martes, 17 de julio de 2012

ayúdale a Dios a darte, poniendo algo de tu parte



Domingo 16 ordinario 2012



¡Qué agradable  fue el regreso de los apóstoles después de su primera experiencia como evangelizadores! Dios les había sonreído y su palabra llegaba al corazón de sus oyentes a los que habían dispuesto para que  salieran y escucharan al mismo Maestro que completaría su instrucción y los aleccionaría en los misterios del Reino de los cielos. Ellos fueron relatando entusiasmados sus experiencias, lo que Dios les había permitido realizar entre las gentes que además del bálsamo de la palabra, también recibían el bálsamo de la curación cuando había fe en ellos.  No cabían en sí de contento. El mensaje de Cristo comenzaba a dar fruto muy pronto, pero ahora multiplicado por cada uno de sus discípulos.  Habían conseguido encender el entusiasmo entre sus oyentes y ahora los buscaban no sólo a Cristo sino a ellos mismos. Sin embargo, el esfuerzo había sido grande, Cristo lo sabía y quiso en un momento, apartarlos de las multitudes, para hacerlos descansar y continuar de alguna forma su instrucción. Como toda madre, Cristo pretendía tenerlos un poquito más a su lado, antes que los hombres mismos los separaran. Pero no logró su intento. Les había propuesto embarcarse y poder hacerles descansar durante la travesía, pero como ya las gentes buscaban la compañía y la palabra de los apóstoles, cuando ellos  se dieron cuenta que los apóstoles se habían embarcado con Cristo,  corriendo por la orilla del lago, lograron ganarles la partida, y cuando llegaron, ya había mucha gente esperándoles, lo que motivaba que los apóstoles no tuvieran tiempo ni para comer, tal como el evangelista lo menciona, cosa que en su tiempo llegó a escandalizar  a sus mismos parientes que pensaron que tanta agitación y tanta gente en torno a  Cristo no indicaba nada bueno e incluso pensaron que se había vuelto loco. Los apóstoles estaban abriendo puertas con su predicación, y habían conseguido despertar el entusiasmo de las gentes, cosa que quisiéramos realizar el día de hoy, cuando Benedicto XVI nos invita en su carta apostólica “Porta fidei”,  a abrir la puerta de la fe “que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, la cuál está abierta para todos. Se cruza este umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar este umbral  su supone emprender un camino que dura toda la vida”.

Me ilusiona pensar que cada uno de los cristianos podemos convertirnos en gente que abra y abra ventanas y puertas a la fe, de manera que apresuremos el momento en que todos los hombres amen a Dios, dejen de odiarse y podamos ser la gran familia de los hijos de Dios en camino a la casa del Buen Padre Dios.

Cuando los apóstoles y Cristo llegaron, se encontraron con la novedad de que una numerosa multitud los estaba esperando, y “se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a ensenarles muchas cosas”. Podemos imaginarnos el gozo del corazón de Cristo que se compadeció de aquellas gentes, y usando esa expresión tan querida en la escritura, se convierte en el Buen Pastor, que sabe dar la vida por sus ovejas para defenderlas del mal y conducirlas por caminos de paz, de justicia y de alegría. Ahí sentado en el pasto, o quizá sirviéndose de la misma barca para que su voz se multiplicara Cristo se puso a enseñarles los misterios del Reino de los cielos. Sueño con que cada cristiano se convierta en un predicador itinerante, tal como el mismo Papa nos propone; “Hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir  la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes  saca  fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar". Hoy podemos comenzar a cambiar nuestro corazón y  y hoy puede comenzar a cambiar nuestro mundo que está esperando con ansias que Cristo se baje de su barca para seguir compadecido de nosotros y seguir anunciándonos el evangelio.

El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx

 



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