lunes, 30 de noviembre de 2009

OTRO DIALOGO SORPRENDENTE


Tomás Alvira reproduce en uno de sus últimos libros el siguiente diálogo, contado por el Dr. Melcior:
— Qué te gustaría ser, Luis.
— Mayor.
— Y ¿por qué?
— Para poder mandar y tener siempre razón.
— ¿Tú crees que los mayores nunca se equivocan?
— Se equivocan muchas veces, pero siempre tienen razón.
Y así concluyó aquella conversación, tan reveladora sobre la percepción que aquel chico tenía –tal vez con bastante fundamento– sobre los adultos con que trataba.
— Pues a mi no me resulta muy lejana esa actitud. A veces pienso que no entiendo a mis hijos, y que ellos tampoco me entienden a mí. Parece que lo que decimos los padres siempre es a sus ojos algo caduco...
Es natural que los jóvenes y los mayores vean las cosas de distinto modo. Lo que sería extraño es que un adolescente y una persona madura pensaran de idéntica manera.
A todos, a esas edades, cuando comenzábamos a formar con autonomía nuestro criterio, nos sucedía algo así, en mayor o menor medida. Luego, con el paso de los años, hemos comprendido que nuestros padres tenían razón en muchas cosas –y en otras no–, y que lo que nos decían era fruto de su experiencia y del cariño que nos tenían.
Rememorando aquellos años de su juventud, un padre o una madre sensatos pueden imaginarse con bastante precisión qué sucede en las mentes de sus hijos. Si no lo recuerdan bien –e incluso si creen que lo recuerdan, como recomienda James B. Stenson– puede ser útil, y seguro que divertido, preguntar a los propios padres.
No dramatices asuntos triviales. Haz memoria y esfuérzate por adaptarte a los cambios de la sociedad, que no tienen por qué ser malos siempre.
No digas que la música moderna es intragable, o que visten con mal gusto, o que los modales de la juventud son un desastre, porque así te marginas tontamente. Y aunque es verdad que el vestido refleja mucho la personalidad de cada uno, no se puede desairar a un chico o una chica joven porque no nos entusiasmen sus modales, sus gustos, o su forma de vestir. Preocúpate sobre todo de lo que tienen dentro de la cabeza, que lo otro después se resolverá solo.
A lo mejor a tus hijos les pareces carca o anticuado simplemente por tu modo de expresarte. Actualiza tus modos de decir, no te distancies tontamente, habla de modo que te entiendan bien.
— Pero a veces parece que creen que con poner la música a todo volumen y vestir de modo estrafalario ya son muy originales y tienen mucha personalidad.
No te pongas así. Los padres han de procurar –como recomendaba J. Escrivá de Balaguer–"mantener el corazón joven, para que les sea más fácil recibir con simpatía las aspiraciones nobles e incluso las extravagancias de los chicos. La vida cambia, y hay muchas cosas nuevas que quizá no nos gusten –hasta es posible que no sean objetivamente mejores que otras de antes–, pero que no son malas: son simplemente otros modos de vivir, sin más trascendencia. En no pocas ocasiones, los conflictos aparecen porque se da importancia a pequeñeces, que se superan con un poco de perspectiva y de sentido del humor".

sábado, 28 de noviembre de 2009

SOBRE LAS NUBES SIEMPRE, SIEMPRE BRILLA EL SOL


“Nos desgarra la sangre derramada: la de los niños abortados, la de las mujeres asesinadas, las víctimas de secuestros y asaltos y extorsiones, los que han caído en la confrontación entre las bandas, los que han muerto en la lucha contra el crimen organizado y los que han sido ejecutados con crueldad y con una frialdad inhumana. Nos interpela el dolor y la angustia, la incertidumbre y el miedo de tantas personas que lloran la pérdida de seres queridos. Nos cuestiona más que de la indignación y el coraje natural, lo que empieza a brotar en el corazón de muchos mexicanos: la rabia, el odio, el rencor, el deseo de venganza y de justicia por propia mano”.

