sábado, 31 de diciembre de 2011

¿CALZONES ROJOS PARA RECIBIR EL AÑO NUEVO?



Siempre me ha preguntado quién decreta todas las burradas, las exageraciones y las verdaderas ridiculeces con que se pretende recibir un año nuevo. Sin duda alguna son cosas sin importancia que hacen reír un poco pero que a algunas personas se les harán tan imprescindibles que no podrán pasar en ellas. Echemos un vistazo.
En primer lugar los calzones (eufemísticamente ropa interior) rojos o verdes o amarillos a lila o negros o con pintitos de varios colores. Ya de por sí, habría que tomar en cuenta la clasificación de los colores según la personalidad de cada uno de los individuos. Una clasificación estricta dice mucho de tu personalidad. ¿Confiarás tu futuro al color de una prenda que sólo tú sabes que llevarás? ¿Dependerá tu futuro del verde o del rojo o del ámbar? ¿Serás como los semáforos de las esquinas? ¿Y qué pensar de los que ni calzones tienen porque se los han puesto a los niños más pequeños?
Arrojar un vaso de agua a la calle al sonar las doce para alejar las penas y las lágrimas: la vida está entretejida de acontecimientos alegres, esperanzadores y de unidad y armonía con los que nos rodean, pero también de momentos de zozobra, de desaliento y de desengaño, en los que hay que sobreponerse. Los momentos de grandes catástrofes son momentos de encuentro con los demás, mitigando sus penas y sus sinsabores. ¿Qué sería de nosotros sin el sostén que a veces nos dan las lágrimas para superar los momentos de desaliento, por ejemplo ante la pérdida de un ser querido?
Doce uvas comidas al momento del inicio, pidiendo doce deseos para cada mes del año. Qué bueno que haya aspiraciones, ideales, y una marcha a la conquista de uno mismo para hacerse con la felicidad que para cada uno de nosotros tiene el Señor, teniendo la gran ilusión de hacer que esa felicidad y ese amor sea patrimonio de todos los que nos rodean y de todos los que formamos este mundo.
Las velas encendidas, como decoración, sí, como símbolo sí, Cristo mismo dijo que él es la Luz que ilumina este mundo, y una luz que nosotros mismos tenemos que tener encendida en el propio corazón, para que desde ahí ilumine a todos los que nos rodean, pero volviendo a los colores, tontamente se atribuyen las “buenas vibras” y así se habla del amarillo para la abundancia, el verde para la salud, el rojo para el amor, el blanco para una claridad de pensamiento (esto sí que nos hace mucha falta, porque a veces damos la idea de que ya no pensamos y todo se nos va en sentimentalismos), el naranja para la inteligencia y la sabiduría. En verdad que muchas de esas cosas nos hacen falta.
Las lentejas, señalan que cada uno de la familia debe comer una cucharadita, sería muy bueno, pero mejor sería que ya tuvieras paquetes preparados para regalar a la viuda a la que le mataron al marido en este año, o a la que le secuestraron al hijo y aún no se lo entregan, a la que acaba de dar a luz y no tiene a nadie cerca porque el marido no pudo venir de Estados Unidos. No sólo podemos repartir lentejas, sino arroz, frijoles y mucho pan y mucha alegría.
La escoba, recomiendan barrer de adentro hacia fuera, hacia la calle, todas las impurezas de la casa, para evitar otra vez las malas vibras que pueden perjudicarnos. Se me hace lo más ridículo tomar la escoba en el primer momento del año, cuando a lo mejor tenemos invitados, pero si eso lo convertimos en un símbolo, de cuántas cosas podremos desprendernos, del odio, el egoísmo, de la vanidad, del rencor acumulado durante tantos año que ya ni te acuerdas porqué odias al vecino y al compadre. También puedes desprenderte de ese deseo insatisfecho de la mujer del vecino o del marido de la vecina, puedes desprenderte de esa injusticia con que trataste a tus empleados hasta despedirlos sin misericordia porque no quisiste pagar sus aguinaldos y otras prestaciones a las que estabas obligado. Barre, pues de adentro hacia afuera, para que no vuelvan a entrar los demonios de la idolatría, de los amuletos y los sortilegios.
Amor: leído por ahí: “Agarra una foto de la persona que quieres que te ame. Amárrala con un listó rojo y duerme con ella toda la noche del 31 debajo de almohada, para que esa persona te ame en el año que se avecina”. ¿Qué pensar de una persona así? ¿Obligar a alguien a que nos ame? ¿Atar a otra persona a mis gustos, mis deseos y mis satisfacciones? ¿O pedir en la libertad, en la plena libertad el cariño, la cercanía y satisfacción de una verdadera amistad?
Las maletas, habrá que dar una vuelta a la cuadra para pedir viajes y dinero para gastar en ellos. No he tenido la satisfacción de encontrarme a las doce de la noche con gente loca arrastrando una maleta, pero de que se da se da, y no me parecería raro que alguien se atreva a asaltarte y te vas a quedar sin maleta y sin viajes. Puede ser también un buen momento para pensar que pudiera darse un viaje un poco más allá de la propia cuadra y que tus familiares pudieran pasarse ya sin ti en este año. Parece que a muchos extranjeros se les hace de pésimo gusto hablar de la muerte. A nosotros los mexicanos no, y bueno sería con maletas o sin ellas, porque al fin aquí se quedará todo, orar por nuestro destino eterno, y si todavía podemos ver el final del próximo año, pues gracias a Dios.
Y lo más ridículo que he oído, contar dinero al momento de sonar las doce. Contar el dinero que se tenga a mano, o ponerlo en los zapatos o en los calcetines, o en el bolsillo del saco, para que no nos falte una buena dotación de billetes en el año. ¿Esa sería la gran satisfacción? ¿Sería seguridad el que los billetes llegarán a tus manos? ¿Podrías comprar una gran cama, pero podrías comprar también el sueño? ¿Podrías comprar medicinas, pero podrías comprar también la salud? ¿Podrías pagar un buen precio por un rato de satisfacción con una mujer pero podrías comprar el amor? ¡Hay tantas cosas que no podremos comprar con dinero, pero cuántas otras hay que podrían llevar un poco de consuelo a todos aquellos que necesitan de lo tuyo! Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos, nos ha recomendado Cristo el Señor. ¡Felicidades mil y mil al comienzo del año 2012!

viernes, 30 de diciembre de 2011

María, la mejor nota musical salida de las manos de Dios.

Llega al año nuevo con amplias expectaciones de paz, de justicia, de libertad, de alegría y en progreso para todos los hombres en el que esté incluido cada uno de ellos. Tenemos derecho a mirar con confianza el futuro porque estamos en las manos de Dios. Y los que conocen, dicen que en una orquesta sinfónica, no hay nadie tan importante como el primer violín, al que se refieren todos los instrumentos de la orquesta, siendo el primer aliado del director. Así me imagino la llegada del nuevo año, con el mejor director de orquesta que pudiéramos tener a mano, el artista, el artífice de nuestra vida, de nuestra paz y de nuestro amor. Es nuestro Dios, y a María la imagino precisamente como el primer violín, porque ella con su vida entera ha tocado la mejor nota musical que podría salir de las manos de Dios, y nos invita a unirnos a esta gran orquesta de nuestro mundo, tocando la mejor melodía, la que ella nos ha enseñado cerca de su Hijo Jesús. Para los que se empeñan en imaginarse a la Iglesia como una sociedad aún machista en nuestro mundo, el hecho de que coloque a una mujer en el lugar de honor al principio del año, ya nos da idea de lo contrario, del deseo de la Iglesia de que la mujer ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de la Creación precisamente al lado del hombre, caminando juntos en la vida, como pareja, hasta hacer precisamente de la pareja humana un símbolo del amor de Dios a los hombres y su compromiso con ellos, de contribuir a su paz, a su alegría y a su salvación.
María ha tocado, pues, la mejor nota salida de la lira de Dios, cuando acepta convertirse en la Madre Dios, cuando recibe a su Hijo en su corazón y con toda su persona, hasta albergar en su misma entraña al que sería el Salvador de todos los hombres, y sigue acompañando a todos los hermanos de Cristo hasta llegar a ser la gran familia de los hijos de Dios en camino al Reino de los cielos. Bienvenido el nuevo año, pero de la Mano de María, Madre del Señor.
Y no queda espacio sino para señalar apenas que el Papa Benedicto XVI ha querido señalar para este día de la Jornada Mundial por la paz, a los jóvenes, como destinatarios de su mensaje, cuando invita a la familia y a todas las instituciones públicas y privadas a educar a los jóvenes en la justicia, en la paz y en la libertad. El documento que nos regala el Papa para este día, es precioso, pero sólo me limito a transcribir dos párrafos dedicados a los jóvenes, invitando a que posteriormente puedan conocer el documento completo:
“Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo. Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz”
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martes, 20 de diciembre de 2011

UN DIOS QUE JUEGA A LAS ESCONDIDAS CON LOS HOMBRES

“Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo”. Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres. Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad. Benedicto XVI lo expresa magníficamente: “En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña”.
No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo. Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos. Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.
Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres. Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.





jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Cómo es el Cristo que tú esperas en Navidad?

