tuvo origen y forma el proyecto de una gran obra dedicada al "alivio del sufrimiento". No se puede entender ni interpretar adecuadamente esta institución si se la separa de su fuente inspiradora, que es la caridad evangélica, animada a su vez por la oración.Todo esto, queridos hermanos, el padre Pío lo presenta hoy a nuestra atención. Los riesgos del activismo y la secularización están siempre presentes; por ello mi visita tiene también el objetivo de confirmaros en la fidelidad a la misión heredada de vuestro queridísimo padre. Muchos de vosotros, religiosos, religiosas y laicos, estáis tan absorbidos por miles de tareas que conlleva el servicio a los peregrinos o a los enfermos del hospital que corréis el riesgo de descuidar lo que es verdaderamente necesario: escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios. Cuando os deis cuenta de que corréis este riesgo, contemplad al padre Pío, su ejemplo, sus sufrimientos; e invocad su intercesión, para que os alcance del Señor la luz y la fuerza que necesitáis para continuar con vuestra misión empapada de amor por Dios y de caridad fraterna. Y que desde el cielo él siga ejerciendo esa delicada paternidad espiritual que le distinguió durante su existencia terrena; que continúe acompañando a sus hermanos, a sus hijos espirituales y a toda la obra que él inició. Que, junto a san Francisco y a la Virgen, que tanto amó e hizo amar en este mundo, vele sobre vosotros y os proteja y siempre. Y entonces, también en las tempestades que puedan levantarse de manera imprevista, podréis experimentar el soplo del Espíritu Santo que es más fuerte que cualquier viento contrario, y mueve la barca de la Iglesia y a cada uno de nosotros. Por este motivo debemos vivir siempre con serenidad y cultivar en el corazón la alegría, dando gracias a Señor. Dice el Salmo: "Su amor es para siempre" (Salmo responsorial). ¡Amén!
SUMARIO DE LA VISITA PASTORAL A SAN GIOVANNI ROTONDO,21 JUNIO:
-San Pío de Pietrelcina: guió a las almas y alivió el dolor
-Benedicto XVI recuerda situación dramática refugiados
-Existe una relación entre la Cruz de Cristo y el dolor
-Nuevos canales para comunicar perenne verdad Evangelio
OTRAS NOTICIAS, 20-22 DE JUNIO:
-El sacerdote debe tender constantemente a la santidad
-Declaración del director Oficina Prensa Santa Sede
-De Gasperi: su testimonio cristiano inspire a gobernantes
-Audiencias
-Otros actos pontificios
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SAN PIO DE PIETRELCINA: GUIÓ A LAS ALMAS Y ALIVIÓ EL DOLOR
CIUDAD DEL VATICANO, 21 JUN 2009 (VIS).-El Santo Padre partió a las 8,30 del aeropuerto romano de Ciampino -y no en helicóptero debido a las inclemencias del tiempo- y aterrizó en la base militar de Amendola (Foggia). Desde allí se trasladó en automóvil a San Giovanni Rotondo, en el sur de Italia, donde fue acogido por las autoridades políticas, civiles y eclesiásticas.
A continuación se dirigió al Santuario de Santa Maria de las Gracias, donde le esperaba el Ministro General de los Frailes Menores Capuchinos, Fray Mauro Jöhri, con otros religiosos de la misma orden. Tras la adoración al Santísimo Sacramento, el Papa visitó la celda del convento en la que murió Padre Pío de Pietrelcina y bajó a la cripta del santuario para venerar los restos mortales del santo.
A las 10,30, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en el exterior de la Iglesia de San Pío de Pietrelcina.
Hablando de San Pío, el Papa dijo que "prolongó la obra de Cristo: anunciar el Evangelio, perdonar los pecados y curar a los enfermos en el cuerpo y en el espíritu".
"Las "tempestades" más grandes que le amenazaban eran los asaltos del diablo, de los cuales se defendió con la "armadura de Dios", con "el escudo de la fe" y "la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios". Al permanecer unido a Jesús, siempre tuvo en cuenta la profundidad del drama humano, y por eso se ofreció y ofreció sus numerosos sufrimientos, y supo consumirse en el cuidado y alivio de los enfermos, signo privilegiado de la misericordia de Dios. (...) Guiar a las almas y aliviar el sufrimiento: así se puede resumir la misión de san Pío de Pietrelcina".
Tras poner de relieve que la herencia que ha dejado a sus hijos espirituales es la santidad, el Santo Padre subrayó que "su primera preocupación, su ansia sacerdotal y paterna era siempre que las personas regresaran a Dios, que pudieran experimentar su misericordia y, una vez renovadas interiormente, redescubriesen la belleza y la alegría de ser cristianos, de vivir en comunión con Jesús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio".