Del mensaje de los obispos mexicanos al pueblo de México este mismo mes, es el texto que cito expresamente, porque refleja muy bien la situación difícil que estamos pasando en nuestra patria y en general en muchas partes del mundo. Si tenemos fe, entonces tenemos que acercarnos al Evangelio, buscando luz para nuestro caminar. Lucas en su mensaje evangélico, después de describirnos según el lenguaje apocalíptico lo que serán los días postreros nos hace concebir grandes esperanzas con dos frases textuales: “Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y majestad…Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. Cristo el Señor triunfará, y no solo sobre esta crisis mundial que estamos pasando, sino sobre todas las crisis que pudieran sobrevenir, Cristo brillará como el sol en el universo y los que perseveren con él verán su luz esplendente. Esto mismo lo afirman nuestros obispos: “Nos acercamos a esta realidad a la luz de la fe, con una mirada crítica y realista, pero también esperanzadora porque estamos convencidos de que, por encima del mal que oprime al ser humano, está la acción redentora y salvífica de Dios realizada en Jesucristo. Nuestro quehacer eclesial nos compromete profundamente a trabajar por la humanización y restauración del tejido social de nuestra Patria, convencidos del valor de toda vida humana llamada a participar de la plenitud de la vida divina, porque Dios «no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan y tengan vida.» (2 Pe 3,9).

¡A levantar nuestras cabezas!, ya Cristo aparece en el horizonte, y entre sus dos venidas, una en la carne, en la sencillez, en la humildad y en la cruz y la otra con gran poder y majestad, su gracia, su bendición y su compañía van haciendo soportable la carga de cada día, precisamente ahora que tanto lo necesitamos.

Sin embargo, la solución de Cristo no se podrá realizar sin la cooperación de todos los que pertenecemos a su Reino y tendremos que luchar esa lucha interior que se realiza en nosotros mismos, para estar preparados, tal como lo pide expresamente Cristo el Señor: “Estén alerta, para que los vicios y el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquél día los sorprenda desprevenidos…velen, pues y hagan oración continuamente…” Esto mismo lo están señalando claramente los obispos mexicanos: “Ofrecemos en esta situación al servicio de nuestra Patria, lo que la Iglesia tiene como propio, una visión global y trascendente del hombre y de la humanidad. En Cristo, Dios nuestro Padre nos llama a formar una humanidad nueva, animada por su Espíritu. Sólo si hay mujeres y hombres nuevos habrá también un mundo nuevo, un mundo renovado y mejor. Por eso consideramos que lo primero que hay que hacer para superar la crisis de inseguridad y violencia es la renovación de los corazones. Vivir el Evangelio nos hace ser hermanos y constructores de Paz, pues “nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos…” (1Jn. 3,14).
Bienvenido el Adviento que trae vientos nuevos y una renovada presencia de Cristo Jesús.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

viernes, 20 de noviembre de 2009

FAMILIA Y ADOLESCENTES - VIDA DE FAMILIA


Escuchar y comprender
La adolescencia es una época singular que muchas veces es criticada por muchos y otras veces esperada con susto por parte de los padres. Es normal, quien la vive está sometido a cambios físicos y psíquicos y necesita ir encontrando el equilibrio durante un tiempo. Es como una enfermedad, pero con la seguridad de que quien la sufre se curará. Es un bache, que requiere un apropiado salto para sortearse.

Es, también, un trayecto que necesita de la ayuda, la compañía y el apoyo de los padres y de la madurez de los abuelos, sin olvidar tres características de la etapa adolescente: la inseguridad, la necesidad de afecto y el idealismo.

Pensando en la inseguridad, (que, por cierto, desde mi sencilla opinión creo que ante cualquier situación nueva muchos la tenemos), debemos ayudarle a interiorizar su buena imagen. Los abuelos le vemos todas las gracias y, en esta denominada crisis, tomar la actitud de valorar lo que hace bien, alegrarse de su crecimiento físico, o bien motivarlo e involucrarlo para que nos ayude en cualquier tipo de tarea y agradecérselo, son detalles que le ayudaran a aumentar su autoestima. Detalles de aliento que dan más seguridad que el tiempo empleado en mirarse en el espejo.

Con respecto a la necesidad de afecto al adolescente no hay nada mejor que escucharlo, comprender y respetar sus maneras de pensar, que seguramente serán poco coincidentes con las de los mayores, padres y demás familia. Escucharle buscando momentos de tranquilidad y tiempo para que exteriorice lo que siente sin poner caras de extrañeza, ni interrumpirlo. Ya es un privilegio para los padres encontrar un espacio para el diálogo, cuando demasiados veces se encierra en su habitación con sus deberes o con el grupo de Internet.