Era tiempo de adviento y soplaban vientos nuevos. Jerusalén se había corrompido, su olor era nauseabundo, los olores que despedía el templo eran la grasa gorda, el dinero, las finanzas, el influyentísimo y el ascenso hasta los primeros puestos para asegurar una buena posición económica. La esposa del Señor se había prostituido y ya no había que buscar nada en aquella ciudad que había perdido su frescura y su antiguo esplendor. Hoy Dios ya no quería nada en aquella ciudad. Vientos nuevos, que impulsaron a una ruptura total y nuevos derroteros para que Dios pudiera habitar entre los suyos, entre los hombres. Dios buscaba una nueva esposa. Y fue elegido para encontrarla el secretario de Relaciones Exteriores del Señor, el Arcángel San Gabriel, y se escogió una aldea perdida en las montañas de Galilea, donde habitaban los marginados, los despreciados, los palurdos, casi casi paganos, aunque pertenecieran al mismo pueblo hebreo.
Y fue escogida la más sencilla de las mansiones y la más fresca de las chamaquitas de Galilea. Trece o catorce años. Muchachita de campo, curtida por el sol y las limitaciones de la pobreza y casada con obrero pobre de su misma comunidad, aunque él fuera descendiente del Rey David. . La diferencia que se obró en un momento no podía ser más significativa: un ángel de luz, ataviado para las grandes ocasiones y una muchachita que oraba y se alegraba por la llegada ya inminente del Dios de los cielos para honrar a los suyos. El saludo fue particularmente significativo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Bendita palabra, la alegría no se separaría nunca más de los hombres, porque Dios se complace en vivir entre los pobres y los más desarrapados de los hombres. Nunca más la alegría podría deshacerse entre las manos de los hombres. Y a continuación vino la embajada. El ángel le anuncia que si ella quisiera, podría convertirse en la madre del Señor, la madre de Jesús, quien sería grande y sería llamado Hijo del Altísimo, que tendría el trono de David su padre y reinaría por todos los siglos. Es el gran anuncio, y es el Evangelio de la ternura y de la delicadeza del Creador que propone y no se impone a su criatura. Ante tantas mujeres que son maltratadas, vejadas, prostituidas, Dios estuvo pendientísimo de la respuesta de aquella mujer que no cabe en sí de asombro ante tal cometido: proporcionarle un cuerpo humano al Hijo de Dios, y proporcionarle al Dios altísimo la oportunidad de acercarse para siempre a los hombres y salvarlos pero desde dentro de su condición de humanos. María pregunta, inquiere, se informa de las condiciones pero no para poner ninguna condición más sino para poder dar una respuesta plenamente satisfactoria al Dios que la llamaba. El ángel responde adecuadamente: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”, y el hijo de sus entrañas sería santo, consagrado y sería para siempre hijo del Altísimo.
María no necesita más explicaciones, si Dios se las ha dado, ha sido por su generosidad, su ternura, y el deseo ardentísimo de que María aceptara el altísimo cometido. Y la respuesta fue clara, tajante, luminosa, al grado que ha servido desde entonces y por siglos y siglos, de inspiración para pintores, escultores y artistas que quisieran dejar plasmado ese momento clave en la vida de los hombres, en que María, en nombre de la humanidad quiso convertirse en la nueva esposa del Señor, aceptando el don de la Maternidad que terminó para siempre el largo Adviento, para hacer presente entre los hombres al primero de todos ellos, el más bello, el más comprometido, el más solidario con todos los hombres, aquél que tuvo como gran honor permanecer cercano a los que nada esperan para ser él el que pueda colmar los deseos de paz, de progreso, de solidaridad y de salvación para todos los hombres. ¿Es ese el Cristo que tú estás esperando en esta Navidad?

VENTUROSA Y FELIZ NAVIDAD 2011



Te diré mi amor, Rey mío,
¡Oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad
Que has venido a nuestro valle! Amén

Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda

¡ EL GRAN ANUNCIO !




Señor, tu has querido hacerte presente, como en Nazaret, también en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio. Y, como María, nosotros hemos sentido tu presencia, tu amor en nuestros corazones. Queremos agradecerte las experiencias de tu cercanía vividas a lo largo de nuestros años, generalmente muy simples, generalmente cuando éramos niños, o como ellos, humildes y sencillos de corazón. Queremos pedirte recordar esas consolaciones espirituales y tenerlas siempre en nuestro andar y que ni nos apropiemos, ni nos las guardemos, como si fueran sólo para nosotros. Que seamos responsables y no olvidemos que también hoy, tú mandas tus angeles a nosotros.

Cuando Jesús, nos dice que amemos como amó Él, también nosotros nos conturbamos y llenamos de preguntas. Cuando nos dice que vayamos más allá de nuestros límites conocidos y anunciemos a la gente la vida del Evangelio enseñandoles a vivirla con nuestro ejemplo y nuestras explicaciones también tenemos miedo. ¡ Vénce, en nosotros, Dios del amor, los respetos humanos, las verguenzas, los miedos al qué dirán, los convencimientos de que con lo que hicimos alcanza, que ya no debemos o podemos más !. Oramos, cantando: Danos un corazón grande para amar. Danos un corazón fuerte, para luchar.

Como María y José antes del anuncio de Gabriel nosotros tenemos, Señor, nuestros caminos trazados, aunque llenos de preguntas sin respuestas, de temas que no tratamos, de miedos en suspenso, de planes para alegrías chiquitas. Nos sentimos importantes por nuestra historia de próceres, porque tuvimos un pasado mejor y algunas vez fuimos campeones... pero estamos resignados a una vida de: " ahí tirando " , " como se pueda " , " que le vamos hacer " ... ¡ Rompe, Señor, nuestras rutinas, sacude nuestros cansancios, arráncanos de los acostumbramientos, de la espera pasiva, de nuestras vidas flacas, tibias y sorpréndenos con tu presencia !. Entonces, si vamos para la salvación de la humanidad de que somos parte.

María, Señora nuestra: Con el ángel que te bendicen " entre las mujeres " y con Isabel tu prima, que bendice " el fruto de tu vientre ", con la Iglesia, que te pide que ruegues por nosotros pecadores permítenos volver a decirte : ¡ Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres ! ¡ Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús ! ¡ Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte ! Amén.

viernes, 9 de diciembre de 2011

LA BEATIFICACIÓN DE SAN PIO

La maravillosa polinización

Interesantísimo, comenza la vida y comienza la poesís.

Carta a PAULINA PEÑA PETRELLINI

In Uncategorized on diciembre 7, 2011 at 3:39 am
No tengo el gusto de conocerte personalmente. No sé cómo eres, desconozco tus cualidades, tus aficiones, tus intereses. Entiendo tu molestia al escuchar las críticas a tu padre, Enrique Peña Nieto. Son gajes del oficio. Deberás irte acostumbrando a los ataques contra él. En una democracia, la crítica es un ejercicio fundamental. Tu padre es una figura pública y, por ende, sus actos serán juzgados con rigor. “¿Por qué son tan duros con él?”, te preguntarás. Bueno, los funcionarios públicos ganan mucho dinero. Hay miles de personas dispuestas a sufrir críticas y cuestionamientos con tal de figurar en la nómina oficial. El sueldo bien vale esos golpes. ¿No?
Pero no es de tu padre de quien quiero hablar, sino de ti. ¿Te confieso algo? Me aterra que hayas utilizado la expresión “hijos de la prole” como un insulto. Insisto, es disculpable que te enfades por la burla hacia tu padre. No me asustaría que los llamaras “babosos”, “tontos”. Es más, no le preocupa el que nos hayas llamado “pendejos”. En cambio, no se puede excusar tu menosprecio a los hijos de los trabajadores, de los obreros.
¿Oíste del escándalo de las Ladies de Polanco? Descalificaron a un policía llamándolo “asalariado”. Algo similar hiciste tú: descalificas a la mitad del país por su condición social. ¿Qué tiene de malo ser hijo de un obrero? Sabes, yo soy nieto de un minero, un proletario. No me da vergüenza decirlo. ¿Te avergonzarías de tu padre si fuese un vendedor de tamales o un plomero?
Tu padre, que ha leído la Biblia, te puede recordar una frase de Jesús en el Evangelio: “De la abundancia del corazón, hablará la boca”. Sin pretenderlo, con tus palabras has revelado tu clasismo. Desprecias el trabajo manual. Minusvaloras a quienes se mantienen con su esfuerzo. ¡Qué tristeza que así piense la hija de un candidato presidencial!
“Hijos de la prole” son, en efecto, quienes estudiaron en escuelas públicas, quienes utilizan el metro, quienes no comen cortes argentinos y quesos españoles, quienes no utilizan zapatos de miles de pesos, quienes no se atienden en el hospital ABC, quienes no viajan en helicóptero. Los hijos de la prole, por el contrario, deben hacer largas horas de filas en las clínicas del seguro social, deben comer carbohidratos (tortillas), deben estudiar en salones sin computadoras, deben apretujarse en los transportes públicos. Los hijos de la prole, querida Paulina, ganan en un año lo que tu padre gana en una semana.
Cuando leas estas líneas has el siguiente ejercicio. Revisa lo que llevas puesto encima: perfume, cremas, desodorante, ropa, zapatos, celulares, aretes. Suma el total. ¿Sabes que traes encima más de lo que una indígena gana durante un año de trabajo duro?
Paulina, me da terror que pienses así. Tu lapsus reveló tu “realidad”: vives en una burbuja color de rosa. “Hijos de la prole” no es un insulto, sino un título honorable. Este país, que tu padre aspira a gobernar, depende de los obreros, de los campesinos, de los empleados, depende de esas personas a quienes menosprecias.
Ojalá este gravísimo desliz, no sea fruto de la educación que recibiste en casa. Ojalá y sea culpa tuya, fruto de tu arrogancia (tan propia, eso sí, de la clase alta mexicana). ¿Qué será de México si lo llega a gobernar una persona que desprecia al proletariado?
Mira Paulina, me parece que por tu bien, debes inscribirte en una escuela pública, reducir tu escolta al mínimo, tomar el metro en horas pico, y ponerte a trabajar. Por si no lo sabes, muchos de los “hijos de la prole” se pagan sus estudios con su trabajo: los hay campesinos, vendedores, obreros. Algunos trabajan desde niños.
Paulina, haz puesto en riesgo el futuro político de tu padre. Pero lo que es más grave: pones en peligro en riesgo el futuro de México.

