martes, 22 de marzo de 2011

EL MENSAJE SOCIAL DE MARÍA - EL SANTO ROSARIO


EL SANTO ROSARIO MEDITADO

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

Abre, Señor mis labios,

Y mi boca proclamará tu alabanza.



Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. Quiero y propongo firmemente confesarme a su tiempo. Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados. Y confío en que por tu bondad y misericordia infinita, me los perdonarás y me darás la gracia para no volver a ofenderte. Amén.



Cada misterio se integra con un Padre nuestro, diez Aves Marías un Gloria y una jaculatoria mariana.



MISTERIOS GOZOSOS


PRIMER MISTERIO

LA ANUNCIACIÓN A LA VIRGEN MARÍA



En un mundo donde todos quieren imponer la propia voluntad a los demás, en un mundo donde el más fuerte se impone sobre todos los demás, en un mundo donde los hombres le imponen la maternidad a las mujeres sin pedirles siquiera su consentimiento, tú Señor Dios, te acercaste a la criatura, a María, para proponerle, para pedirle, para suplicarle casi, que se dignara ser la Madre de tu Hijo. Fue la gran lección para todos los hombres. No es la ley del más fuerte, no es la ley del que más tiene, no es la ley del poderoso lo que debe impulsar la marcha de nuestro mundo, sino la ley del amor, del servicio, de la solidaridad, del mirar los demás como mi propio hermano. Gracias, nuestro Buen Padre Dios, por haber puesto en el corazón y en los labios de María, aquellas benditas palabras: “Hágase en mí según tu Palabra”.



SEGUNDO MISTERIO

LA VISITA DE MARÍA A SU PRIMA ISABEL



La primera vez que tu Hijo hizo su aparición pública, aún estaba en el seno de su Madre y aún así quiso salir al encuentro de aquella mujer que necesitaba de ayuda por su edad y por estar esperando a quien sería Juan el Bautista. Él se sirvió de su Madre para llevar la presencia del Espíritu Santo a otra criatura que aún estaba en el seno de su propia madre. Y así se dio un abrazo entre dos mujeres felices de su maternidad. Hoy cuando muchos sectores de nuestra población reniegan de la vida humana y tratan de hacerla difícil con una legislación en contra, concede a todas las mujeres que comprendan que su maternidad es lo mejor que le puede pasar a una mujer, y que la vida humana merece ser defendida y custodiada con fe y con todas fuerzas y la capacidad de que nos has dotado.



TERCER MISTERIO

EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS



¡Mira qué original manera escogieron los hombres para hacer nacer de entre ellos a tu Hijo, entre los pobres, los menesterosos, los pastores! Ellos no lo sabían, no sabían que tu Hijo preferiría siempre las casas de los pobres de los desposeídos, de aquellos a los que la vida les niega todo, y por eso escogieron para él, el lugar más humilde y despreciable, como queriendo arroparlo ya desde entonces con su pobreza y su desamparo, para sentir en tu Hijo, al hermano, al protector, al amigo, al Pastor, al que es Puerta de Salvación, sencillamente a tu Hijo para que todos fuéramos hermanos en él. Gracias, Oh Padre, porque permitiste que tu Hijo conociera la pobreza y la desventura, para sentirnos todos amados en él, que puede acoger a todos los que sufren y buscan caminos de Salvación.