"Ante todo la oración. (...) Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María. Se explica así la singular presencia en él de dones sobrenaturales y de sentido práctico humano. Y todo tenía su cumbre en la celebración de la santa misa. (...). De la oración, como de una fuente siempre viva, brotaba la caridad. El amor que llevaba en el corazón y transmitía a los demás estaba lleno de ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y de las familias. Sostenía que especialmente los enfermos y los que sufrían eran los predilectos del Corazón de Cristo, y gracias a ello surgió el proyecto de una gran obra dedicada al "alivio del sufrimiento". No se puede entender ni interpretar adecuadamente esta institución si se la separa de su fuente inspiradora, que es la caridad evangélica, animada a su vez por la oración".
Benedicto XVI llamó la atención frente a "los riesgos del activismo y la secularización, que están siempre presentes". "Muchos de vosotros, religiosos, religiosas y laicos -dijo-, estáis tan absorbidos por miles de tareas que conlleva el servicio a los peregrinos o a los enfermos del hospital que corréis el riesgo de descuidar lo que es verdaderamente necesario: escuchar a Cristo para cumplir la voluntad de Dios. Cuando os deis cuenta de que corréis este riesgo, mirad a padre Pío, su ejemplo, sus sufrimientos; e invocad su intercesión, para que os alcance del Señor la luz y la fuerza que necesitáis para continuar su misma misión empapada de amor por Dios y de caridad fraterna".
PV-ITALIA/MISA/S. GIOVANNI ROTONDO VIS 090622 (640)
BENEDICTO XVI RECUERDA SITUACION DRAMATICA REFUGIADOS
CIUDAD DEL VATICANO, 21 JUN 2009 (VIS).-Al final de la Santa Misa celebrada en el exterior de la Iglesia de San Pío de Pietrelcina, Benedicto XVI rezó el Ángelus y recordó el amor del santo a la Virgen María.
"Amad a la Virgen y hacedla amar, así repetía a todos -dijo el Papa-, y más que las palabras valía el testimonio ejemplar de su profunda devoción a la Madre celeste". Toda la vida y el apostolado de San Pío de Pietrelcina "se desarrollaron por lo tanto bajo la mirada maternal de María y con la potencia de su intercesión".
El Santo Padre confío de manera especial a la intercesión de la Virgen y a san Pío de Pietrelcina el Año sacerdotal inaugurado el pasado viernes, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, auspiciando que sea "una ocasión privilegiada para resaltar el valor de la misión y de la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y de la humanidad del tercer milenio".
Por último, el Santo Padre habló de la Jornada Mundial del Refugiado, celebrada ayer sábado, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas. "Recemos también hoy por la situación difícil y a veces también dramática de los refugiados", pidió el pontífice. "Son muchas las personas que buscan refugio en otros países huyendo de situaciones de guerra, persecuciones y calamidades, y su acogida plantea no pocas dificultades, pero sin embargo es un deber. Dios quiera que, con el compromiso de todos, se lleguen a remover hasta donde sea posible, las causas de un fenómeno tan triste".
PV-ITALIA/ANGELUS/SAN GIOVANNI ROTONDO VIS 090622 (260)
EXISTE UNA RELACION ENTRE LA CRUZ DE CRISTO Y EL DOLOR
CIUDAD DEL VATICANO, 21 JUN 2009 (VIS).-Benedicto XVI se encontró a las 16,45 con los enfermos y el personal de la "Casa Sollievo della Sofferenza" (Casa Alivio del Sufrimiento), el hospital que fundó Padre Pío en 1956 y que actualmente cuenta con más de 1.000 camas.
Hablando de la enfermedad, el Papa explicó que "se manifiesta en muchas formas y golpea de maneras diferentes, suscita preguntas inquietantes: ¿por qué sufrimos? ¿Puede considerarse positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede liberar del sufrimiento y de la muerte? Interrogantes existenciales, que la mayoría de las veces no encuentran una respuesta humana, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón".
Tras poner de relieve que "el sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana", el Santo Padre observó que "ciertamente debemos hacer todo lo posible para que disminuya el sufrimiento, pero eliminarlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque (...) ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, (...) fuente continua de sufrimiento".
"El único que puede eliminar el poder del mal es Dios", aseguró. "Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento. Existe por tanto, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del dolor supremo y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se enaltece cuando se vive con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios".
Benedicto XVI afirmó que "padre Pío intuyó esta profunda verdad en el primer aniversario de la inauguración de este hospital, cuando dijo que, en él, "quien sufre debe vivir el amor de Dios por medio de la sabia aceptación de sus dolores, de la serena meditación de su destino".
"El Señor -concluyó el Papa- os ayude a realizar el proyecto iniciado por padre Pío, con la ayuda de todos: desde los médicos e investigadores científicos, a los agentes sanitarios y colaboradores de los diferentes repartos, voluntarios, benefactores, capuchinos y otros sacerdotes. Sin olvidar los grupos de oración, que "junto a la "Casa del Sollievo", son la vanguardia de esta pequeña ciudad de la caridad, viveros de fe, focos de amor".
PV-ITALIA/ALIVIO SUFRIMIENTO/S.GIOVANNI ROTONDO VIS 090622 (400)
NUEVOS CANALES PARA COMUNICAR PERENNE VERDAD EVANGELIO
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