martes, 6 de diciembre de 2011

La plataforma de vida de Cristo


Domingo 3º Adviento 011

Este domingo tiene una riqueza encantadora. Está Juan Bautista, invitando a dejar a un lado las tinieblas para ser testigos de la luz. Luego San Pablo nos invita a la alegría profunda de la acogida al Salvador, y luego el mensaje de Cristo en Nazaret, que calcó de Isaías, el Gran Isaías. Me decido por este mensaje de Cristo que es emocionando desde cualquier punto de vista “El espíritu del Señor está sobre mí…”, comienza diciendo Jesús sencillamente. No viene solo, es el Padre el que lo ha enviado, pero viene acompañado de su Espíritu, el Espíritu que los hombres necesitan, ahora que encienden tantas luces en sus ventanas, pero que permanecen a oscuras en sus corazones, que saben encender tantos calores en sus cuerpos, pero que viven fríos en el corazón, y viene a dar su Espíritu para que quienes han hecho de sus vidas un mundo de mentira, de engaños, de falsedad y de miseria, una vida nueva de acogida, de paz y de sosiego.
“El Señor me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres”. Cristo está ungido, está investido, está hecho de pies a cabeza para dar la buena nueva a los pobres. Ellos fueron los meros meros en su corazón. y si nosotros queremos acogernos a Cristo, el Mesías, el Resucitado, nunca podremos pasar indiferentes, fríos y mucho menos despóticos, agresivos o injustos con los más pobres que seguirán siendo los predilectos en el Reino de Cristo y ojalá lo sean también en el cuidado y en la atención de nuestra Santa Madre Iglesia que todos nosotros formamos.
“He venido a curar a los de corazón quebrantado”. El quebranto lo hacemos los hombres, con nuestra maldad, nuestra indiferencia y nuestra injusticia, pero la curación, el bálsamo, el levantamiento es del Señor. ¿Por qué seguir haciendo más quebrantos, si podemos vivir en la justicia, proporcionando condiciones de vida digna para todos los hombres? ¿Por qué seguir engañándonos con tantos regalos cubiertos de papel pero no ponemos el corazón en cada una de las relaciones con los demás para hacer un mundo más digno donde los quebrantos sean cosa del pasado?
“He venido proclamar el perdón a los cautivos y la libertad a los prisioneros”. ¿Seguidores de Jesús o negreros que oprimen y aprisionan con su dinero, sus hostigamientos o sus injusticias? ¿Discípulos del amor redentor que viene a salvar o nuevos sátrapas que oprimen y sojuzgan a los demás? Es el momento de tu liberación, de tu pecado y de levantar las cadenas a tu mujer, y quitar los grilletes de tu marido, de acoger con una nueva visión a los hijos, a sostener la lucha que están librando tus propios padres y es el momento de levantar la injusticia y la opresión de tus empleados.
Finalmente Cristo anuncia: “He venido a pregonar el año de gracia del Señor”. Esto es lo que quizá no llegó a contemplar ni a decir el Bautista, porque su perspectiva era otra. Él amenazaba, gritaba, daba coces a diestra y siniestra. Era su papel, tenía que abrir boca y dejar a la vista de todos la figura luminosa de Cristo Jesús. Ahora ya tenemos a Cristo con nosotros, estamos entre su establo y su cruz, y en este instante de su presencia sólo nos ofrece gracia, perdón, acogida, acomodo, bendición, reconciliación. ¡Qué más nos hace falta para comenzar a vivir el nuevo año de gracia y de perdón! ¿Qué otra Navidad esperamos que la de Cristo Jesús presente hoy en su Iglesia y en su Eucaristía como pan caliente para nuestras bocas y para nuestros corazones?

La misa de una y media



Llegué un par de minutos antes de que empezara la misa de una y media en una parroquia de aquella ciudad, hace algunos años. Entré.

Me encontré con un nutrido grupo de hombres y mujeres en callada piedad; desde mi punto de vista, muy mayores. Sólo desentonábamos una mamá, su inquieto bebé que desde un carrito azul se esforzaba por dejar claro que estaba presente, y yo.

Es posible que llegados a este punto a alguien se le ocurra comentar que a la iglesia sólo van los viejos porque no tienen nada que hacer, porque no saben cómo administrar su aburrimiento, porque comienzan a temer irracionalmente el después de la muerte...

Pero dudo mucho que esos pensamientos reflejen la realidad...

Son ellos quizá los que asisten a la iglesia más libremente... Algunos están ahí después de haberlo probado todo en la vida (excepto a Dios) y finalmente han descubierto en Él una felicidad que sabe a eternidad. Otros vuelven con lágrimas en los ojos después de haber malgastado la fortuna lejos de la casa del Padre. Otros nunca se marcharon; han estado ahí todo el tiempo porque desde siempre Dios ha fundamentado su plenitud humana y su realización como personas...

Qué historias detrás de cada uno de ellos, qué itinerarios, qué depósitos de experiencias, qué caminos, qué sedimentos de vivencias multicolores, qué pluralidad de modos de vida...

Sí, ellos vislumbran una eternidad ya cercana... Pero ésa es una eternidad que a todos nos aguarda. No sólo a ellos. Ninguno de nosotros sabemos ni el día ni la hora. Es un misterio que ningún científico, ninguna técnica, ninguna ideología han podido explicar ni descifrar: simplemente porque no les compete...

Unos con bastón, otros con temblores, otros no pueden ya arrodillarse, otros hacen su mayor esfuerzo por realizar un gesto de adoración en la consagración, ese momento en el que un trozo de pan y unas gotas de vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Cómo debería interpelarnos su religiosidad, cómo deberíamos acordarnos de que la vida es breve, de que tarde o temprano esa vida llegará a su fin, de que nuestra juventud y nuestros proyectos pasarán más rápido de lo que nos imaginamos, de que al final de la vida lo único que va a quedar será lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres, de que entonces muchas cosas se habrán ya evaporado porque realmente no eran importantes a pesar de los muchos años y años que hayamos dedicado a acariciarlas: dígase salud, dinero...

Entre estas personas puede percibirse una fina sensibilidad hacia el mundo sobrenatural. Para algunos de ellos el hecho de conocer demasiado el mundo les ha dejado vacíos y les ha acercado al mundo espiritual, al de Dios, donde ni la polilla carcome ni la herrumbre corroe. No es que hayan dejado de amar su planeta, su terruño, sus seres queridos. Siguen siendo de este mundo. Tan de este mundo que una de las presentes venía de sus compras y había dejado recargadas sobre el muro un par de bolsas repletas, de las que sobresalía un frasco de detergente para pisos... Pero se han hecho más sensibles a una realidad que antes sólo conocían de lejos y que ahora, en cierto sentido, son capaces de tocar.

También el sacerdote celebrante era anciano. Sobre la nariz llevaba una gasa blanca. Su dicción a veces se entrecortaba. Pero ese rostro parchado y esa voz quebrada traslucían una bondad acendrada y añeja fruto de muchos inviernos al servicio de Dios y de los hombres.

Cuenta Tatiana Góricheva -una rusa ortodoxa conversa desde el ateísmo más militante- que durante los años más represivos contra la religión por parte del gobierno soviético, agentes estatales "profetizaban" a un sacerdote ortodoxo más o menos en estos términos: "dese cuenta de que su Iglesia morirá pronto, basta que usted constate que actualmente a su iglesia sólo asisten unas cuantas viejas ignorantes; una vez que mueran esas ancianas usted se quedará sin trabajo y podremos dar el último adiós a su religión que quedará como reliquia de un pasado oscurantista y supersticioso". Y lo curioso es que la URSS como sistema es ya una triste reliquia del pasado...

El bebé, como buen bebé, en algún momento de la misa lloró sonoramente... Y es muy posible que él, cuando alcance la edad de 80 años, asista a la misa de una y media de esa parroquia; y quizá vendrá acompañado de alguno de sus inquietos nietos recostado en un carrito azul o amarillo o negro...

Junto a ese bebé yo también me sentí un poco intruso en tan madura asamblea. Pero al mismo tiempo me sentí en casa, en familia, como hermano pequeño en la fe. Esa fe que lleva transmitiéndose dos mil años de generación en generación. ¡Gracias, hermanas y hermanos mayores!

lunes, 28 de noviembre de 2011

Las amenazas del Bautista vs. el amor y la entrega de Cristo Jesús.




2º.Domingo Adviento 011


Marcos, el Evangelista que este año nos tomará de la mano para ir conociendo y viviendo el Evangelio, la Buena Nueva de salvación, comienza este día su mensaje, poniéndonos al frente de una manera directa y precisa, a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios como la Buena noticia de liberación. La Buena nueva consiste precisamente en que Jesús de Nazaret, engendrado en el tiempo en un oscuro pueblecito en las inmediaciones de la gran Jerusalén es precisamente el Cristo, el Mesías, el ungido, el que traería consigo la salvación y la paz para todos los hombres: “Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo, como pastor apacentará su rebaño: llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres”. Pero si eso fuera todo, eso no sería noticia, pues Cristo murió en la cruz, víctima de un juicio injusto y lleno de maldad. Lo bueno viene cuando se asegura que Cristo es el Hijo de Dios y que por lo tanto y por su entrega, por su amor y su sacrificio por todos los hombres, el Padre lo resucita y lo hace sentar a su derecha. Es el Señor de todos los tiempos, de todos los continentes y de toda la historia. El profeta Isaías instaba entonces a preparar el camino al Señor que llega: “Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión, alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: “Aquí está su Dios”.

Éste es entonces el personaje que anunciaba San Juan el Bautista, aquél ante quien se sentía pequeño pues él era sólo un enviado, un precursor, que tenía que anunciar precisamente la llegada del verdadero Enviado, el Mesías, el Salvador. Él consiguió entonces el primer milagro de la Salvación que el Señor traería a la tierra: alejar a los hombres de su vida rutinaria, en medio de una sociedad que no funcionaba como tal, un mundo de pecado y de maldad, en la capital Jerusalén y sus alrededores. El Papa Benedicto XVI lo decía la semana pasada al describir el panorama de las ciudades postmodernas: “Las ciudades donde la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones, trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros mismos”.