CUARTO MISTERIO

JESÚS ES PRESENTADO AL TEMPLO DE JERUSALÉN POR MARÍA Y JOSÉ



Nosotros rodeamos el Cuerpo de tu Hijo Jesucristo en nuestros altares, con un sol de oro y rayos de plata para exponerlo a la adoración de las gentes. Nos parece que es la forma más atinada de dar gloria a tu Hijo Jesucristo. Con esa custodia, paseamos a tu Hijo por nuestros templos y nuestras plazas. Pero la primera procesión Eucarística no fue entre rayos de oro sino en las cálidas y arropadoras manos de la Virgen María, y su vestidura era la sencilla ropa de lana de los pobres y los humildes, tejida en la propia casa. Así fue presentado tu Hijo al Templo de Jerusalén y así cumplió su Madre los ritos de su pueblo y de su fe. Hoy cuando consideramos de poco valor el que los niños sean conducidos a tu Iglesia, a la oración, y a los sacramentos, concede a los padres de familia una nueva visión de fe que haga que los hijos, los pequeños y los jóvenes, lleguen a considerar como el más rico tesoro encontrarse a tu Hijo en la Iglesia, comunidad de todos los creyentes hacia ti nuestro Dios y nuestro Padre.



QUINTO MISTERIO.

EL NIÑO JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO



Cuando después de aquellos días angustiosos en que los padres de Jesús pudieron encontrarlo por fin en el templo de Jerusalén, hubo una conversación por demás interesante entre María y Jesús, de doce años en ese tiempo. “¿Porqué nos has hecho esto? ¿Porqué no nos avisaste que te quedarías un poco más en la ciudad de tus Antepasados?”, dijo María. Y la respuesta de Cristo fue la de un auténtico adolescente: “¿Qué no sabían que debo de ocuparme en las cosas de mi Padre?”. Sin embargo, aunque hizo sentir la tensión entre las obligaciones hacia su Padre y las que tenía como todo hijo de familia, regresó a su casa y a sus padres, a los que vivió sujeto hasta los treinta años de su vida. Hoy, como en toda época, se vive una gran tensión entre los adolescentes que no acaban de aceptar sus obligaciones en su familia, en su escuela o en su trabajo, en su patria y con su cuerpo y su propia sexualidad. Y los padres no acaban de comprender el cambio sustancial que se obra en el cuerpo y en la mente de los adolescentes. Señor Dios, dales a unos y a otros, un espíritu de fe, para que en la unidad de la familia, podamos pensar en una patria más sólida, más fraterna, más cristiana y más justa, y más cercana también al corazón de tu Madre, María, la Virgen de Guadalupe.



MISTERIOS DOLOROSOS


PRIMER MISTERIO

LA ORACIÓN DE JESÚS EN EL HUERTO



El trago amargo de su pasión y de su muerte, comenzó a experimentarla Cristo Jesús en el huerto de Getsemani al que había ido a orar. Muchas veces Jesús oraba en el silencio de la noche o entre los cantos de los pájaros en la madrugada. Pero esta vez su oración era especial. Se enfrentaba a su muerte, y como hombre se conmovía hasta sus entrañas. Quería huir pero el deber lo llamaba. Quería alejarse pero su amor a su Padre lo retenía ahí. Quería escapar, pero su amor a los hombres lo empujaba a la entrega. Y se quedó. Sudando gruesas gotas de sangre, puso sus manos para ser hecho prisionero, en medio de una gran serenidad y una gran fuerza interior que había adquirido de aquél largo momento de oración. Hoy los hombres queremos huir de la responsabilidad, del deber, del compromiso en la familia, en la escuela, en la sociedad, en el trabajo. Somos hombres en estampida. Ayúdanos, Señor Dios, para que lejos de huir, sepamos colaborar para que nuestro mundo sea más solidario, más humano, más cristiano, y que la serenidad para encontrarnos con nuestros deberes, sea fruto de nuestra oración confiada, en ti nuestro Dios y nuestro Padre.



