El día de hoy iniciamos la celebración cristiana de la semana más singular y que tiene pleno alcance universal.
Este es el primer día de una semana no de siete sino de ocho días... Y esta es, la Mayor de las Semanas, para todos los cristianos, puesto que en ella han sido recreadas todas las cosas.
Soy consciente que cada uno de nosotros vivirá de forma muy distinta esta semana; sin embargo, cada uno deberá iluminar su vida a partir de la recreación que nos ha ofrecido el mismo Hijo de Dios en la nueva creación.
Recrear significa desde la apreciación humana descanso, diversión y deleite… pero no debemos olvidar que desde lo cristiano recrea significa: “producir algo nuevo”
Para ello, resulta sumamente importante, que el conocimiento cristiano no ignore que el centro del misterio que se está iniciado en este día es el de un género de vida nueva que se obtiene solamente en Cristo.
Dios quiera que, aún en aquellos que su recreación significa solamente diversión puedan vivir el misterio que crea de nuevo la vida,
Hoy, es apenas el primero de estos ocho días tan intensos...Y será tal el dinamismo que emerja de estos días, que al inicio del primer día de la siguiente semana, es decir de hoy en ocho, aparecerá una explosión de fuerza salvífica, manifestada plenamente en la resurrección. Se iniciará entonces un día que no ha terminado para los cristianos: el Octavo día.
En el contexto de estos ocho días en la nueva historia de los hombres, teniendo como trasfondo la celebración de la Pasión del Señor, recordemos la invitación de Cristo para que aquellos que queramos seguirle, aprendamos a cargar la cruz de cada día.
La invitación es a que tomemos la cruz cotidiana, no tan sólo la extraordinaria formada por lo ordinario de las ocupaciones, incomprensiones, pequeños sacrificios, trabajos, servicio ofrecido al otro y no siempre tomado en cuenta. Lo que la Semana Santa nos pide es que nuestra vida se ofrezca a Dios y al hermano en la cruz ordinaria, hecha de cosas pequeñas no siempre agradables.
Esta es la Semana más Santa en la vida del cristiano, el tiempo que debiera provocar un cambio positivo en nosotros, como lo ha provocado en tantos hombres.
Los cristianos, en la incertidumbre que brota de nuestra humanidad, así como en la de aquellos que no son cristianos y la de todos, no sabemos lo que vendrá el día de mañana, pero sabemos Quién ha venido y conocemos Quién volverá. Aquél que posee la certeza sobre la última hora, no tiene por qué temerle al minuto próximo ni vivir angustiado.
¡Es Semana Santa! ¡Es tiempo de recrear la vida en su totalidad!
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