Pero la verdad es que Dios no abandona a su pueblo, sino que envía precisamente a su Hijo pero no para visitarnos, sino para quedarse con nosotros, haciéndose uno más entre nosotros, formando parte de nuestra vida y de nuestro entorno.

El Bautista hizo el milagro de convertir a las gentes, de bautizarlos con un bautismo de penitencia, de agua, en el Jordán, presagiando el bautismo en fuego, en el Espíritu Santo de Dios. Y pudo hacerlo porque el Bautista encarnaba en su propia vida lo que pedía a gritos a los demás. Les hablaba a las gentes con crudeza, con mucho realismo y cuando no conseguía mover a los hombres, no se detenía en la amenaza de castigos terribles para los morosos ante la salvación. Cristo, aunque se dejó bautizar por el Bautista, teniendo que hacer cola para acercarse a él, no estuvo de acuerdo con la técnica usada por el Bautista para convertir a los hombres a la salvación de Dios. Cristo no amenazó a nadie, sino que se convirtió en alguien que simplemente amaba y quería la salvación para todos. Y si la salvación ya está aquí, si Cristo ya ha llegado, ¿por qué no salir a su encuentro en cada uno de los que él vino a salvar, a los desprotegidos, los pobres y los que son tratados injustamente?

sábado, 26 de noviembre de 2011

FELIZ AÑO LITURGICO



Hoy comienza el nuevo Año litúrgico, el conjunto de las celebraciones con las cuales la Iglesia conmemora anualmente el misterio de Cristo. Adelantadamente si se compara con la medida del ciclo solar que propicia el año natural, la Iglesia empieza hoy a girar de nuevo en torno al sol sin ocaso, que es Cristo Jesús. Por esta razón este primer día del año litúrgico no debe pasar inadvertido para el creyente. Hay base para exteriorizar y compartir los deseos de felicidad que nacen de la fe, la esperanza y el amor cristiano.
El tiempo litúrgico se apoya en la ciclicidad del tiempo cósmico, pero la supera porque no asume los ritmos marcados por la naturaleza, los astros o la vegetación. Es una síntesis entre el movimiento circular del tiempo sagrado natural y el avance lineal de la historia actualizada de la salvación. La verdad y autenticidad del tiempo litúrgico descansa en el equilibrio entre la dimensión humana y visible y la dimensión divina y mistérica.
El tiempo litúrgico se repite, como una espiral progresiva que va hacia la meta definitiva del encuentro con el Señor. Así también nosotros debemos recorrer en un plan cada vez más elevado el mismo camino, hasta que alcancemos la cumbre. Cristo, nuestra meta. Este repetirse de las celebraciones año tras año, ofrece a la Iglesia la oportunidad de un continuo e ininterrumpido contacto con los misterios del Señor.
Los acontecimientos de la vida histórica de Cristo, conmemorados por el año litúrgico, no son propuestos simplemente a la meditación de los fieles como ejemplos que hay que imitar, sino como signos eficaces de salvación realizados por el Cristo histórico y hechos ahora presentes en el "hoy" de la celebración litúrgica, no en su materialidad histórica que pertenece a un pasado irrepetible, sino en su perenne eficacia salvífica
El año litúrgico es, pues, una epifanía de la bondad de Dios, una evocación eficaz de cuanto ha realizado Jesucristo para salvar al hombre, partiendo de su muerte redentora y de su resurrección, que es el sacrificio pascual de los cristianos. El año litúrgico no es por lo tanto, una secuencia de misterios aislados, una presencia estática del misterio de Cristo, sino una vertiente existencial que se convierte en dinámica de comunión-comunicación; es decir: en vida de la Iglesia.

jueves, 24 de noviembre de 2011

LA PREPARACIÓN ES EL SECRETO DEL ÉXITO


Un hombre sensato estaría preparado para lo inesperado. Se protegería con un seguro para proteger su propiedad, ahorraría su dinero para un día de infortunio, anticiparía cualquier momento de desgracia y por lo menos se prepararía mentalmente para superar cualquier situación o sufrimiento.
Por otro lado, el hombre necio nunca planea su futuro, nunca anticipa las calamidades, se confia más de la cuenta. Cuando cae el mal sobre él, se encuentra sin ninguna preparación.

Vivimos en tiempos de grandes calamidades ¿ Creen acaso que están seguros ? ¿ Creen que están en mejores condiciones que los demás y que pueden escapar la tribulación que ha sido predicha para cada uno ?.

Antes de irte de viaje, te preparas de muchas maneras. Preparas tu equipaje, haces arreglos de viaje, preparas tu cámara, consigues moneda extranjera, obtienes pasaporte y visas para los lugares que vas a visitar, en otras palabras no se te escapa ningún esfuerzo para asegurarte un viaje seguro y feliz.

La preparación es el secreto, no solo en las actividades terrenales, pero aun más importante en tu vida espiritual. Tal como tu anticipas el clima por los movimientos de las nubes y los vientos, así también puedes entender que estás viviendo en tiempos muy peligrosos cuando las cosas pueden cambiar de un momento al siguiente.

Estamos hablando de tu viaje de esta vida hacia la eternidad. Toda una vida se te da para que puedas parar frecuentemente y meditar sobre esto. Es muy importante que seas constante y perseveres en tu vida espiritual, de otra manera cuando arribe el momento final te cogerá de sorpresa.

Nunca es tarde para parar y reflexionar sobre estas realidades espirituales que desafortunadamente se obscurecen con todas las ocupaciones mundanas.
Una vez más arrepientete, enmienda tu vida, date cuenta de tu realidad como un ser espiritual.

martes, 22 de noviembre de 2011

Champán o gasolina







- Trato hecho. Me llevaré el Golf, en color azul.

- Muy bien. Recuerde que este coche debe usar gasolina sin plomo y aceite super oil.

- No estoy de acuerdo. ¿Por qué debo usar esa gasolina y ese aceite?

- Bueno, eso es si usted desea obtener el mayor rendimiento de su nuevo coche. Verá cómo se alargará considerablemente la vida del motor. Y hará menos visitas a su mecánico.

- No me convence.

- Tenga en cuenta que este aceite es el propio de motores de gasolina y cualquier otro aceite no surtirá el mismo efecto.

- ¡No, no y no!

- Como usted lo vea señor.
- ¡Claro que como yo lo vea! Si a mí me gusta el champán francés, ¿quién me va a impedir que en el tanque de mi coche ponga yo champán francés?

- ¿Cham...pán...?

- Sí. Y en vez de aceite, yo le meteré mermelada de durazno, que es deliciosa. A mí siempre me ha gustado.

- No sé señor, así quizá su coche no le llevará muy lejos.

- ¡Usted se calla! Que el que ha comprado el coche soy yo. Y yo haré lo que crea más conveniente. Así que entrégueme ya las llaves, que me muero por llevarme mi Golf y estrenarlo.
...
Esta historia, con mejores palabras, fue contada hace años por un Papa: Juan Pablo I, el Papa de los treinta y tres días, el Papa de la sonrisa. Lo hizo en una de sus pocas audiencias de los miércoles ante miles de fieles. Les decía que el hombre vive su vida con plenitud sólo cuando acoge gustoso las instrucciones del Creador de la vida.



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Educar la sensibilidad: afán de aprender



Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net

Carácter y acierto en el vivir:100 relatos y reflexiones sobre la mejora personal
Alfonso Aguiló


Como ha escrito José Antonio Marina, nunca podemos estar seguros de lo que otra persona ve. Aunque sigamos con atención su mirada, no podemos adivinar el paisaje que está viendo. Ambos podemos estar viendo aparentemente lo mismo, pero ignoramos el nivel donde está instalada la percepción del otro.

Un paisaje no es el mismo, por ejemplo, para la mirada de un pintor que para la de una persona que va de caza. Cada uno recibe percepciones distintas. No es sólo que vean las mismas cosas y luego las interpreten de modo diferente, sino que la percepción de cada uno es filtrada por el valor y el significado que aquello tiene para él.

Un ejemplo claro es el lenguaje escrito: nos cuesta mucho mirar un texto sin leerlo; si entendemos esa lengua, no vemos unos extraños garabatos, sino que la mirada inteligente se resiste a detenerse en esos signos, y va más allá: no sólo ve, sino que lee, recibe inevitablemente una percepción elaborada, y su atención se desplaza según el significado de lo que va leyendo.

Los hombres, en la vida diaria, sometemos la realidad a un interrogatorio continuo, y de la sagacidad de nuestras preguntas dependerá el interés de sus respuestas y nuestra posibilidad de enriquecernos con ellas.

Al hombre con afán de aprender le sucede lo mismo que al niño, que cada vez es más exigente a la hora de aceptar una respuesta. El niño repite una y otra vez las mismas preguntas: ¿qué es esto?, ¿por qué esto es así?, ¿qué hace?, ¿por qué hace eso?, pero no siempre le valen las mismas respuestas. Según unos estudios publicados por Branderburg y Boyd en Estados Unidos, los niños entre cuatro y ocho años formulan en un diálogo normal un promedio de 33 preguntas por hora (sin duda un gran estímulo para la paciencia familiar). Al principio, la pregunta ¿qué es esto? queda contestada con el nombre de la cosa; más adelante, sin embargo, habrá que añadir otras explicaciones, porque el niño espera más, necesita más; y volverá quizá a hacer las mismas preguntas, pero entonces el interrogante que ha de ser satisfecho será más profundo.

El hombre, a través de su observación, su reflexión y sus preguntas, aprende desde muy niño a mirar y a entender el mundo que le rodea. Desde los primeros momentos de la vida hay un claro interés por aprender, por preguntar, por apropiarse del mundo de los otros.

Uno de los más eficaces empeños educativos ha de ser enseñar a preguntar.

La insensibilidad, la incapacidad de relacionarse con lo que es complejo o profundo, es una de las más amargas fuentes de infelicidad, porque niega a las personas acceder a su propia singularidad, porque dilapida toda una fortuna de posibilidades que se nos presentan de continuo a cada uno. Las personas insensibles afirman quizá que todo eso les da igual, que están bien como están, pero cuando un día despierten y vean lo que han perdido, se lamentarán con verdadero pesar.