SEGUNDO MISTERIO

JESÚS ES FLAGELADO EN LA COLUMNA



¿Por qué tanto tormento? ¿Porque tanta saña y contra aquél en quien no habían encontrado nada de qué acusarle porque nunca le hizo mal a nadie? ¿Porqué atormentar al que lo único que hizo fue hacer el bien a los pobres, a los desheredados, a los que habían caído en la enfermedad y en el aislamiento, para volverles a la comunidad de los hombres? ¿Porqué golpear al que supo declararse defensor de los más golpeados en el mundo, las prostitutas, los leprosos, los pobres, las viudas y los niños? Hoy sigue habiendo pobres y desheredados, condenados a cárceles porque la justicia se hizo para otras gentes pero no para ellos. Condenados a dejar casa y patria y madre y hermanos porque la propia tierra no puede sostenerles. Condenados no ya por la enfermedad misma como los enfermos de SIDA, sino al abandono despiadado en clínicas aisladas de todo y de todos. Señor, que nosotros mismos no condenemos a la flagelación a otros tantos de nuestros hermanos, sino que podamos ponernos del lado de la justicia, de la verdad y la caridad.



TERCER MISTERIO

JESÚS ES CORONADO DE ESPINAS



Desde el momento de su condenación, Cristo Jesús estuvo sujeto a las burlas de la chusma y de los soldados desprovistos de toda compasión humana. Así, se dieron el lujo de coronarlo pero de espinas que producían dolores intensos y un inútil derramamiento de sangre. ¿Quién podía reclamar por él? ¿Quién podría meter las manos por él si todos querían su pronta desaparición y los suyos ya no estaban ahí para defenderle? Hoy también seguimos coronando de espinas a los trabajadores y obreros que tienen que sufrir sueldos de hambre y son despedidos como trastos viejos cuando ya han dado todo lo que podían a las empresas cuyo capital se ve acrecentado con la sangre de los pobres obreros y empleados. Señor, que ya no causemos más dolor al corazón de tu Madre, al seguir imponiendo coronas de espinas a los hombres nuestros hermanos.



CUARTO MISTERIO

JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ



Jesús llegó a ser todo un espectáculo. Las gentes lo habían visto enseñando en el templo, curando a los enfermos, alentando a todo mundo, a los desarrapados, a los excomulgados de su religión. Lo había visto entrar triunfalmente a Jerusalén, pero aún les faltaba otro aspecto de Jesús. Traicionado por los suyos, abandonado de los más cercanos, una piltrafa humana, cargando el instrumento de los más abominables de los hombres, una cruz sobre sus hombros ya de por sí llagados por los azotes del día anterior. Los hombres siguen imponiendo cruces sobre sus hermanos los hombres cuando los explotan, les compran sus productos naturales a muy bajo precio, y luego les venden sus productos elaborados a tan altos precios que no los pueden comprar. Les imponen pesadas cruces cuando pasan por sus territorios sacando el preciado petróleo, aunque el medio natural quede inservible: los ríos, los lagos, el subsuelo, que además se ve contaminado con productos y deshechos de materiales altamente peligrosos para la salud humana, para los niños y los jóvenes. Señor, ayúdanos a no imponer cruces de vergüenza y de mentira a los hombres que sufren en carne propia la condenación de sus propios hermanos.



QUINTO MISTERIO

JESÚS MUERE EN LA CRUZ



Muchas gentes se alegraron de ver a Cristo Jesús muerto en la cruz. Al fin de habían librado de esa pesadilla, de esa piedra dolorosa en el zapato. Se habían quitado de una vez por todas ese tremendo dolor de cabeza. Ya sus intereses económicos no se verían menguados, ni su posición social se vería mermada. Podrían seguir mermando con la ignorancia de las gentes, aprovechándose de su fe y de su simpleza, riéndose internamente de su entrega y de su generosidad. Cristo estaba muerto. Ya no pronunciaría palabra. Ya no podría defender a nadie más. Hoy la Iglesia sigue siendo condenada a callar, mientras las naciones aprueban todo lo que es condenable. Abortos, muchos abortos, libertad de aborto. Muerte por todos lados. Muerte a la humanidad. Muerte a los inocentes. Muerte a los ancianos. Muerte, guerra a los inocentes. Señor, que tu Iglesia, aunque tenga que llegar al martirio, no se canse de gritar a todo mundo, que la vida es sagrada y que tú Oh Padre, no te alegraste con la muerte de tu Hijo Jesucristo.