Para fomentar su idealismo no hay nada mejor que mostrarle con el testimonio que en su entorno familiar se vive lo que se predica. Vale más el ejemplo que mil normas escritas en una pizarra. Son las vivencias de los padres y de los abuelos las que irán haciendo mella en su corazón para animarse a dar su juventud en acciones solidarias si lo ha visto hecho vida en el comportamiento de sus mayores. El adolescente se rebela –y con toda la razón– contra aquellas personas que dicen una cosa y hacen la contraria.

Confiemos pues en nuestros adolescentes, démosles cariño, seamos dialogantes con ellos y tengamos paciencia, recordando esta frase de Séneca: "Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías, breve y eficaz por medio de ejemplos".

Adolescencia de los hijos... ¿o de los padres?


Lo normal a esa edad
Un desenfadado estudiante rellenaba en cierta ocasión, sin mucho entusiasmo, el cuestionario de un test de personalidad que les hacían en su colegio.

Una de las preguntas le interrogaba sobre qué entendía que les estaba sucediendo a los jóvenes que, como él, atravesaban esa tormentosa etapa de su vida que es la adolescencia.

No sé qué sucedería en su familia ni qué entendía exactamente él sobre la pubertad, pero la respuesta fue de antología: "La pubertad es una enfermedad que pasan los padres cuando sus hijos llegan a los catorce o quince años."

Cuando me lo contaron me hizo gracia y pensé si esa afirmación no tendría efectivamente una buena dosis de sentido común.

Es cierto que cuando los hijos llegan a esa edad se produce en ellos una profunda transformación. Y es verdad que empiezan a ser más rebeldes, que adoptan quizá un ingenuo aire de suficiencia. Y también que no cuentan casi nada, que dan respuestas cortantes, muchas veces parcos monosílabos.

Todo esto es algo natural, y lo extraño sería, en todo caso, que esta etapa no se presentara.

Precisamente por eso, hay que aceptar como natural que un adolescente se sienta un poco tiranizado por sus padres y por todo el mundo.

En nada sorprenderá a una madre prevenida o a un padre sensato, que comprenderán que los años pasan y los hijos crecen, y que esto es lo normal. Ya volverán las aguas a su cauce.

Pero unos padres ingenuos y asustadizos –como quizá debieran ser los del alumno protagonista de esa anécdota–, probablemente se empeñen entonces en imponer su autoridad a ultranza, o enfadarse, o incluso dar gritos, y acaben por desesperarse al ver que a su hijo apenas le conmueven; o que incluso se afinca aún más en su beligerancia y en su actitud contestataria.

Cuando los padres apenas han hablado con ellos en los años anteriores a la adolescencia, ante esta situación pretenderán introducirse en la vida de su hijo, precisamente ahora que él trata de cerrarse.

Entonces es más difícil — Es lo de siempre, procurar hablar más con ellos...

Sí, pero esos padres tienen que comprender que a esas alturas les llevará mucho más trabajo franquear la barrera de su intimidad, porque entre los sentimientos nuevos que experimentan los adolescentes está el de no querer dejar entrar a nadie fácilmente en ella.

— Entonces, si me he descuidado en los años anteriores y, por lo que sea, tengo poca confianza con mis hijos, ¿dices que ya no tiene remedio?

Tiene remedio, como casi todo en la vida, pero es más difícil. No puede decirse que no pasa nada por haber perdido las buenas oportunidades que brinda la infancia para preparar a los hijos a hacer frente a la adolescencia.

Es una etapa muy delicada. Hay quien dice que existen dos edades en los hijos en las que se produce un gran desvalimiento: los primeros meses y la adolescencia. Mientras son bebés, las razones son evidentes. Y cuando a los varones les apunta el bigote y se les rompe la voz con los primeros gallos, y las niñas se desarrollan, y afloran todos esos problemas de la pubertad; entonces quizá están más desvalidos todavía.

Hay que darse cuenta Es probable que aquel chico dijera que la adolescencia era más bien cosa de los padres porque muchos padres no se hacen cargo de que su hijo o su hija han crecido, y tienen por tanto que tratarles ya de distinta manera, y no pretender que sigan obrando como en la infancia.