Sería una pena que el transcurso de los años acabara por marchitar ese natural y espontáneo deseo infantil de aprender. Un deseo que nos aleja del peligro de volvernos conformistas e insensibles, que nos impulsa a profundizar en las cosas, a mejorar nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de discernimiento, a descubrir esa parábola que late bajo cada situación y cada eventualidad, cuando se contemplan con atención.

A lo mejor pensamos que, por la razón que sea, esa capacidad ya poco puede crecer en nosotros, pero probablemente no sea así. Podemos aprender a discernir mejor. Podemos enriquecernos aún mucho con las aportaciones de los demás. Podemos –y debemos– ganar en sensibilidad.

El ser humano no sólo sabe lo que sabe, sino que también sabe que ignora muchas otras cosas.

Como apuntó Jerome Bruner, si no hay constatación de la ignorancia, no habrá tampoco esfuerzo por aprender ni por enseñar.

Quien no tenga ese afán de indagar, detectar y subsanar la ignorancia propia y ajena, difícilmente podrá educar bien.

La capacidad de aprender está hecha de muchas preguntas y de algunas respuestas; de una continua búsqueda nunca totalmente satisfecha; de un sano sentido crítico; de una sana y activa receptividad hacia la gente que nos merece autoridad moral. Por eso, como tantas veces se ha dicho, lo importante es enseñar a aprender. Formar cabezas que no sean simples almacenes de conocimientos, sino personas capaces de pensar por sí mismas, capaces de buscar y encontrar la información relevante y fiable que necesitan, y capaces luego de tomar decisiones.

Una buena educación debe potenciar la capacidad de preguntar y de preguntarse.

Una sana inquietud sin la cual difícilmente se llega a saber sobre las cosas, aunque se puedan repetir de carrerilla.

Es una cuestión ardua y difícil. Una prueba de que las cosas deben mejorar aún bastante es que en la educación primaria e infantil los profesores se ven agobiados por lo mucho que preguntan los niños, mientras que en la universidad se quejan de que los alumnos apenas preguntan en clase. ¿Qué ocurre en esos años que separan la escuela de las facultades para que se les pasen las ganas de preguntar?

lunes, 21 de noviembre de 2011

los valores tradicionales de la familia en E: U.




¡Buenas tardes, a todos! Quiero agradecer a los organizadores de este Foro por darnos la oportunidad de reunirnos y discutir el futuro. Creo que es importante y me siento muy emocionada de estar aquí.
El tema sobre el que me voy a referir trata de “Los Valores Tradicionales de la Familia”. Ahora, debo reconocer que tuve algunos inconvenientes para escribir este discurso. Los valores se “aprenden no se enseñan”, como decimos en Estados Unidos. Por lo tanto, es difícil convertir estos valores en palabras. ¡Pero lo intentaré!
Estoy segura que la mayoría ha visto recientemente alguna película de Hollywood, y probablemente, creerán que los norteamericanos no tienen “valores tradicionales de familia”. Piensan que el compromiso en Estados Unidos es en la segunda cita. Que las parejas viven juntas. Que aquellos pocos que se casan, rápidamente se divorcian. Que la mayoría de los hijos estadounidenses nacen en hogares disfuncionales. Podrían creer que la mayoría de jóvenes están muy ocupados manifestándose contra Wall Street, y muy poco preocupados por su educación o por trabajar?
Estas pueden ser escenas propias de una película de Hollywood, pero no es Estados Unidos. No es aquel país que yo conozco, y decenas de millones de gente también. En este otro Estados Unidos, aquel del cual no escuchan mucho, los padres si les enseñan a sus hijos los valores tradicionales de familia. Tal cual me lo inculcaron mis padres.
Entonces ¿cómo se educa en una familia norteamericana tradicional? ¿Qué valores familiares trataron de inculcar mis padres en mí? Déjenme contarles parte de mi historia personal.
Todos comenzamos como un pensamiento de Dios y le estoy muy agradecida a él por formar parte de mi familia. Una familia en la que mi padre y mi madre están totalmente comprometidos el uno con el otro de por vida, en una relación basada en el amor. Nunca ha pasado por mi mente alguna duda sobre esto, nunca se me ha cruzado por la mente que mis padres pudieran separarse, nunca se ha mencionado la palabra “divorcio”. Siempre ha sido una relación marcada por el “hasta que la muerte nos separe”.
Nací en lo que se llama una “familia normal”, con un padre y una madre y sus hijos. Gracias a ellos he “aprendido” a valorar la institución del matrimonio. Quiero este valor de familia para mí y mis hijos. Debido a que mis padres están abiertos a la Vida, entendí intuitivamente, la santidad de la vida, la necesidad de proteger al más débil entre nosotros –los hijos por nacer, los infantes, los niños y los ancianos– y ponerlos a salvo del peligro del aborto, del abuso y de la eutanasia respectivamente.
En nuestros primeros años, mi hermano y yo fuimos educados en casa. Sé que puede sonar raro para algunos de ustedes, pero en los Estados Unidos, es muy común. Según la Asociación de Defensa de la Educación en el Hogar (“Home School Defense Association”), siete millones de niños son educados en el hogar y más de diez millones van a colegios privados, cristianos o católicos en los Estados Unidos. El estado no monopoliza la educación de los jóvenes. Los padres son los primeros y mejores educadores de sus hijos, no obstante fuera del hogar, muchos optan por los colegios públicos.
Cada familia tradicional es una escuela de amor, vida y virtud. Al crecer, mis padres insistieron en que se mantenga una rutina diaria regular. Levantarse, asistir al colegio, obtener buenas calificaciones, llegar a casa y realizar los quehaceres, terminar las tareas, reunirse con la familia a la hora de la comida y ayudar a lavar y ordenar. Sólo después de cumplir con nuestras obligaciones podíamos relajarnos y disfrutar de nuestro tiempo libre. Es a partir de esas buenas prácticas que se forman los buenos hábitos y sobre estos se forja el buen carácter.
Sobre éste punto me quiero referir nuestra ética laboral. Debido a que mis padres querían vivir en el campo, compraron una pequeña granja en Virginia del Norte, donde vivimos hasta el día de hoy. Durante mi infancia tuve la oportunidad de realizar diferentes labores domésticas: césped que podar, vacas que alimentar, cercas que reparar, basura que botar, y así sucesivamente. Lo más probable es que me haya quejado de estas tareas cuando era más joven, de hecho, estoy segura que lo hice, sin embargo estoy muy agradecida. De ellas he aprendido una ética laboral que me ayudará a tener éxito en todo lo que intente en la vida. Los valores tradicionales de la familia exigen el respeto hacia los demás, especialmente para los mayores que son los depositarios en vida de valores aprendidos. Me enseñaron a respetar no sólo a mis padres y abuelos, sino a todos los mayores. Por supuesto, que en su momento cuestioné la actitud de mis padres y discutí con ellos.
Obedecer las enseñanzas de mis padres sobre no mentir, no engañar, no robar o no herir a otros, en general, se hicieron más fáciles cuando fui creciendo, pero honrar a mis padres obedeciéndolos fue más difícil. Cuando era una niña, no me gustaba dar marcha atrás, era testaruda y muy obstinada. Entonces, cuando entré a la adolescencia, empecé a ver muchas series en la T.V. Los adolescentes en esos espectáculos eran siempre rebeldes, irrespetuosos y groseros con sus padres, y estuve tentada a hacer lo mismo utilizando los medios de comunicación para justificar mis acciones. Pero, con el tiempo, aprendí a mostrar más respeto y debido a la constancia fui asimilando estos valores de manera natural.
El perdón fue otro valor clave que mis padres nos enseñaron a mis hermanos y a mí. Con ocho hijos en la misma casa, en ocasiones nos peleábamos. Normalmente yo estaba en el centro de estos conflictos. Durante estas rencillas, mis padres nos corregían, amonestándonos por pelear y pidiendo que nos disculpáramos: “Estaba equivocado”. “Lo siento”, “Por favor, perdóname”, fueron las frases más empleadas.
Cuando me negaba a disculparme, como solía hacer cuando todavía estaba con la bronca encima, me enviaban a mi cuarto hasta que me calmara. “Sal sólo cuando estés lista para disculparte”, me decía mi papá. Recuerdo estar parada frente a él de manera desafiante, con los brazos cruzados y la mandíbula bien apretada, debo haber tenido alrededor de diez años.
Mis padres lucharon día tras día contra mi terquedad. Mi padre parecía tener una cantidad infinita de paciencia. Sin embargo, finalmente lo conseguí. El foco se encendió. Empecé a pedir disculpas a mis hermanos y a aceptar sus disculpas sin la intervención de mis padres. Aprendí de mis más importantes profesores, mi padre y mi madre, en la escuela de los valores tradicionales de familia, a controlar mi temperamento y a evitar las peleas.
Con otros valores tradicionales tuve menos problemas, como la necesidad de decir siempre la verdad y el respeto a la propiedad ajena. Me dijeron que nunca mintiera y robara. Casi nunca lo hice, ya que la verdad de estos valores me parecía ser evidente. Lo veo claro hoy como lo veía cuando era más pequeña que robar y mentir simplemente es un error. Creo que estos y otros valores tradicionales están escritos en el corazón humano. Sin duda, ellos fueron inscritos en mi corazón.
Había otros valores tradicionales de la familia que me enseñaron mis padres. De mi madre aprendí el amor, la empatía y la amabilidad hacia los demás. De mi padre he aprendido la humildad, la abnegación y el dominio propio.
Para terminar, me gustaría dirigirme a aquellos que no han crecido dentro de una familia tradicional.
Quizás has aprendido la importancia de los valores tradicionales de la familia de una manera difícil, por la adversidad o por una equivocación. Quizás aprendiste de la importancia del matrimonio cuando tus padres se divorciaron. O del valor inapreciable de la Vida porque alguien cercano a ti murió o tuvo un aborto. O tal vez, en esta época de matrimonios rotos o disminución de las tasas de natalidad, no tienes un padre, una madre o hermanos y hermanas.
Al mismo tiempo, comprendes que tales valores son importantes para una buena vida y deben ser parte integral de nuestro carácter, sin importar la manera cómo haya llegado este mensaje a tu vida. Creo que se debe a que existen algunos valores, principalmente aquellos que están establecidos en los Diez Mandamientos, que también están escritos en el corazón humano.
Si te estás sintiendo excluido, recuerda esto: Cada persona tiene múltiples oportunidades para ser parte de una familia tradicional. Puede ser la familia donde naciste, la familia que formarás después de casarte o las familias que tus hijos tendrán cuando se casen.
Incluso si no naciste dentro de una familia tradicional, tienes la oportunidad de formar una en el futuro y difundir estos valores tradicionales. Espero que tengas esa posibilidad. He sido bendecida por nacer en una familia tradicional abierta a la vida. Me encantaría que experimentes las bendiciones de pertenecer a esta clase de familia también, y de los valores tradicionales que encarnan.
Sin importar como recibas los valores tradicionales de familia, es importante difundirlos, a los amigos, a los miembros de la familia y a tus futuros hijos. Aquellos que practicamos estos valores y los transmitimos a otros estamos formando generaciones futuras con las herramientas dadas por Dios, necesarias para construir un futuro mejor