MISTERIOS GLORIOSOS


PRIMER MISTERIO

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.



La vida de Cristo fue un acercamiento del cielo a la tierra. Un hacer llegar el Reino de Dios hasta los hombres. Con su llegada, se instaura el Reino de paz, de verdad, de amor y de justicia. Cristo comienza a repartir a manos llenas los dones del Padre. No hubo descanso para él. Todo él se debía a las gentes, a los hombres, al mundo. Fue un volcarse de la Gracia y del Amor. Pero los grandes, los poderosos, los que ostentaban la exclusiva de la salvación y de la fe del pueblo, no creían en él, y por eso se dieron prisa para quitarlo de en medio. Y lo mataron. Pero el Padre Dios salió en su defensa, y tal como Cristo lo había dicho, él lo resucita al tercer día y confirma entonces toda la vida, las señales, las profecías en torno a su Hijo Jesucristo. Señor Dios, concédenos que tus hijos visitemos las casas, los lugares de trabajo, los hospitales y las cárceles de nuestros prójimos, como el camino natural hacia ti, el Padre de todos los hombres, para llevarles el consuelo de la esperanza y la luz de la resurrección de tu Hijo Jesucristo.



SEGUNDO MISTERIO

LA ASCENCIÓN DE CRISTO A LOS CIELOS



Nadie asistió al momento de la Resurrección de Cristo, pero el testimonio de todos los que lo vieron, nos hace exclamar llenos de gozo y de alegría, porque después de acabar de instruir a sus apóstoles fue llamado para subir y sentarse a la diestra de Dios Padre, como cabeza de toda la humanidad, esperando el regreso de todos los hombres marcados para la salvación. Las puertas ya están abiertas para nosotros, pero los hombres se resisten a entrar y no dejan que otros entren. Señor Dios, concédenos que de tal manera organicemos nuestra sociedad, que a nadie se le impida vivir en la verdad, que a nadie se le niegue la oportunidad de vivir y que a todos se les brinde la oportunidad de encontrar la salvación en la Iglesia fundada por tu Hijo Jesucristo y algún día podamos descubrirnos como la gran familia de los hijos de Dios que ha triunfado de la mentira, el engaño, la injusticia y la muerte.



TERCER MISTERIO

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE MARÍA Y LOS APÓSTOLES



El Espíritu Santo fue el compañero inseparable de Cristo Jesús desde su Encarnación en el seno de María la Inmaculada. Él hizo posible su aparición en este mundo. Lo hizo crecer entre los hombres y lo lanzó a la aventura de conquistar a todos los hombres para el corazón de nuestro Dios. Lo acompañó hasta lo alto de la cruz, y con el Padre, lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a la derecha del Padre. Cristo Jesús lo infundió a la vez en los apóstoles el mismo día de la Resurrección, pero en atención a todos los hombres, lo hizo aparecer visiblemente a los apóstoles que se convirtieron en intrépidos defensores de la fe y del amor. Señor Dios, los hombres necesitamos con urgencia del Espíritu de tu Hijo, porque hemos perdido el lenguaje del amor, de la verdad y de la justicia. No nos amamos, vivimos engañados, en la mentira y el error y nos mordemos unos a otros. El mundo lo necesita. Cristo Jesús, ven con tu Espíritu Santo y desde tu Eucaristía, sigue conquistando al mundo para nuestro Buen Padre Dios.



CUARTO MISTERIO

LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS.



