jueves, 19 de enero de 2012

FUERON... VIERON... SE QUEDARON CON ÉL "


" LE SEGUIAN " "

En el andar de nuestra vida, cargada siempre de diferentes matices e intensidades, encontramos de una manera muy viva un intercambio de miradas; a veces algunas miradas superficiales, distraidas, fugaces y en otras ocasiones de un contacto profundo intenso, que parten del corazón, del alma. Y es así de esta manera como Él Señor Jesús mira a sus discípulos y nos mira a nosotros; es así también que nosotros deberíamos aprender a mirarlo a Él.
Es una manera muy bella, muy especial " fijar la mirada ", que significa literalmente " mirar dentro ". Él Señor Jesús está caminando y nos participa intensamente ese intercambio de miradas como lo hizo Juan Bautista hacia Jesús; de Jesús a los dos discípulos; de los discípulos a Jesús y finalmente es Jesús el que dirige nuevamente su mirada a nosotros, en la persona de Pedro.
Jesús nos participa hoy que está pasando a nuestro lado como en aquel día. Él viene a visitar y atravesarse en nuestras vidas, se presenta en un constante movimiento, primero Él camina, luego se vuelve y se detiene, con la mirada, con el corazón, en la vida. Jesús " se vuelve " es decir, cambia, se adapta, deja su condición de antes y asume otra.
Jesús se nos revela como Dios encarnado, Dios que ha descendido en medio de nosotros, hecho hombre. Se ha vuelto del seno del Padre y se ha dirigido a nosotros.
Es bello ver cómo Él Señor nos hace participar en sus movimientos en su propia vida; no se peude estar detenido cuando se ha encontrado al Señor, su presencia nos pone en movimiento nos hace levantar de nuestras viejas posiciones y nos hace correr.
Tratemos de recoger los verbos que hacen referencia a los discípulos " le seguian " " fueron... vieron... se quedaron con Él ".
Hay que trasmitir esta experiencia bellísima de los discípulos que se quedaron con Él Señor Jesús; lo han seguido, han entrado en su casa y se han quedado allí con Él. Es el viaje de la salvación, de la verdadera felicidad, que se ofrece también a nosotros. Basta solamente con aceptar quedarse, con ser firmes, decididos, estar enamorados, sin ir de acá para allá, hacia uno u otro maestro del momento, uno u otro nuevo amor de la vida. Porque cuando está Jesús Él Señor, cuando hemos sido invitados por Él, realmente no hace falta nada.

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