martes, 8 de noviembre de 2011
FRUCTIFICAR LOS TALENTOS DADOS POR DIOS
La capacidad de estar a la altura de las circunstancias de lo que se ha encomendado es hacerse merecedor de mayor confianza y de participar de la vida, del gozo, de la alegría de la casa del Señor.
El acierto esta en saberse administrar, y como contraparte se presenta el mal servidor que se olvida de lo elemental de lo relevante. El servidor malo es el que por comodidad o resentimientos no sólo no produce con el talento que le fue confiado sino que, además, es un siervo inútil que no proporciona provecho alguno, es improductivo, sin mérito.
El ser humano tiene el riesgo, ante la incapacidad de dar frutos, de buscar pretextos o excusas que a fuerza de enfatizarlas quiere convertirlas en razones.
El optimismo y el buen sabor de boca que nos deja la constatación de que hay gente que, al sentirse responsable, hace producir lo que El Señor le ha confiado. Esto NO debe provocar que seamos ingenuos:
Existe el peligro real de no ser productivos y, más aún, de buscar culpables incluso usando imágenes deterministas de Dios. Quienes queramos ser servidores fieles y prudentes debemos estar a la altura de las circunstancias conscientes de que El Señor ha puesto su confianza en nosotros y que debemos producir y no cualquier fruto, sino lo que pida nuestra realidad y la fidelidad a la Palabra del Señor.
Debemos buscar, reconocer y superar los defectos que nos hacen que nos vaya mal y asumir con madurez y responsabilidad nuestro actuar para ser dignos de la confianza del Señor.
Roguemosle al Señor que ilumine nuestra mente y toque nuestro corazón para que podamos dicernir en lo realmente nos pide para dar excelentes frutos.
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