María no solo fue la Madre de Cristo Jesús. Fue su amiga, su consejera, su maestra, y su compañera. Se dice que un día se despidió de su Hijo porque él tenía que marcharse a la aventura de conquistar a todos los hombres para el corazón de nuestro Dios. Pero en el fondo ella no podía despedirse porque no tenía otro cometido en el mundo sino su Hijo ni otra alegría que estar con él. Por eso, a distancia, sin llamar la atención, escuchaba y escuchaba la Palabra de su Hijo, hasta ganarse el título de primera creyente en la fe, comprometida con la salvación de todos los que creerían en su Hijo, y por eso, después de su paso por este mundo, fue llamada en cuerpo y alma a los cielos. También nosotros necesitamos hoy, Oh Señor, mujeres de fe, que lo empeñen todo por conseguir la salvación de sus hijos, entregándoles el rico tesoro de la fe y el testimonio de una vida de entrega y de generosidad que haga este mundo respirable, amable, humano y cristiano, todos en camino de amor, de verdad y de servicio. Que María sea siempre faro de luz y de inspiración para nuestras mujeres y para nuestra sociedad.



QUINTO MISTERIO

LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO SEÑORA DE TODO LO CREADO.



A María la llamamos Señora. Y la llamamos Madre, porque ella nos dio al Salvador. Y todos los pintores que han sido grandes, han plasmado en sus lienzos el momento indescriptible en que María fue coronada como Señora de todos los cielos y de todos los ángeles. Bien que se lo merecía ella, porque no le negó nunca nada a su Hijo Jesús. Fue toda para él. De ella, Jesús aprendió tantas lecciones de chico y de muchacho, que en su vida y en sus palabras, Cristo fue reflejando los mensajes de María y de José su padre en adopción. Cristo aprendió en la casita de Nazaret a ser luz, a ser sal, a ser puerta, a ser pastor, a ser vida, a ser entrega y a ser generosidad y nos pide hacer nosotros lo mismo en nuestro mundo. Por eso te damos gracias, Señor Dios, y te alabamos por la Madre de tu Hijo y pedimos que ella siga siendo en la Iglesia la primera creyente, la primera mujer de fe y a imitación suya, los cristianos podamos ser luz, y vida y sal de verdad en nuestro mundo.



MISTERIOS LUMINOSOS


PRIMER MISTERIO

EL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



Si sabemos que el Bautismo nos acerca al Dios del amor, nos hace hijos suyos, nos incorpora a su Iglesia y quita de nosotros toda mancha de pecado, es lógico que nosotros nos preguntemos. Si Jesús ya era Hijo de Dios desde siempre, si no tenía ningún pecado, y si vivía siempre en la presencia del Padre, ¿Por qué se hizo bautizar? Ciertamente el bautismo de Juan no le agregó nada a Jesús, pero fue la gran oportunidad para que el Buen Padre Dios bajara a hacer visible al Espíritu Santo de Dios y a presentar solemnemente a los hombres a Cristo como su Hijo: “Éste es mi Hijo amado en quien tengo todas mis complacencias”. Y desde entonces es a él a quien debemos escuchar, amar, seguir e imitar. Sólo en él estará la salvación. Concédenos Señor, que tengamos un gran amor a ese sacramento bendito del Bautismo del que nos han venido todas las gracias y concede que ese mismo sacramento se convierta en una fuente de vida que nos haga servidores entre nuestros hermanos, intrépidos defensores de la vida humana y los primeros en dar la mano a otros hombres de buena voluntad y transformar este mundo salvaje, mentiroso y despiadado en un mundo de amor, de paz, de verdad y de consuelo en donde sintamos que tu Reino de amor ya está entre nosotros.



SEGUNDO MISTERIO

CRISTO JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ SE MANIFIESTA COMO EL HIJO DE DIOS.



