Octavo Domingo Ordinario Ciclo A
En el Evangelio de este domingo pasa como en las elecciones políticas. La gente sale al recibimiento de cada candidato porque le interesa oír sus planeamientos. Pero en el día de las elecciones tiene que definirse por uno solamente. No puede votar por todos.
Las riquezas llegaron a ocupar desde tiempos muy antiguos un sitio tan importante que se les llegó a considerar como un nuevo dios. Ocuparon un puesto que no les pertenecía por derecho. Y esto es un gravísimo error del cual Cristo en su evangelio nos quiere liberar.
Nos dice en que por concederle demasiada importancia a las riquezas nos exponemos a dejar de ser servidores de Cristo: si a las riquezas les damos el sitio que se merecen, que es el de un puesto secundario, después de lo espiritual, entonces podremos aumentar y conservar nuestra amistad con Jesús.
Jesús: primero nos previene de los males que nos van a venir si nos hacemos esclavos de las riquezas: el peligro es que lo abandonaremos; y segundo nos avisa de las ventajas al liberarnos de la esclavitud de las riquezas: conservaremos la amistad con El.
No hagas componendas entre estos dos señores. Uno te manda apoderarte de lo ajeno y el otro desprenderte de lo que tienes, uno te aconseja ser casto, dominar tus apetitos y colocar en sitio secundario lo material. El otro te incita a ser vicioso, y apegarte a lo pasajero y presente. Uno te invita a coleccionar virtudes y obras buenas para la eternidad. Otro te empuja a llenarte de comodidades.
Lo que Jesús desea que evitemos es el andar pensando en los males y necesidades que nos van a llegar en el futuro… Las preocupaciones envejecen a la persona antes de tiempo y son causa de úlceras estomacales, de jaquecas y de derrames cerebrales… nos quedan dos caminos: confiar en el poder y amor de Dios, o dedicarse a preocuparse y llenarse de enfermedades nerviosas”. ¡Qué gran verdad!
Dios no hace fácil la vida a ninguna de sus creaturas, pues la facilidad degenera y quita vitalidad y vuelve monótona la vida. Es que no es nuestra inquietud la que arreglará el futuro sino el poder y la bondad de Dios.
Qué hermosamente habla Jesús de las flores y de las aves. Los seres humanos valemos miles de veces más que las flores y las aves a quienes alimenta y de quienes cuida.
Por eso hay que hacer esfuerzo por nuestra fe; ser gente de fe es una condición principal para pertenecer al Reino de Dios, pero ésta es una virtud vivida muy poco intensamente por nosotros. Está como en un rinconcito del cerebro, durmiendo. Las ideologías modernas la han venido apagando. Creemos más en los autores de moda que en la Palabra de Dios. Queremos dar a las verdades de la fe explicaciones que las hagan tan pequeñitas que quepan en nuestro cerebro.
Puede ser que haya pecados peores que el andar afanándose. Pero ningún otro defecto contribuye tanto a dañar la salud de nuestro cuerpo y a acabar con la paz de nuestra alma. Por eso Jesús insiste en este tema: no afanarse. No angustiarse por el día de mañana.
Si nos dedicamos a buscar el Reino de Dios, de todo lo demás se encargará la Divina Providencia.. Los cristianos debemos buscar la santidad y el Reino de Dios, y no únicamente… las añadiduras… “NO DARLE IMPORTANCIA A LO PASADO NI A LO FUTURO SINO A LO PRESENTE”. Llevar hoy la carga del mañana es dañarse inútilmente la columna vertebral. “Si quieres vivir alegre no vivas afanándote por los sufrimientos del futuro, que lo más probable es que quizás ni siquiera te van a llegar”
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