¿Por qué se le siguen durmiendo a Cristo sus discípulos y seguidores?




Como humano, Jesús fue adquiriendo asimilando la experiencia, los conocimientos y el folclore de su pueblo que se ven reflejadas en su palabra, pero la experiencia con sus propios apóstoles le hizo que sus palabras fueran de prevención para sus seguidores, pues si bien lo vemos, de entre sus apóstoles, uno lo negó en el momento más importante de su vida, otro lo traicionó hasta enviarlo a lo alto de la cruz, y el día de su transfiguración, cuando el Padre lo presentaba como su predilecto, los tres apóstoles que llevaba como testigos, se le durmieron y sólo como entre sueños lo vieron acompañado de Moisés y Elías conversando sobre su muerte y resurrección, y en el momento crucial de su existencia, cuando oraba intensamente en el huerto de los olivos pidiendo fortaleza porque la carga que veía que se venía encima estaba sobre su capacidad y sobre sus hombros, todos sus apóstoles estaban a unos cuántos pasos de él, dormidos, adormilados, quizá después de las emociones de la última cena.
Por eso ahora que comenzamos el tiempo de Adviento, Cristo se levanta, a decir del Evangelista Marcos, con un fuerte llamado a la vigilancia. Hasta por cuatro veces en unos cuántos renglones Cristo nos previene: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento”. Cristo está hablando de su retorno, de su venida final, al fin de los tiempos, para dar a cada uno según sus obras. Lo hemos oído hasta el cansancio el domingo pasado, fiesta de Cristo Rey.
Y estaríamos tentados a pensar que Cristo nos quiere meter miedo con lo que ocurrirá al final de los tiempos. Lo que tiene que ocurrir ocurrirá sin remedio. Pero definitivamente Cristo no nos está incitando “al bien morir” sino “al bien vivir”, cuando nos habla de un hombre que se va de viaje y encarga a los suyos, a sus sirvientes lo que deben hacer mientras él regresa, con un regreso del que nadie sabe el día ni la hora. A cada uno de nosotros nos ha dejado una tarea en la marcha de este mundo, y nos da los medios, las herramientas para que cada uno pueda emplear al tope, al máximo, los talentos que a cada uno ha puesto en nuestras manos. Nadie puede permanecer ocioso, nadie tiene derecho a la flojera y todos debemos estar vigilantes, siendo guardianes de nuestros hermanos los hombres. Eso se refleja en el inicio de la Exhortación Apostólica del Papa Benedicto XVI Africae munus, lanzada en aquél lejano continente apenas la semana Pasada, entregada precisamente en ese continente que es como un pulmón de fe y de esperanza, abierto e importante para todos los continentes: “El compromiso de África con el Señor Jesús es un tesoro precioso que confío en este comienzo del tercer milenio a los Obispos, a los sacerdotes, a los diáconos permanentes, a las personas consagradas, a los catequistas y a los laicos de ese querido continente y de las islas vecinas. Esa misión comporta que África ahonde en la vocación cristiana. Invita a vivir, en nombre de Jesús, la reconciliación entre las personas y las comunidades, y a promover para todos la paz y la justicia en la verdad”. Esa es desde ahora nuestra misión hasta que Cristo vuelva:
Esa es entonces nuestra misión hasta que él vuelva, ahondar en nuestra vocación cristiana, conocer los fundamentos de nuestra fe, acoger al Cristo muerto y resucitado que tiene que hacerse hombre entre los hombres, y luego, comenzar a vivir en la alegría nuestro encuentro con el Cristo vivo en los más pobres y los tratados con injusticia, para lograr entre todos la paz y la justicia precisamente en la verdad.

viernes, 18 de noviembre de 2011

EL REY NO QUIERE QUE NADIE SE PIERDA


EL

" Jesús se dio cuenta de que pretendían proclamarlo rey". ¿ Por qué hacerle rey ? ¿ No era rey ? Sí, era rey: Pero no un rey como lo hacen los hombres. Es un rey que da poder a los hombres para reinar. Jesús suele convertir sus acciones en enseñanzas... En efecto el momento de su reino es cuando nosotros invocamos al decir " que venga a nosotros tu reino ". Como Hijo de Dios, como Verbo de Dios, el Verbo por quien todo fue hecho, reina siempre con el Padre. Hay pues un reino de cristianos, el reino que está establecido actualmente, que ha sido comprado con la sangre de Cristo. El reino de Dios significa Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los días.

" ¡ Curemonos, hermanos, corrijámonos ! " , es el mejor tiempo, retornemos al amor, a la paz, a la justicia. El mundo envejece, vuelve hacia la decrepitud. Y nosotros, ¿ nos volvemos jovenes ? ¿ Que esperamos, entonces ?.
Nos parecen tiempos difíciles de pasar, pero no es así porque Cristo viene en nuestra ayuda y nos conforta.

Dios ciertamente es amor. Nos ha creado por amor y para el amor. Por el inmenso amor que le tiene a la criatura humana, no quiere que nadie se pierda y tanto nos quiere que Él mismo se ha hecho uno como nosotros. Y nos invita constantemente a participar de ese amor.
No excluyamos a Dios de nuestras vidas para seguir el propio camino, lejos de Dios, sin Dios y muchas veces en contra de Dios.
A pesar del rechazo, Dios nos sigue amando eternamente.

La fiesta de Cristo Rey


Para nosotros, los nacidos en América, no existe una experiencia de los que es la realeza y su reino. Más de una vez asociamos la palabra reino a las fábulas, personajes novelescos o a los cuentos de hadas, donde aparecen castillos reyes y princesas. Manifestamos nuestras ilusiones de un reino en fiestas elegimos a la reina del club deportivo, la reina del barrio, la reina de las fiestas, etcétera.
La mejor de las veces, la palabra “reino” la asociamos a la descripción de algún libro o a las imágenes de alguna película. Para Cristo, el reino no es así.
El autentico reino está formado por un pueblo que es convocado por Dios y que voluntariamente acepta ese llamado. Un pueblo que acepta los preceptos puestos por Cristo y que se esfuerza por vivir el verdadero espíritu evangélico. El reino de Cristo no habla de castillos e historias románticas. El renio de Cristo no es por un rato, como si fuera la reina de una fiesta. El pertenecer al reino es pertenecer al grupo de personas que luchan todos los días por vivir conforme a la voluntad de Cristo. Los que pertenecen al reino no son los que viven en tal o cual lugar (reino), sino los que unidos por el Espíritu Santo obran según los preceptos del amor; según la fuerza del mismo espíritu. El reino está en donde está el Espíritu de Cristo y se refleja en las obras de sus ciudadanos.
El evangelio de hoy es claro, el juicio de Dios será sobre nuestro comportamiento ¿Hice o no hice el bien? Esta es una pregunta muy amplia y fácilmente nos podemos excusar por tener un concepto equivocado “de hacer el bien”. Por ello, el Evangelio pone ejemplos muy claros de las principales obras que serán juzgadas.
El reino de Dios es muy diferente a lo que hoy propone la moda, el mundo, la economía o la globalización. El reino no es el reino del tener; sino del ser. El más importante es el servidor de todos. No es el que está a la mesa sino el que sirve la mesa.
Más de una persona entre nosotros podemos excusarnos de no haber realizado alguna de las obras mencionadas por qué no sabíamos cómo. Sin embargo en el Evangelio no aparecen excusas, Cristo sólo juzga los hechos, sólo exige que demos frutos con los talentos que recibimos desde nuestro bautismo, con los dones que nos da cotidianamente. Cristo sólo pide que seamos fieles en las cosas de menor importancia, que tomemos conciencia de que somos administradores, no dueños, de la creación y de su gracia. Que tomemos conciencia de que Dios nos creó a todos hermanos y que la creación es para todos.

Es más complicado hacer el mal que obrar bien. El que obra mal no sólo hace daño a los demás, sino que se hace daño a sí mismo. Cuando obramos mal tenemos que ocultar nuestros hechos y vivir temerosos de que nos descubran, de que nos quiten lo que tenemos, de perder la libertad, nuestra vida. Aunque tengamos muchas cosas o poder no puede ser plena, pues vivimos evadiendo la verdad y el castigo de nuestras obras malas.
¿En qué grupo deseamos estar en el momento del juicio?
Si obramos bien haremos felices a las personas que nos rodean y seremos profundamente felices. Actuemos hoy conforme a la voluntad de Cristo Que nuestras obras sean ciudadanos del reino de los cielos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"Vengan, benditos de mi Padre"



Llama la atención el tipo de necesidades humanas que se menciona: tener hambre, estar sediento, ser forastero, estar desnudo, estar enfermo, ser encarcelado; todas ellas representan los espacios que, reflejan cuándo alguien es verdaderamente justo.