Cristo Inaugura su vida pública prácticamente en la fiesta de unas bodas de muchachos pobres, de pueblo, pero que tuvieron la dicha de invitar a María y también a Jesús. Qué alegría se sintió en esa boda de rancho, que será recordada por siempre en todos los lugares, porque ahí Jesús sacó del apuro a los nuevos esposos transformando su agua en vino y su alegría humana en alegría divina. Ahí anticipó Cristo su manifestación como salvador de todos los hombres, por cierto a invitación de María: “Hijo, estos muchachos ya no tienen vino”. Y quién ¿Quién se podría resistir a la sugerencia de aquella mujer que le dio el ser a Cristo? Hoy necesitamos ese vino de la alegría, del amor, del servicio entre los hombres y necesitamos la alegría del amor cristiano entre los jóvenes que comienzan su vida matrimonial. ¡No los dejes solos, Señor, te necesitan tanto! Concédeles que se amen entrañablemente, que nunca se cierren a la vida, que nunca tengan que destruir con sus propias manos una vida y que puedan ofrecerse de tal manera por la salvación de nuestro mundo, que pronto tengamos ya una pareja de santos, en los altares, que podamos poner como ejemplo a seguir para todos los jóvenes de hoy y de siempre.



TERCER MISTERIO

CRISTO ANUNCIA EL REINO DE DIOS Y NOS INVITA A LA SALVACION



Cada día, en esa oración que Cristo enseñó a los Apóstoles, está metidita una petición que nos pasa desapercibida, una petición singular: “Venga a nosotros tu Reino”, juntamente las otras que miran a la gloria de Dios, Santificado sea tu nombre y hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo. Pero viéndolo bien, los destinatarios o los usufructuarios seremos los hombres, porque el Reino de Dios es vida, es alegría, es entrega, es generosidad, es verdad, es justicia, es amor, es entrega, aunque también hay que decirlo, es cruz y es donación de la propia vida, en unión con Cristo Jesús. A nosotros nos hace falta ese Reino. Ya Cristo lo ha instaurado entre nosotros y nos dio la prueba de cómo hacerlo presente. Y nos invita a vivir ya en ese Reino. Fue la última recomendación de Cristo a los suyos: “Vayan, enseñen, evangelicen, celebren con ellos mi presencia, pero también háganles vivir de la forma que yo les he enseñado a ustedes. Concede Señor a todos tus hijos, ser mensajeros, portadores y testigos de tu Evangelio y de tu Reino.



CUARTO MISTERIO

CRISTO SE TRANSFIGURA DELANTE DE SUS APÓSTOLES



Todos los apóstoles fueron llamados personalmente por Jesús, uno a uno a ser sus seguidores. Y todos lo siguieron complacidos confiados en su mirada bondadosa pero que inspiraba seguridad y confianza. No quiso ocultarles que su seguimiento sería doloroso y que no ofrecía nada para esta vida. Pero era tan grande lo que les proponía, que había necesidad de prevenirles, mostrándoles aunque fue por un instante, quién era él en el fondo. Por eso un día, en lo alto de una montaña, en el silencio de la oración, se deja ver luminoso, radiante, resplandeciente, acompañado de dos grandes personajes de siglos atrás. Y cuando él murió, cuando todos corrían a esconderse, Pedro relataría lo que captó ese día y animaría al resto de los apóstoles a no correr, a quedarse, porque Cristo cumpliría su promesa de volver, de resucitar y congregar a todos los suyos en un solo pueblo. Hoy los cristianos necesitamos transfigurarnos delante de nuestro mundo, mostrándonos partidarios de la verdad, nunca de la mentira y del engaño, partidarios del amor y no tanto de una sexualidad en la que lo que menos está presente es el amor, y partidarios de un servicio de unos para con los otros, que haga presente entre nosotros a Cristo Jesús partido y repartido entre todos los hombres.



QUINTO MISTERIO

CRISTO INSTITUYE LA EUCARISTÍA PARA BIEN DE TODOS LOS HOMBRES.



