lunes, 15 de agosto de 2011

Tesoro escondido, perla preciosa:


En tiempos de Jesús no había Bancos ni Cajas de Ahorros ni cajas fuertes en las casas para poner los ahorros de una familia. Se enterraban las monedas de oro en algún sitio secreto y sucedía frecuentemente que moría el que había enterrado y nadie sabía el sito donde estaban.
Las guerras eran frecuentes en aquellas regiones y cuando la gente sabía que los enemigos se acercaban cavaban un hoyo y enterraba sus tesoros y salida huyendo, con la esperanza de algún día volver. Muchas veces no volvían y el tesoro quedaba para el dueño del campo.
Jesús al narrar esta parábola habla de algo con lo cual todos estaban familiarizados. ¿A qué quería llegar Jesús?.... Jesús no es hombre de medias tintas. Es radical, ofrece muchísimo pero lo que exige no es poco. Pone precio alto, no está ofreciendo chucherías. Jesús quería llegaral desprendimiento total y gozoso para conseguir el Reino y nos quiere enseñar que vale la pena cualquier sacrificio con tal de entrar en el Reino de Dios.
Bien vale la pena renunciar a lo menos por adquirir lo que es inmensamente superior. Los demás quizás lo creyeron loco al verlo vender todo. Pero no lo estaba. Esto era el mejor negocio para él.
Es interesante que Jesús en el Evangelio de hoy compare el Reino de Dios con una perla... En el mundo antiguo las perlas ocupaban un sito muy especial en la estimación de la gente, por su valor, por su belleza... esto significa que el Reino de los cielos es lo más precioso que existe y que considera un verdadero placer el lograr contemplarlo y admirarlo. El Reino de los cielos es cumplir su santa voluntad. Es renunciar a todo lo que disguste al Señor y hacer lo que más le agrade.
Hay dos modos de encontrarse el Reino de los cielos...
1. El que encontró un tesoro y no lo buscaba. Lo encontró sin pensarlo.
2.En cambio el que encontró la perla la estaba buscando... no importa cómo lo hayamos encontrado nosotros, lo importante es que lo estimemos siempre como algo tan extraordinariamente valioso que con tal de poseerlo estemos resueltos a renunciar a todo lo demás.
El Evangelio también nos dice que Jesús tenía entre sus oyentes a muchos marineros y sabe apreciar lo que se hace en la vida ordinaria. La parábola de la red les entraba por los ojos, les resultaba muy agradable y familiar.
Con ella nos enseña que llegará el momento en el que serán separadas las gentes malas y buenas y que cada uno irá al destino que se haya preparado con su conducta. Cada uno se está fabricando, desde ahora, su propio destino final según sea su conducta. Un día tendrá lugar esta selección y yo estaré allí presente.
Señor: hasta ahora, con gran misericordia has soportado en tu red a muchos peces malos y uno de ellos soy yo. Pero estás aguardando a que los peces malos nos volvamos buenos... Ayúdame a conseguirlo antes del día definitivo, no quiero ser del número de estos últimos.

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