No se dan cuenta, por ejemplo, de que no pueden estar encima de sus hijos todo el día porque, si lo hacen, o los chicos se rebelan y rompen, o se infantilizan y no aprenden a decidir.

No comprenden, al menos en la práctica, que es mejor darles responsabilidad y luego pedirles cuentas, porque, de lo contrario, lo que consiguen es problematizar la adolescencia de los hijos.

Y me explico entonces perfectamente que ese chico pensara que la pubertad es una enfermedad que pasan los padres cuando sus hijas llegan a los doce o trece años, o sus hijos a los catorce o quince.

jueves, 19 de noviembre de 2009

APRENDER A CONOCER EL TIEMPO.




El tema sobre el fin de este mundo suele ser un tópico que a más de uno de los que estamos en este espacio y ejercicio de reflexión nos provoca respeto y temor cristiano, mientras que en una gran cantidad de personas llega hasta a generarles angustia e incertidumbre.

¿Cuándo se va a acabar este mundo? La narración del Evangelio de este día nos presenta una descripción del final de los tiempos que está haciendo alusión a factores definitivos, como lo es el regreso escatológico del Señor, y no a esos acontecimientos históricos que han existido, que existen y que existirán siempre, como son los cataclismos, terremotos y otras catástrofes.

En realidad, el Señor nos está invitando para que vivamos comprometidos con nuestra propia historia y para que no nos pasemos nuestra existencia sobreviviendo en la más vergonzosa de las mediocridades.

Se nos invita para que seamos conscientes de que la vida eterna no le pertenece a nadie más que a aquellos que han sido capaces de vivir profundamente el presente.

Y entonces, ¿por qué hay personas que tocan nuestra puerta y que nos atemorizan y nos aplican violencia psicológica utilizando el texto que hemos escuchado?

llegan y nos dicen: fijate hermano que hoy se están cumpliendo todas esas imágenes de destrucción, eclipses, meteoritos, cambios climaticos, guerras, levantones, violencia en las calles, narconegocios, delincuencia organizada... ¡Conviértete y vente con nosotros para que no te condenes!"
¿Cómo puede ser posible, que tan fácilmente cambiemos la casa de la familia por el inquilinato?

Nos falta mucha formación... Lo sé y si algún sentido tiene el presente esfuerzo de reflexión dominical; es el de poder ofrecer un factor adicional para que profundicemos en la autenticidad de una vida cristiana.

¡No te dejes amedrentar! Mejor te propongo que te acerques a Dios, que platiques con tu párroco, que vayas a tu parroquia, que ingreses a un grupo apostólico, que vayas a un retiro, a un cursillo, a una dinámica, a un encuentro... ¡Acércate a Dios! y deja a esos falsos profetas de las calamidades sumergirse en sus propias fatalidades.
"Tú que lloras, ven a este Dios que llora, Tú sufres, ven a este Dios que sana, Tú que tiemblas, ven a este Dios que sonríe, Tú que pasas, ven a este Dios que permanece." ¡Acércate a Cristo! Sólo en Él está la respuesta a cualquier interrogante de la vida.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿UNA CARTA SOCIAL DEL PAPA AUNQUE EL REINO DE CRISTO NO SEA DE ESTE MUNDO?





La Escritura Santa, en este día en que terminamos un año en la Iglesia, nos presenta a Cristo como Rey, rey del universo, pero precisamente en el momento en que ya estaba prisionero y esclavizado. Despectivamente, Pilato, romano y procurador en Judea desde la poderosa Roma, interroga al reo, un hombre que pasó su vida haciendo el bien, cercano a los más pobres, a los más desprotegidos y a los más mal vistos entre los hombres, pero sin ganas de escuchar su testimonio y sin deseos de inmiscuirse en asuntos legales y religiosos del revoltoso pueblo hebreo y menos con sus corruptos dirigentes religiosos y sociales: “¿Con que tú eres el rey de los judíos?”. La respuesta de Cristo fue desconcertante para Pilatos, para los dirigentes religiosos y para todo mundo: “Mi reino no es de este mundo, no es de aquí, y si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos”. Y a continuación agregó tajantemente: “Soy rey. Yo nací y vive al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