Sorprende además que casi todas las necesidades las puede solucionar el hombre justo: sacia el hambre y la sed, acoge y viste; sin embargo en el caso de los enfermos se habla de preocupación, de cuidado; en el de los encarcelados, de cercanía, de hacer presencia eficaz. Hay necesidades que se deben solucionar pero, aún en las que rebasan la capacidad humana, la solidaridad efectiva no debe estar ausente.

Es de gran importancia la identificación que hace el Hijo del Hombre de sí mismo con quienes padecen estas necesidades. Él mismo se atribuye las necesidades y ante la pregunta de unos y otros confirma tajantemente esta identificación: "cuanto le hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron". Los "más pequeños" no son únicamente los buenos. Los pequeños pueden ser los más débiles y sencillos, pero también son los extraviados, los que fallan.

El olvido de los más pequeños es tan grave que quien no les dé importancia sería mejor que se muriera pues Dios no quiere que se pierdan. La ceranía o la indiferencia con estos más pequeños, es cercanía o indiferencia con Jesús.

Es posible que haya serios problemas para convencerse de esta identificación; ambos, los justos y los injustos,se sorprenden que lo que hicieron o dejaron de hacer a aquellos más pequeños haya sido el mismo Jesucristo.

El relato de la venida del Hijo del Hombre relaciona la bondad o la maldad de los servidores con la capacidad de descubrir y tratar a las personas, sobre todo a los más necesitados, como presencia real de Jesucristo. En este sentido, el servidor fiel y prudente sería también el que es capaz de comportarse con justicia.

Quien quiera ser un servidor fiable y competente debe convercerse que las demás personas, sobre todo los que más sufren, son Jesucristo. En nuestro caminar por la vida no vamos encontrando gente extraña, sino hermanos, no trabajamos con números de la estadística sino con personas; cualquier descuido en la atención y el compromiso con los más necesitados pone en riesgo nuestra fidelidad a Dios y a la vida que dura para siempre, la vida eterna.

¿Realmente vemos a Jesucristo en los más necesitados ?

Pidámosle a Dios la claridad de pensamiento necesaria para reflexionar en nuestra familia, grupos parroquiales, comunidad, sociedad ... sobre este punto fundamental en nuestra vida: la presencia real de Jesús en los más pequeños y la responsabilidad que tenemos ante cada uno de ellos.

Rogémosle que nos conceda la valentía suficiente para tomar las decisiones necesarias e ir siendo más coherentes con este mensaje.

Alabemos a Dios por que se nos ha manifestado en su Hijo Jesucristo y porque Él ha querido estar presente en los más pequeños, en los sencillos.

martes, 15 de noviembre de 2011

¿Soñaría Cristo alguna vez con llegar a ser rey?




Cristo nació en condiciones muy desfavorables, en medio de una gran pobreza y, tuvo que huir con sus padres a establecerse en tierra extraña, en Egipto, para escapar con vida, se desarrolló en los montes de Galilea, entre las ovejas y un taller de carpintería, de manera que ni en sueños llegó Jesús a pretender ser Rey. Luego, en su vida pública conoció el despotismo, la injusticia y la maldad con la que proceden los reyes de la tierra, de manera que aunque quisieron proclamarlo rey, siempre se negó a tal condición. Y sin proponérselo, un día se vio con una corona de espinas sobre su cabeza, y quien lo proclamó rey en lo alto de la cruz, fue precisamente el poder despótico de una nación extranjera. Quedó convertido en un rey de pacotilla. ¿Por qué entonces la pretensión de llamarlo Rey? La fiesta de hoy, nació en un momento difícil para la Iglesia en Europa, en 1925, y sin embargo, no cabe duda de que Cristo es Rey precisamente por su entrega en la cruz, y por la gloria que su Padre de dio por su generosidad y su entrega al bien de los pobres, de los necesitados y de los que padecen la injusticia y la maldad de los hombres. Los profetas del Antiguo Testamento lo contemplaban con la realeza y la bondad sobre sus hombros. Nunca quiso Cristo la realeza sobre la tierra, pero todas sus acciones estuvieron encaminadas a fincar el Reino de verdad, de justicia, de paz, de amor y de perdón, a total diferencia de los reíros de la tierra.
Y dado que San Pablo contempla a Cristo como el Resucitado, el primero entre todos los hombres, San Mateo nos presenta a Cristo con gran majestad, pero sin hacerlo llamar Rey, simplemente como Cristo solía hablar de sí mismo, como el Hijo del hombre, que juzgará públicamente a todos los hombres sobre una sola realidad: el amor a los pobres, a los desamparados y a los que fueron tratados con injusticia. No preguntará Jesús a qué religión se perteneció, cuáles fueron sus rezos o sus ritos, simplemente qué hicieron con los más pobres del Reino de su Padre. Ya me imagino a las viejitas de todas los días en las bancas de nuestros templos: “Mira a fulanita, tan buena que parecía, mira a dónde va” y otra dirá: “Y ahí va don fulano, que yo creía que era tan malo, mira, mira ahora cómo es tratado”. Pero eso no ocurrirá, nadie tendrá tiempo para juzgar, sólo Cristo que hará sentar a los que alcanzaron gracia, cerca de él, a la derecha del Padre, sin que esto tenga ninguna connotación política, simplemente en el lugar principal en el Reino de los cielos. Es momento de aprender la lección, de darnos cuenta que ya nos han comunicado de qué nos examinarán.
Los reyes no abren la puerta a los que les visitan, para eso tienen empleados, y quieras o no, los que abrirán las puertas, por voluntad de Cristo serán precisamente los pobres, los desarrapados, los que estuvieron desnudos o hambrientos, los que fueron privados de su libertad y hechos prisioneros porque para ellos no hubo justica, los que lloraron por la maldad de otros, los que cargaron con la cruz de la opresión y la miseria. Ellos serán los porteros de Cristo y del Reino, de manera que lo mejor será comenzar a ganarnos ese lugar, cuidándonos de no despreciar ni pisotear a los más desprotegidos del Reino, y nuestro pase será una realidad, pues el Espíritu Santo de Cristo estará presente, impulsándonos como impulsó a Cristo Jesús ya desde el seno de su madre, sin desprenderse nunca más de él, acompañándolo en lo alto de la cruz y asistiendo al momento de su suprema exaltación como el Resucitado que espera la presencia de todos aquellos por los que él dio su propia vida para hacerlos vivir para siempre en su Reino.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El peligro de la fecundación in vitro



A pesar de que cada vez más mujeres utilizan los tratamientos de fecundación in vitro, aumentan las evidencias que confirman las desventajas de su uso.

El médico canadiense John Barrett describía lo que denominaba una "epidemia de nacimientos múltiples, debidos en gran parte a la fecundación in vitro", informaba el periódico National Post el 22 de septiembre.

"Lo que está haciendo la industria de la fecundación in vitro es crear una población de bebés enfermos... que está afectando a toda la sociedad", afirmaba.

Según el artículo que citaba datos de Statistics Canada, el número de nacimientos múltiples en Canadá ha aumenta en un 45% hasta casi 12.000 al año en el periodo 1991 a 2008.

En otro artículo sobre la fecundación in vitro el 26 de septiembre, el National Post informaba de que se la ha vinculado a raros trastornos genéticos.

En una conferencia sobre fertilidad, la doctora Rosanna Weksberg decía que los bebés nacidos por fecundación in vitro tienen 10 veces más probabilidades de sufrir problemas genéticos. Aunque declaraba su apoyo a la utilización de la fecundación in vitro, Weksberg también decía que está viendo a muchos niños nacidos gracias a ella que sufren de raras enfermedades.

Añadía que hay evidencias de que los bebés nacidos por fecundación in vitro son más propensos a nacer con bajo peso.

La causa de este aumento del riesgo de problemas genéticos es desconocida, pero según Weksberg podría ser una combinación de los problemas de fertilidad de los padres y de los tratamientos de fertilidad mismos.

En los casos en los que se involucra a donantes externos, para los niños puede haber otros problemas debido a la falta de conocimiento de los problemas médicos de su padre biológico.

Enfermedad

En Australia, un canal de televisión hacía pública hace poco la historia de una mujer concebida con el semen de un donante, que ahora tiene cáncer de colon hereditario, algo que no viene de su madre.

Según un reportaje publicado el 5 de septiembre por el servicio British BioNews, la mujer no puede obtener información alguna sobre su padre, ni puede contactar con sus otros ocho medio hermanos, por el hecho de que en el momento de su concepción la identidad de los donantes se mantenía en secreto.

Algunos estados australianos han cambiado la ley que exige a los donantes que consientan que se divulgue información sobre ellos, pero el cambio no tiene carácter retroactivo.

El 21 de julio la norteamericana ABC News informaba de un problema parecido. Rebecca Blackwell y su hijo de 15 años, Tyler, estaban intentando localizar al padre donante de semen y, aunque no ha respondido a sus solicitudes de información, la hermana de este hombre les comunicó que su hermano tenía una enfermedad hereditaria de la arteria aorta del corazón.

Descubrieron que Tyler había heredado esto, lo que podría matarlo sin previo aviso. Más tarde se sometió a una operación, pero será necesario que se someta a una vigilancia continua el resto de su vida.

El padre de Tyler donó su semen a tres clínicas, siendo padre de al menos 24 niños. No contó a ninguno de ellos sus problemas de salud, que también incluyen el síndrome de Marfan, una enfermedad de los tejidos.

Cuando el semen de un donante se utiliza con mucha frecuencia se presentan otras consecuencias negativas. La preocupación es que alguno de los niños, al ignorar quién es su padre, puedan mantener una relación incestuosa.

El Sunday Times de 18 de septiembre informaba de que un donante de semen británico engendró hijos para 17 familias.

