martes, 10 de mayo de 2011

¿Se necesita todavía una Iglesia de Pastores?




Como auténtico Pastor, Cristo que tenía como misión acercar el cielo con la tierra, y mostrar la misericordia del Padre, escogió el camino de la sencillez, de la entrega, mostrándose solidario con los pobres y desposeídos. Pero no era un iluso, sino que al mismo tiempo que sembraba las semillas del Reino, iba buscando quién le ayudara a cosechar el fruto de su trabajo, de su ingenio e indudablemente de su cruz y de su resurrección. Así fue escogiendo uno a uno a sus seguidores, pero no de una manera natural, ni inspirado en cierta “química” como se suele decir hoy cuando hablamos de la simpatía que despierta en nosotros cierta persona. Cristo fue llamando a los suyos, en un ambiente de profunda oración. Para eso empleó una noche entera, en oración a su Padre y luego fue llamando uno a uno de sus seguidores. Nacieron de un coloquio de amor de Cristo con su Padre. Y los llamó a ser pescadores de hombres, tarea difícil, pues el pescador, a diferencia del agricultor, no tiene ni la más remota idea de dónde echar las redes para pescar. A sus apóstoles Cristo les mostró su misión mesiánica, su misión de salvación, pero no con discursos como lo pudiera hacer un maestro desde su cátedra, sino con numerosos signos que mostraban a los hombres el don de la misericordia del Padre y su amor por todos los hombres. Cada día ellos eran testigos del amor, de la entrega, de la fidelidad de Cristo. Los educó, pues con la palabra y con la vida, para que estuvieran dispuestos a ser continuadores de su obra de salvación, y finalmente, les confió el cuidado de sus sacramentos principalmente la Eucaristía, memorial de su muerte y resurrección, y los envió por todo el mundo a hacer discípulos suyos a todos los hombres de la tierra.
Y Cristo sigue llamando a los hombres, de todas las edades para seguirles confiando el cuidado de servir a sus hermanos y los llama a ser pastores como él, el único y verdadero Pastor, que se ve alejado de llamar a las gentes por emociones colectivas y contagiosas, como los cantantes de hoy o como los grandes equipos de fut que pueden hacer que una multitud enfervorizada, pueda convertirse en unos pocos minutos en una turba encolerizada. Cristo prefiere el llamado silencioso pero no por eso menos atrayente, a auténticos líderes que tengan como vocación el servicio, la entrega, la generosidad e indudablemente la fe en Cristo el Buen Pastor que los mantendrá alejados de servirse de las ovejas y de mantenerlas encerradas, con miedo a un Dios al que presentan como celoso, castigador y vengativo. No es esa la línea de Cristo. Ser llamado por Cristo no es fácil, menos para los jóvenes de hoy que lo quieren todo hecho y a quienes se les habla constantemente de sus derechos, pero no de su empeño en dejar un mundo mejor del que nos han entregado. La Iglesia necesita líderes el día de hoy, y no se vale decir que las cosas van mal en la Iglesia y que los pastores han errado en su vida y en la conducción de sus comunidades. La vocación, no la da la Iglesia, la vocación la da Cristo aunque ciertamente confía el cuidado de las gentes con vocación a la Iglesia para que se convierta para ellos en la tierra y el abono que permita su crecimiento hasta la maduración para estar al servicio del Reino de Dios. ¡Cristo Buen Pastor, sigue impulsando la obra de las vocaciones de servicio en tu Iglesia! El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

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