Tendremos que intentar entender el sentido de cada una de las palabras de Cristo para saber qué está exigiendo hoy de nosotros los creyentes. El hecho de que Cristo afirme que su reino no es de este mundo, no nos autoriza desde luego a vivir desentendidos de los problemas que aquejan a nuestro mundo, alejados y sin compromiso con problemas sociales y políticos, mirándolos como cosa manchada y sucia, para refugiarnos en cantos religiosos y en celebraciones con mucho incienso y con mucha pompa, pero también alejadas de la tremenda realidad que los hombres están sufriendo el día de hoy. Su vida misma es una invitación a meternos hasta el cuello buscando pistas de solución para los problemas de nuestro mundo, pero no por los caminos de los hombres, de los poderosos y de las naciones, donde priva la violencia, la coacción y la mentira. Los caminos por los que lograremos un avance de nuestro mundo será definitivamente el amor, que triunfará sobre la maldad, el egoísmo y la fuerza.

Hablar hoy del reinado de Cristo será aceptar la invitación para comprometernos con todas nuestras fuerzas a liberarnos del afán consumista que nos ha atado a las cosas y nos imposibilita para mirar con confianza el futuro; a liberarnos de las estructuras de pecado y de violencia que encadenan a los más débiles a su ignorancia, a su pobreza y su insalubridad; a quitar todos los prejuicios que nos separan de los demás, sea por razón de color, de raza, de sexo o de distinta economía, sin distinguirlos por su indumentaria o costumbres; a liberarnos del flagelo de la violencia que está sembrando y tiñendo de sangre a muchas naciones, a muchas familias y a muchos individuos, rompiendo esa espiral de la violencia que se vuelve tirana y nos degrada; Cristo nos quiere liberar del miedo a Dios porque es nuestro Padre, pero también del miedo a los hombres, porque todos somos hermanos, y también de la muerte misma, porque Cristo ha triunfado sobre ella. En una palabra, Cristo quiere liberarnos de toda esclavitud del mal, del sufrimiento y del futuro, Si Cristo no escatimó esfuerzo ni siquiera la propia vida, para darnos libertad, nosotros no podemos contentarnos con tratar de vivir un reinado “Light”, traicionando el Reinado de Cristo hermano de los hombres. Con esto estaremos dando testimonio de la verdad, como lo afirma el mismo Papa Benedicto XVI: “Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la búsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros. En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En Efecto, Él mismo es la Verdad.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera tus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

sábado, 14 de noviembre de 2009

ABIERTOS A LA PALABRA DE DIOS, LUZ DE LOS CORAZONES


Sin lugar a duda, el abrirnos a la intimidad con Dios para obtener la reconciliación y el estimular un desarrollo de conciencia que nos haga preservar las buenas obras hacia el projímo, como si fuera el mismisimo Creador , el entender que no hay que vivir para sí mismo, sino para todos, enalteciendo el sentido que Cristo le da a nuestras vidas, al amarnos a todos por igual, así como desarrollar más el anímo de convivencia con los demás y claro por supuesto con Dios, manteniendo una relación más cordial con nuestros semejantes.
Así como también el mantener una constante aportación al orden y ayudar con todas nuestras posibilidades a construir una vida más plena.
Tener bien claro el concepto del amor al permitir el total desarrollo del individuo hacia su conversión hacia a Dios y hacia el bien.
Hay que trabajar intenso y constante en la toma de desiciones autenticas y profundas para lograr la conversión.
Hay que concebir la necesidad de la preparación permanente y con la luz encendida hablar y proceder de acuerdo a los preceptos de nuestro Padre Dios.

QUE ESTA APERTURA NOS DE EL VERDADERO SENTIDO DE LA PALABRA DE DIOS

jueves, 12 de noviembre de 2009

¿QUÉ ESTÁ LLAMADO A HACER EL CRISTIANO EN UN MUNDO DE CONTRASTES?


