miércoles, 3 de noviembre de 2010

UN SER HUMANO CON UNA COMPRENSIÓN UN TANTO LIMITADA


Para entender la muerte, tenemos que ir más allá de la letra. La ley no es sólo un conjunto de normas, sino el fruto de una comprensión más comprometida con la realidad. Un pacto entre Dios y el hombre, donde Dios se compromete a caminar con el hombre y el hombre a vivir según la voluntad de Dios que camina con él. Así los que esten convencidos que el Dios en el que creen es el Dios de la vida que no puede ser vencido por la muerte que provocan los hombres. De esta manera no se muere por una ley, sino por la esperanza en una vida más plena como fruto de su fidelidad a la Alianza con Dios: " Tu seras mi pueblo, y yo seré tu Dios ".
Parece ser que el tema de la resurreción es el tema que inquieta. Pues es el hecho más importante de la historia de la salvación. Es, por eso, el hecho central, el acontecimiento decisivo en la existencia de Jesús; y en la vida y en la fe de los cristianos. Tan decisivo, que sin resurreción, ni la existencia de Jesús tendría sentido, ni la fe de los cristianos su más elemental consistencia. LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE.
Las actitudes fundamentales de Jesús: creer en la resurreción no como idea o concepto, sino como una realidad que nos transforma al aceptar la presencia viva de Dios en la historia del hombre. El testimonio sublime de estas palabras que Jesús nos dice, hoy lo veremos en la cruz: es desde su enfrentamiento con la muerte que Jesús nos grita, " Dios es un Dios de vivos y no de muertos, aunque ustedes me maten, yo viviré para siempre con él.
Muchas veces pensamos en la resurrección como algo que nos sucederá muchísimo tiempo después de que fallezcamos. Como si la resurrección fuera sólo un momento en nuestras vidas el cual tenemos que esperar pasivamente a que nos suceda. Sin embargo, hoy vemos que creer en la resurrección no es sólo una cuestión académica. Creer en ella, significa transformar nuestras vidas en testimonio del Dios de la vida en el que creemos.
Hoy en día pensamos casi siempre desde el placer y lo inmediato. No existe para nosotros un Dios de nuestros padres, sino que queremos un Dios que nos resuelva nuestros problemas hoy y en este momento. Se nos olvida que la vida que Dios nos ha dado es una vida eterna. Una vida que va mucho más allá que los pocos años que viviremos aquí en la tierra. Esto provoca en nosotros que no tengamos la perspectiva de la resurrección en nuestras vidas. Perdemos toda esperanza y vivimos como si no creyeramos en el Dios de la vida que nos ha revelado Jesús.
Hay que vivir una mayor apertura en nuestras vidas. Nunca hay que olvidar nuestros problemas, pues no se resolverán solos; pero sí los podemos asumir con la confianza de que existe un Dios de la vida que habla por encima de todos ellos como habló por encima de la Cruz de su Hijo.
La respuesta de Jesús afirma que la resurrección no es una simple continuación de la vida, sino una vida nueva y distinta, una vida de plenitud que dificilmente podemos comprender desde nuestras realidades cotidianas. El poder de Dios, que llama a los hombres de la muerte a la vida, transforma y asume la totalidad del ser humano. El es el que asegura la continuidad entre nuestras vidas terrenas y la futura resurrección. Por eso nuestra capacidad de comprensión de este misterio es limitada.
Creemos en un Dios de vivos que es Trinidad, que es familia, unidad y que por tanto no admite división, que es esperanza y que no admite desilusión, que es gozo y no tristeza, que es alivio y no dolor. Creemos en un Dios que es vida porque grabada está en su mente la belleza de la creación, que es victoria porque a su ser no corresponde la derrota, creemos en un Dios amigo que perdona nuestras ofensas, que es Padre, que es protección y ayuda para su pueblo, un Dios que como dice el salmo presta oído a nuestras súplicas y por tanto nos responde, creemos en un Dios que conforta los corazones destrozados y venda sus heridas, es un Dios que nos libra de la maldad, en aquel que fue y es revelado por Jesucristo nuestro redentor.
CREEMOS EN UN DIOS DE VIVOS Y NO DE MUERTOS, QUE NOS HA PROMETIDO EL CIELO, LA RESURRECCIÓN Y LAVIDA ETERNA.
porque creemos, porque ESTAMOS CONVENCIDOS DE NUESTRA FE, una fe que no es un simple sentimiento sino adhesión a Jesucristo, desde la convicción total de nuestros padres y através de las enseñanzas de la Iglesia.
Creemos porque no podemos pensar nuestra vida sin Dios, sin su ayuda, porque hemos tomado conciencia progresivamente de los grandes milagros y beneficios que hemos recibido de Él.
Ese Dios vivo y no de muertos es a quien en este tiempo nosotros hemos de amar y adorar. Es el mismo que resucito a Jesucristo, es el mismo que nos está esperando en el cielo.

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