lunes, 25 de octubre de 2010

CUANDO LOS HIJOS DEJAN LA IGLESIA

En muchas familias profundamente cristianas, donde los padres viven intensamente su fe y se esfuerzan por transmitirla a sus hijos, la adolescencia y juventud resultan ser época de abandono de las prácticas religiosas.

Sufren al grado que se preguntan si la culpa es suya, por no saber transmitir la fe a sus hijos. Sienten que sus esfuerzos por educarlos cristianamente han sido un fracaso.

¿Qué hacer? ¿Cómo actuar en estos casos?

Los mayores, los que pasan de los 40 años que procuraron ser buenos cristianos, sienten que los menores, los que están entre los 15 y los 30 han perdido la fe.

En general el problema de cada generación es este.

Afortunadamente en las iglesias hay bastantes jóvenes. Y el que alguien deje primero de ir a misa y, luego, parezca perder la fe, ocurre no solo en familias no practicantes, sino incluso en lo que llamamos “Las Mejores Familias”.

¿Qué ocurrió? ¿Fue un fallo de los jóvenes o un fracaso de la comunidad cristiana?

Los muchachos dicen que la misa ya no significa nada para ellos, que se aburren en los templos y sermones, que para qué van a oír lo que nada les dice.

Cuando escucho esto pienso en los Reyes Magos, que llegaron a Jerusalén dispuestos a encontrar a Jesús recién nacido… seguramente iban deseosos de encontrar una ciudad iluminada y en fiesta, a sus habitantes saltando de gozo ante el nuevo Salvador que les había nacido.

¡Oh sorpresa! Jerusalén estaba dormida, nada hacia pensar que ahí hubiera nacido el Salvador. La decepción aumentó al preguntar a los sacerdotes y estos sabían el lugar… pero no les interesaba.

¡Que terrible para los magos! ellos habían hecho un gran esfuerzo y a los que les tocaba más directamente, no tenían interés.

Eso mismo le pasa hoy a muchos jóvenes al asistir a nuestros templos. Muchachos y muchachas que apenas están pasando sus primeras crisis de fe, queriendo dejar la infancia para ser adultos, al llegar a nuestra Iglesia examinan nuestras caras, ven nuestro aburrimiento, como si acudiéramos solo por cumplir un mandato, pero sin sentir demasiado o sin expresar lo que sentimos.

Y se preguntan… ¿Esta es la fe que viven nuestros mayores? ¿Esto es lo que tienen que ofrecernos?

Oyen los sermones de los curas y piensan: ¿Estos sienten lo que dicen? Hablan de Cristo, como si nunca se hubieran encontrado con El. (Los que debiéramos ser testigos de Cristo, podemos convertirnos en obstáculos, en tentaciones para los que no creen o creen poco).

Pero a mi me gustaría decir algo a los jóvenes: No se refugien en nuestra mediocridad para ser también ustedes mediocres. Sigan adelante, si encuentran comunidades mediocres y dormidas… D E S P I É R T E N L A S. Porque si los cristianos son mediocres y los curas aburridos… C R I S T O N O L O E S. Y es a El a quien buscamos. (Los magos supieron vencer la tentación, no se preguntaron ¿Por qué no iban los sacerdotes? Supieron que era a Jesús y no a los sacerdotes a quien ellos buscaban y lo encontraron).

Tal vez no encuentren diversión en los templos, si es diversión lo que buscan. Pero a Cristo sí lo encontrarás, si es a El a quien buscas.

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