Siempre he pensado que así como unos luchan y se empecinan en propagar el mal, nosotros los católicos debemos redoblar esfuerzos para propagar el bien, en la medida que se conoce a Dios se va transformado el corazón, los sentimientos cambian y existe una intención constante por la conversión del hombre viejo, en transformarse en un hombre nuevo, que sea ejemplo de un ser feliz, por haber encontrado el camino correcto, el camino que conduce a la santidad , en esta medida se es capaz de propagar con nuestras acciones por mínimas que estas sean, el irradiar en nuestros hermanos, el alejarlos del sufrimiento, de la desdicha, apartarlos de la violencia, de las malas intenciones, de lo que no es edificante; es más bien un intento de sacarlos de la autodestrucción y apartarlos o alejarlos de la destrucción del prójimo ; cuantas veces el género humano se siente dueño del propio ser humano, es decir de nuestra esposa o esposo, de nuestros hijos, de nuestros vecinos, en pocas palabras queremos ejercer una autoridad sobre su cuerpo, que siente, que es lastimado, en pocas palabras se atenta constantemente contra el Espíritu , un Espíritu que le pertenece a Dios ; es inconcebible que mientras en un hospital esta un grupo de médicos luchando por salvar una vida, en otra parte de nuestro planeta tierra, esta otro grupo de personas tratando de construir un artefacto que sea capaz de acabar con el mayor número de vidas; como si todos no tuviéramos el mismo derecho a la vida, como si Dios hubiera creado al hombre para el sufrimiento y la destrucción. Por eso Dios nos creo a imagen y semejanza suya, con voluntad, libertad y una gran capacidad de amar, que se ve desfigurada con el correr del tiempo en nuestras vidas, agobiados por el mundo actual que nos libera pero mismo tiempo nos amarra al consumismo, a la infelicidad , a la falta de religiosidad, es el momento de frenar el descontrol masivo a la destrucción del hombre por el hombre; llevemos a nuestros hermanos ese mensaje de Amor que Dios con su infinita misericordia ha dejando en nosotros desde el vientre de nuestra madre y ha sido reafirmado en el bautismo como huella indeleble de su amor.

FALTAN MUCHOS MUROS DE BERLÍN POR CAER


Esta semana se conmemoraron los veinte años de la caída del muro de Berlín, que desde el 61 hasta el 89 mantuvo divididas a familias enteras. Un día sorpresivamente, en pleno Berlín, la ciudad se vio dividida en dos, por un muro que separó a los hijos de sus padres, a los niños de sus escuelas, a los jóvenes de sus universidades, a los enfermos de sus hospitales, a muchos hombres de sus trabajos y a los enamorados los dejó sin pareja. Muchos hombres murieron en el vano intento de pasar al lado de la libertad queriendo vencer sobre las alambradas, los guardias y los perros. Hoy ese muro ya no existe, pero en el mundo hay muchas otros muros que están tan sólidamente construidos, que sólo el poder de Dios sería capaz de derrumbarlos. El muro de la pobreza intenta con esclavizar a más y más hombres en todo el mundo. La violencia y la maldad enseñorean en todos los ambientes, la vida se ve maltrecha y el hombre se siente con arrestos como para legalizar y sentenciar a muerte a los inocentes que no tuvieron otra culpa que hacerse presentes en el seno de una mujer. Es el hombre guerreando contra sí mismo en un intento de acabar con el género humano. Nuevos regímenes políticos y militares tratan de imponerse por la fuerza, por la violencia y por la muerte, personificados en labios de Cristo anunciando que esos muros caerán de una vez para siempre, trayendo la paz y el sosiego a los corazones: “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se bamboleará”. En tiempos de persecución, los primeros cristianos así llamaban a los que ostentaban el poder por la fuerza, los soles y las lunas y las estrellas del mal, anunciando la victoria definitiva de Cristo sobre ellos, auxiliado por los cristianos que le han sido fieles en todas las épocas de la historia: “Entonces verán venir al Hijo del hombre con gran poder y majestad”. Pero la verdad es que Cristo ya está aquí, y sus planes son de amor y de reconciliación y aunque algunos textos de la Sagrada Escritura nos inclinarían a pensar que el fin del mundo terminará violentamente en desgracia y en desilusión, las palabras de Cristo nos indican lo contrario, que Dios no cambiará sus planes de amor, y que el amor decidirá las cosas y no la violencia ni la fuerza. El fin del mundo será el triunfo del amor y el triunfo del Crucificado que mostrará su grandeza cuando perdone e introduzca a su Padre a todos los que fueron hallados dignos: “Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos carnales y desde lo mas profundo de la tierra a lo más alto del cielo”.
Y cabe mencionar que los cristianos tendríamos que tomarnos muy en serio la idea que tenemos del cielo, una participación de la vida de Dios, de su bondad, de su peculiar modo de entender los acontecimientos, de ver a los hombres, de tratarlos, de amarlos; participaremos de su felicidad, una felicidad que consiste en darse sin límites, como Cristo lo hizo con nosotros. Por eso si somos congruentes con lo que Cristo pide, lo tenemos que ir realizando ya, ahora. entre nosotros, y tratar de anticipar esa situación idílica puesta en práctica entre nosotros. No por vivir preocupados por llegar a la meta, nos olvidemos de que Cristo ya ha venido a los suyos y quiere hacerse presente entre los más pobres y más necesitados, pero hay que decirlo también, el ocuparnos de las cosas de este mundo, no tendrá que oscurecer el fin al que somos llamados.
Al final casi del año litúrgico, tendremos que estar muy preparados, dispuestos a conseguir aquí esa primavera de paz y de consuelo entre los hombres, sin amilanarnos ante los regímenes de mentira, de violencia y de maldad, porque Cristo ya ha vencido al mundo: “Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca…” entiendan que la era de paz, de concordia y de servicio mutuo tiene que enseñorease entre nosotros, para gloria de Dios y del Crucificado.