Cuando amamos queremos quedarnos para siempre. Y cuando tenemos que alejarnos, queremos dejar algo que nos haga presentes entre los que amamos, una flor, un disco, un retrato, una foto. Cristo nos amó de tal manera que cuando se llegaba el momento de separarse de nosotros, mejor se quedó él mismo entre los suyos. Y lo hizo de una manera tan original y tan sencilla que a nosotros no se nos hubiera ocurrido otra cosa mejor, se quedó en un poco de pan y un poco de vino. No quiso escoger el pastel de días de fiesta porque éste llega a hastiar, en cambio el pan sencillo de todos los días siempre se antoja. Y ahora debemos pedir ese pan, el pan cotidiano, para todos los hombres, para todas las naciones, porque en muchos lugares escasea, no porque la tierra sea avara sino porque los hombres arrebatamos a otros el pan para sus bocas. Pero tenemos que pedir el pan eucarístico que nutre, vitamina y apacienta hasta hacernos entrar en otra vida, anticipadamente, la vida que viviremos cerca de nuestro Buen Padre Dios. Ven Señor, Jesús, quédate en nuestros altares y socórrenos con muchas vocaciones sacerdotales que siempre te hagan presente entre los hombres de buena voluntad.



AL FINAL DE LOS CINCO MISTERIOS CADA DÍA:

Padre nuestro…



Dios te salve María, Hija de Dios Padre, tus manos encomendamos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de gracia…



Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de gracia…



Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames, llena eres de gracia…



Dios te salve María, templo, Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin la culpa original.



Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados los desterrados hijos de Eva: a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea, pues!, Señora y abogada nuestra: vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús: fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, Oh piadosa, oh dulce Virgen María!, ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.



Amén.



LETANÍAS LAURETANAS



Las letanías lauretanas se llaman así porque tuvieron su origen hacia el 1500 en el Santuario de Loreto y han sido muy recomendadas por los Papas.




-Señor, ten misericordia de nosotros, SE REPITE
-Cristo, ten misericordia de nosotros,
-Señor, ten misericordia de nosotros,
-Cristo óyenos,
-Cristo escúchanos,
Se repite

-Dios, Padre celestial, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS
-Dios Hijo, Redentor del mundo,
-Dios Espíritu Santo,
-Trinidad santa, un solo Dios,
Ten misericordia de nosotros.

-Santa María, RUEGA POR NOSOTROS
-Santa Madre de Dios,
-Santa Virgen de las vírgenes,
-Madre de Cristo,
- Madre de la Iglesia,
-Madre de la divina gracia,
-Madre purísima,
-Madre castísima,
-Madre virgen,
-Madre sin mancha de pecado,
-Madre inmaculada,
-Madre amable,
-Madre admirable,
-Madre del buen consejo,
-Madre del Creador,
-Madre del Salvador,
-Virgen prudentísima,
-Virgen digna de veneración,
-Virgen digna de alabanza,
-Virgen poderosa,
-Virgen clemente,
-Virgen fiel,
-Espejo de justicia,
-Trono de sabiduría,
-Causa de nuestra alegría,
-Vaso espiritual,
-Vaso digno de honor,
-Vaso insigne de devoción,
-Rosa mística,
-Torre de David,
-Torre de marfil,
-Casa de oro,
-Arca de la Alianza,
-Puerta del cielo,
-Estrella de la mañana,
-Salud de los enfermos,
-Refugio de los pecadores,
-Consuelo de los afligidos,
-Auxilio de los cristianos,
-Reina de los ángeles,
-Reina de los patriarcas,
-Reina de los profetas,
-Reina de los apóstoles,
-Reina de los mártires,
-Reina de los confesores,
-Reina de las vírgenes,
-Reina de todos los santos,
-Reina concebida sin pecado original,
-Reina elevada al cielo,
-Reina del Santísimo Rosario,
-Reina de la familia,
-Reina de la paz,

-Reina de la América Latina.
Ruega por nosotros.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.

-Jesús, óyenos. SE REPITE
-Jesús, escúchanos


Bajo tu protección. Nos acogemos bajo tu protección, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestra necesidad, antes bien, sálvanos siempre de todos los peligros Virgen gloriosa y bendita.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios



R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oración. Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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