jueves, 12 de abril de 2012

La chispa aunque sea pequeña, enciende un montón de leña


Es tanta la riqueza del domingo de ramos que abre la semana santa que uno se ve en dificultad para ayudar a nuestros lectores a escoger el material para su fe y su vida, pero tenemos que decidirnos por algo, y lo mejor que he encontrado en este año será ir apostrofando la Oración Colecta de este día, que refleja bastante bien la mente de la Iglesia para Semana Santa, invitando a considerarla como una semana muy especial:
Dios todopoderoso y eterno…después de haber participado en la procesión de ramos que le da el toque de gloria y majestad a la entrada de Cristo a Jerusalén en vísperas de su pasión, queremos dirigirnos al Dios de los cielos de quien procede todo lo creado y a quien nos dirigimos no digo al final de nuestra vida sino precisamente en ella, día con día pues de él procedemos y hacia él nos dirigimos. Que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo…conmueve ese verbo que usamos para explicar la presencia de Cristo en el mundo, que fue traído por María, quien lo trató con tanta delicadeza, quien fue aleccionado en las costumbres, en el folclore y en la fe de su pueblo por José el esposo de María, quienes hicieron de él un modelo de hombre, de entrega, de humildad y precisamente de sencillez, pues en su grandeza, supieron forjar en quien era el Hijo de Dios, un hombre a flor de tierra pero con aspiraciones de grandeza y de entrega al bien de la humanidad. Humildad viene de humus, tierra y refleja bastante bien el carácter de Jesús, Hijo de Dios, pero hermano de los hombres en el camino de salvación. ,,,Nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz…el Padre lo pone en nuestras manos con amor, con predilección, aún a sabiendas de nuestra ruindad y nuestra miseria y el precio con el que le pagamos fue una cruz, un martirio, un desgarre y una muerte, que no estaban precisamente en los planes, pero que hubo que aceptar una vez metido entre los hombres. Usando una frase de San Juan de la Cruz, “donde no haya amor, siembra amor, y cosecharás amor”, Cristo una vez puesto en el camino, se abraza a la cruz y desde ahí siembra amor, muriendo pero como el grano que con su muerte da lugar a cientos, a miles de espigas, a millones de hombres salvados en el correr de los siglos. Concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión… ¿cuáles puedan ser esas enseñanzas? La entrega desinteresa en primer lugar, pues nada movía a Cristo a salvar a los pecadores, sino el grande amor que nos tenía a cada uno, como si nadie más existiera en el mundo, por ti habría venido Cristo y no precisamente a señalar con el dedo, a juzgar, sino precisamente a salvar. En seguida, el tomar en cuenta a los demás, hasta hacerlos “otro yo” un alter ego que nos haga sentir a los demás como si fuera mi propia persona. Poniéndose en los zapatos del otro, nunca faltaría alimento, ni bebida, ni seguridad ni techo ni protección civil, entonces terminaría la brecha tonta, absurda de muchos, incontables pobres y una docena de ricos de derrochan despilfarran y humillan. Para participar con él un día, de su gloriosa resurrección…la tragedia de Cristo tuvo un final feliz, conforme a su condición de Hijo de Dios. El que lo entregó en nuestras manos, en las manos de los hombres, no reaccionó con violencia al ver cómo trataban a su Hijo, sino que lo arropó, lo acogió, y viendo la entrega generosa obrada por él en lo alto de la cruz, lo aceptó como la mejor ofrenda y en él reconcilia a toda la humanidad. Y lo más interesante, a los mismos que lo crucificaron, y ahí entramos todos, a nosotros nos invita a participar de su gloria, de su alegría, de su victoria sobre la muerte, para llamarnos a vivir la vida nueva de los hijos de Dios obrando entre nosotros como quien ya ha sido salvado y reconciliado con el amor del Padre y bajo el auspicio y la compañía del Espíritu Santo. A vivir con plenitud nuestra semana santa.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

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