P. Marcelo Rossi (São Paolo, Brasil) un Padre muy musical


Cuando conocí al P. Marcelo Rossi, tenía muchos prejuicios sobre su persona: pensaba que su sacerdocio no era tan convincente y que su figura mostraba más bien un artista que se había subido al “estrado” de la Iglesia católica.

Pero en una ocasión acudí a una misa celebrada por él y me dejó impresionado la multitud de gente, en donde los más, eran jóvenes. Y ahí, el respeto y la atención que revelaban los gestos de esos rostros cambiaron mi impresión rápidamente: había un profundo fervor en medio de saltos, palmas y agitación de manos.

Por fin, la misa terminó. No había sido breve; para nada. Tuve la oportunidad de acercarme al mismo P. Rossi. Su rostro se veía cansado, bañado en sudor por la fuerte actividad física que desenvuelve a un lado del altar. Me bastó advertir su mirada y su sonrisa para llegar a la conclusión de que se trataba de un sacerdote de verdad.

Pasó el tiempo y seguí escuchando su música, admirando también todo lo que Dios realizaba a través de él. Y, por fin, saltó la noticia: el P. Marcelo se convirtió en el primer icono de la música católica en recibir un premio, ni más ni menos que un Grammy Latino. El sacerdote brasileño que yo había conocido muy de cerca, fue condecorado en el Teatro Kodak de Hollywood, tal vez uno de los escenarios mundialmente más representativos en el ámbito de la música.

Esta noticia me entusiasma por el esfuerzo de grandes y pequeños evangelizadores que se dedican a misionar a través del no fácil mundo de la música. De este esfuerzo han brotado frutos en ambientes en donde cada vez los jóvenes se descubren más vacíos, donde la música sólo es pasajera, sensual, carente de un mensaje de amor auténtico.

Me imagino la cara de asombro de muchísimos artistas que desearían, también ellos, verse galardonados con un Grammy Latino. Pero su música no “llena el interior”. Al contrario, quita, vacía a multitudes con modelos y slogans contrarios a lo bello y hermoso del amor y de la música. Se quedan en la novedad electrizante de los estrenos pero al final se desvanece.

Me he preguntado cuál es la llave del éxito del P. Marcelo y tengo para mí que esconde un secreto: ora y escucha la voz del Espíritu Santo. Sus fatigas de evangelización desvelan sinceridad, producen abundantes frutos de santidad en medio de lugares donde la fe aparenta superficialidad.

Y a quienes puedan objetar que tal vez la mayoría de los “fans” del P. Marcelo, no tengan una profunda formación religiosa (cosa que, por lo demás, no es del todo acertada), es importante descubrir en este arte un primer escalón en donde ellos llenan su espíritu. Tarea de los catequistas será tomar este acercamiento para después educar y lanzarlos al compromiso.