Las directrices oficiales ponen un límite de 10, pero la Human Fertility and Embryology Authority (HFEA) ha admitido que se ha sobrepasado en ocasiones. Además, tampoco saben cuántas veces se han roto las reglas.

"Existe el peligro real, en un país pequeño como el Reino Unido, de que los niños concebidos por un donante se encuentren sin saber que son medio hermanos", afirmaba Josephine Quintavalle, de la organización Comment on Reproductive Ethics.

En Estados Unidos, que es mucho más grande que Inglaterra, es significativo el problema de los múltiples descendientes de un mismo donante.

Un caso llamativo era el publicado el 5 de septiembre por el New York Times, que contaba que un hombre había sido padre de hasta 150 hijos. Aunque este es un caso extremo, el artículo decía que hay muchos otros casos de donantes que han sido padres de 50 o más hijos.

"Tenemos más normas que entran en juego al comprar un coche usado que al comprar semen", decía Debora L. Spar, autora de The Baby Business: How Money, Science and Politics Drive the Commerce of Conception (El negocio de los bebés: cómo el dinero, la ciencia y la política dirigen el negocio de la concepción).

Según el New York Times, no hay datos ciertos sobre cuántos niños han nacido utilizando semen de donantes. Se han hecho varias estimaciones que van desde los 30.000 a los 60.000.

Complicaciones

No sólo los bebés corren riesgo. Un análisis de los estudios existentes mostraba que las mujeres que se someten a fecundación in vitro tienen un riesgo mayor, en algunos casos de hasta un 40% más, de complicaciones graves durante el embarazo, informaba el 20 de octubre el periódico Telegraph de Londres.

Se cree que el proceso de desarrollo inicial del embrión fuera del cuerpo de la madre lleva posteriormente a un mal desarrollo de la placenta. Otra causa es que la mujer tiende a ser más mayor y a tener problemas de salud.

Algunos tratamientos de fecundación in vitro implican la donación de óvulos de otra mujer. El Sunday Times informaba el 23 de octubre de que se ha suscitado preocupación por el gran número de óvulos que se toman de algunas donantes, lo que las pone en peligro.

Además de problemas como cambios de humor, dolores de cabeza y cansancio, las hormonas inyectadas en las donantes pueden llevarles a una situación conocida como síndrome de hiperestimulación ovárica, que causa coágulos de sangre y daño renal e incluso en algunos casos la muerte.

Los datos del HFEA muestran que en un caso se tomaron hasta 85 óvulos de una sola donante. A otras se les había retirado de 50 a 70.

Esto se ha conocido en un momento en el que las autoridades de fertilidad han aumentado --de 250 libras a 750 libras (de 400 dólares a 1.200 dólares)- la cantidad que se puede pagar a una donante de óvulos, informaba el 20 de octubre el periódico Independent.

La medida se ha adoptado porque las clínicas sufren escasez de donantes. Esto se debe en parte al haber sido suprimido en 2005 el anonimato de la donante.

"Esta es una decisión desgraciada que pone en peligro la salud de mujeres jóvenes", declaraba David King, director de la organización Human Genetics Alert. El pago de 750 libras es un gran incentivo para las estudiantes universitarias, que luchan por pagar sus estudios, decía.

Aparte de los riesgos para la salud, las clínicas a veces cometen errores, algo que, según un artículo del Daily Mail de 13 de agosto, va en aumento en Gran Bretaña.

Las cifras de la HFEA revelan que en 2010 hubo 564 errores graves o cuasi accidentes en la clínicas de Gran Bretaña. Es una cifra tres veces superior a la de 2007.

Los errores incluyen inyectar espermatozoides incorrectos en un óvulo, destruir embriones por accidente, e implantar en mujeres embriones incorrectos.

Sólo ha habido un ligero aumento en el número de tratamientos de fecundación in vitro en los últimos años, por lo que el notable aumento de errores no se debe a que haya habido un mayor número de casos.

Antes, en un artículo de 22 de julio, el Daily Mail informaba de que las clínicas desechan cientos de miles de embriones.

Según las cifras publicadas por el Departamento de Sanidad, por cada nacimiento con éxito por fecundación in vitro, se crean más de 30 embriones humanos.

La información revelaba que, desde 1991, para las técnicas de fecundación in vitro se han creado más de 3 millones de embriones, con menos de 100.000 nacimientos resultantes.

Según el Daily Mail cerca de 1,5 millones han sido desechados en el curso de los tratamientos y más de 100.000 fueron entregados para investigación en experimentos destructivos.

La oposición de la Iglesia católica a la utilización de la fecundación in vitro es bien conocida, pero no es necesario ser católico para abrigar preocupación por el inmenso coste humano que implican estos procedimientos

Rusia, dos pasitos en favor de la vida


Vladimir Putin, presidente ruso, ha promovido leyes en favor de la vida, para contrarrestar la crisis demográfica que vive su nación. No se permitirá abortar después de la semana doce de embarazo, dictaminó el parlamento ruso este 21 de octubre de 2011.

Después de noventa años, Rusia, se dio cuenta del mal cometido. En 1920, Rusia, Vladimir Lenin se vanagloriaba de dirigir la primera nación que legalizaba el aborto a nivel mundial. Para 1960, las leyes abortivas se hicieron aún más libertarias. Pero no fue hasta el 21 de octubre de 2011 que una sociedad rusa diezmada por el flagelo del aborto reconoce su error. Un promedio actual de 1,4 hijos por familia que ni siquiera garantiza el reemplazo generacional, pero sí el envejecimiento constante de un pueblo.

En Rusia, los abortos superan a los nacimientos. En 2004, 1,6 millones de mujeres abortaban contra 1,5 millones que daban a luz. Ante esta alarma demográfica, el gobierno de Vladimir Putin ha tomado cartas sobre el asunto. El objetivo: elevar la tasa de natalidad al menos un 30% en los próximos tres años. Todo esto respaldado con una fuerte inversión de 1,5 billones de rublos.

La ley da dos pasos –milimétricos- en favor de la causa pro-vida, pero avances al fin: se restringe el plazo para abortar legalmente de la semana 12 a la 22, y se estipula un período de dos a siete días -"la semana de silencio"- para reconsiderar la decisión de interrumpir el embarazo.

Además de restringir el aborto, Rusia también ha creado un “capital materno”. Las madres recibirán cerca de diez mil dólares americanos por hijo, una estrategia para incentivar los nacimientos.

En el parlamento ruso, se gestiona un proyecto de ley para descalificar publicitariamente al aborto, promoviendo una campaña pro-vida. Por su parte, los miembros de la Iglesia Ortodoxa exigen el consentimiento del esposo o de los padres de una menor de edad que desea abortar y promueven la objeción de conciencia de los médicos. Ambas iniciativas eclesiales no han sido aprobadas por el parlamento ruso.

De acuerdo con las estadísticas oficiales, las mujeres rusas se someten a una media de dos abortos en su vida. Un 20 por ciento de las parejas son incapaces de tener hijos debido a abortos mal practicados. No obstante, el número de abortos se ha reducido en los últimos años, ya que en 2005, era de 104,6 abortos por cada cien nacimientos, y en 2010, fue de 58,7 por cada centenar de partos.

La realidad rusa contrasta con los países en subdesarrollo, donde las compañías abortivas promueven sus campañas bajo la bandera de la sobrepoblación mundial.

¿Queremos repetir la historia de un pueblo herido por el suicidio social del aborto? ¿O lo único que interesa es el dinero que produce ese “negocio” tan lucrativo? Los hechos golpean, pero a veces lo único que verdaderamente enseña es la propia experiencia.

MIEDO AL RIESGO



La parábola de los talentos es muy conocida entre los cristianos. Según el relato, antes de salir de viaje, un señor confía la gestión de sus bienes a tres empleados. A uno le deja cinco talentos, a otro dos y a un tercero un talento: «a cada cual según su capacidad». De todos espera una respuesta digna.
Los dos primeros se ponen «enseguida» a negociar con sus talentos. Se les ve trabajar con decisión, identificados con el proyecto de su señor. No temen correr riesgos. Cuando llega el señor le entregan con orgullo los frutos: han logrado duplicar los talentos recibidos.
La reacción del tercer empleado es extraña. Lo único que se le ocurre es «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando vuelve su señor, se justifica con estas palabras: «Señor, sabía que eras exigente y siegas donde no siembras... Por eso, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo». El señor lo condena como empleado «negligente».
En realidad, la raíz de su comportamiento es más profunda. Este empleado tiene una imagen falsa del señor. Lo imagina egoísta, injusto y arbitrario. Es exigente y no admite errores. No se puede uno fiar. Lo mejor es defenderse de él.
Esta idea mezquina de su señor lo paraliza. No se atreve a correr riesgo alguno. El miedo lo tiene bloqueado. No es libre para responder de manera creativa a la responsabilidad que se le ha confiado. Lo más seguro es «conservar» el talento. Con eso basta.
Probablemente, los cristianos de las primeras generaciones captaban mejor que nosotros la fuerza interpeladora de la parábola. Jesús ha dejado en nuestras manos el Proyecto del Padre de hacer un mundo más justo y humano. Nos ha dejado en herencia el mandato del amor. Nos ha confiado la gran Noticia de un Dios amigo del ser humano. ¿Cómo estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús?
Cuando no se vive la fe cristiana desde la confianza sino desde el miedo, todo se desvirtúa. La fe se conserva pero no se contagia. La religión se convierte en deber. El evangelio es sustituido por la observancia. La celebración queda dominada por la preocupación ritual.
Sería un error presentarnos un día ante el Señor con la actitud del tercer empleado: "Aquí tienes lo tuyo. Aquí está tu Evangelio, aquí está el proyecto de tu reino y tu mensaje de amor a los que sufren. Lo hemos conservado fielmente. Lo hemos predicado correctamente. No ha servido mucho para transformar nuestra vida. Tampoco para abrir caminos de justicia a tu reino. Pero aquí lo tienes intacto".