Mientras tanto, el P. Marcelo sigue lanzando las redes con un arte llamado música cristiana, en donde los grandes jurados, como los de los Grammy Latinos, han comenzado a aplaudirle.

martes, 10 de noviembre de 2009

LA ESCALERA AL CIELO DEL PADRE PÍO

Sin obediencia no hay virtud;
sin virtud no hay bien.
Sin bien no hay amor.
Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.

Esto forma como una escalera, si falta un peldaño uno se cae.

Dirección Espiritual

jueves, 5 de noviembre de 2009

¿PORQUÉ LOS RICOS CAMBIARON ESTREPITOSAMENTE?





“¿El donativo que usted me pide es deducible de impuestos? ¿No? ¡Entonces consiga una autorización en Hacienda y luego viene con su respectivo documento para poder atenderlo!”. Esto es ahora algo que ocurre cuando los hombres de Iglesia solicitamos un donativo para las muchas y necesarias obras de la comunidad. ¡Cuánto ha cambiado la mentalidad de los hombres y de los ricos desde el tiempo de Cristo Jesús!

Un día Jesús después de una jornada fatigosa, después de atender a los enfermos, de bendecir a los niños y de batallar con sus enemigos, se sentó a descansar en un rincón del templo de Jerusalén. Fue llevado ahí por la multitud que ese día, cuando muchos hombres y mujeres, que llegaban al templo venidos de todos los rincones de Israel, para llevar sus ofrendas, obligatorias y unas y voluntarias otras, para el culto que en ese templo era fastuoso, y para los holocaustos de animales que tendrían que ser ofrecidos por los pecados del pueblo. Ahí se sentó Jesús, precisamente frente a la alcancía principal del templo, y cansado y distraído, no podía apartar su mirada de lo que pasaba a su alredor. Veía cómo llegaban ostentosamente los ricos, vestidos como para la mejor ocasión, a depositar su ofrenda económica a veces en especie, en joyas o en piedras preciosas. Era un buen negocio. Con ello pretendían comprar el favor de Dios, además de que en muchas ocasiones, podían unir su riqueza a la riqueza del templo, que se convertía así en una especie de banco religioso, proporcionando de paso una manera de vivir también ostentosa a los sumos sacerdotes y a los escribas del templo. Cristo no se dejó convencer por aquel teatro que se realizaba precisamente en el templo de su Buen Padre Dios que había ideado el templo para derrochar ahí su amor y su misericordia, enseñando a los hombres a ser misericordiosos y a vivir en el amor el camino hacia él. Había que caminar en la libertad, pero el templo se había convertido en todo lo contrario, una esclavitud para mucha gente y un gran negocio para los que regenteaban el templo.

Nuevamente me pregunto porqué esa situación y porqué no el día de hoy. ¿Porqué los ricos ya no se acercan ni al templo, ni a la Iglesia ni a Dios? Ha habido un desfasamiento. Aquellos hombres querían comprar la salvación. Los ricos de hoy tienen su propio “dios” y han impreso su nombre precisamente en los billetes. En los dólares, que por mucho tiempo ha sido la moneda universal han impreso: IN GOD WE THUST o sea “confiamos en Dios”, pero en éste, que tiene color verde como todos esos billetes, con los cuales pueden comprar ahora a los hombres y a las naciones a los que se esclaviza escandalosamente.

Pero creo que me he desviado en mi intención, porque ese día, Cristo contempló algo que lo dejó maravillado y así se los hizo notar a sus apóstoles. Entre todos los peregrinos, llegó una mujer de edad, una viejita, delgada y macilenta, puros huesitos, que con su mano flaca, tímidamente dejó caer unas dos moneditas que era todo lo que tenía para vivir. A ella no le importaba lo que hicieran con los dineros del templo ni le preocupaba que fuera para enriquecer a los sumos sacerdotes, ella confiaba plenamente en su Dios, del que estaba segura, tendría que ver por su futuro. Cristo mismo hizo el comentario: “Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba: pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir”. No creo que haga falta más comentario, porque cada quién tendrá en este momento que pensar en cómo retribuirle a Dios lo que con tanta bondad nos da a cada uno, para que con el mismo amor con que nos trata, tratemos nosotros de mirar por el bien de nuestros prójimos. Y darles no las sobras, eso sería una ofensa, sino darle de lo que a ti te duele y te ha costado tu trabajo, tu esfuerzo y tu cansancio.